La edición impresa de Barricada de 1982, tituló en primera página: “Cayó el Capitán de los Guardafronteras”, porque Laureano Mairena, “Lurio”, era Jefe de las Tropas Guardafronteras del Ejército Popular Sandinista. Por su ejemplar entrega antes y después del Triunfo de la Revolución, el heroico jefe militar fue ascendido póstumamente al grado de Sub-Comandante.
Su humildad, su origen campesino, su valor, siguen siendo un ejemplo para las actuales generaciones de militantes sandinistas.
¿Quién era Laureano Mairena?
Un hombre que se integró desde muy joven a la lucha por la liberación. Nació un 5 de mayo de 1951 en Achuapa, departamento de León, en un hogar con escasos recursos económicos. Sus padres fueron Rafaela Aragón y Guillermo Mairena. A los 11 años su familia se trasladó a Solentiname, Río San Juan. Sólo logró concluir sus estudios de primaria.
Como muchos jóvenes de su generación, conoció de la lucha del General Augusto C. Sandino y en 1970 se integró a la Comunidad Cristiana de Base ubicada en Solentiname. Esto le permitió establecer su primero contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por el año 1972.
Para 1973, estaba integrado al movimiento revolucionario, participando en el Congreso de Jóvenes Cristianos Revolucionarios, realizado en el Estado de Veracruz, México; también estuvieron con él en este congreso los jóvenes Elvis Chavarría y Alejandro Guevara.
Misiones y operativos en la lucha sandinista
En 1977, estuvo en la escuela de preparación militar del FSLN en Costa Rica, para después regresar a Solentiname, donde asumió la misión de compartir su conocimiento de preparación combativa con los compañeros colaboradores de Solentiname.
El mes de Octubre de 1977, conocido como “Octubre Victorioso”, representó para Nicaragua el inicio del proceso insurreccional. Laureano participó el 13 de este mes en la acción de la toma del Cuarte del Guardia Nacional, que estaba ubicado en San Carlos, Río San Juan. Después de esas acciones, estuvo dedicado al trabajo clandestino de Radio Sandino.
El 2 de febrero de 1978, cumplió la misión de atacar los cuarteles de la Guardia Nacional en Rivas y Peñas Blancas, misión que estuvo a cargo de los Comandantes Edén Pastora y Gaspar García Laviana, desdes las columnas del Frente Sur “Benjamín Zeledón” que operaba en la zona sur del país, principalmente en Rivas y en los puntos fronterizos, donde estuvo hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979.
Nuevas tareas después del Triunfo
A partir del del 19 de julio de 1979, fue necesario asumir nuevas tareas para defender el proyecto revolucionario. Inmediatamente después del Triunfo de la Revolución Popular Sandinista, un contingente de efectivos de la ex Guardia Nacional se habían reconcentrados en Honduras y de ahí planeaban volver a agredir el país, para debilitar el proceso revolucionario. Fue así que Laureano Mairena junto a otros combatientes revolucionarios, fundaron el Ejército Popular Sandinista (EPS), donde su primer cargo fue como Jefe de Operaciones de Artillería.
En 1980, fue enviado a la Academia de las Fuerzas Armadas “General Máximo Gómez” en Cuba y regresó a Nicaragua a finales del mismo año, sin dejar de destacar que el 15 de julio de 1980 recibió ascenso en grado militar de Capitán y ubicado en la VII Región Militar.
En primera línea, defendiendo las fronteras de los ataques de la contra
Al año siguiente, 1981, le fue dada la responsabilidad como Jefe del Destacamento Fronterizo de las Tropas Guardafronteras “Álvaro Diro y Méndez” en Ocotal, Nueva Segovia, defendiendo cualquier intento de agresión de las bandas somocistas, que operaban desde esas zonas del borde fronterizo norte del país.
Se trataba de una tarea indispensable para la defensa del proceso revolucionario, pero altamente peligrosa. Eso la sabía toda la población.
Por lo tanto, compartimos con nuestros lectores, una conmovedora carta que una niña sandinista escribió el 22 de octubre de 1982 a los compañeros guardafronteras:
22/10/82
Estimado compañero guardafrontera.
Lo felicito por su gran valentía de enfrentarse con esos maldosos contrarrevolucionarios; y le prometo de que cuando sea grande me dedicaré a luchar por mi patria.
Yo sé que ustedes son los mejores y que no se van a dejar vencer jamás.
Nombre: Andrea Gabriela Noli C.
El heroico Capitán de los Guardafronteras
Fue durante el cumplimiento del deber a la Patria, en defensa de la Soberanía Nacional y la Revolución Sandinista, que el Capitán Laureano Mairena entregó su vida, en un operativo en la comunidad de Yumpalí, Jalapa, convirtiéndose desde ese momento en un héroe de la Revolución que dejó todo un gran recorrido de lucha y entrega de patriotismo. Fue ascendido póstumamente al grado de Sub-Comandante del Ejército Popular Sandinista.
El Comandante Daniel Ortega otorgó póstumamente al Sub-Comandante Laureano Mairena, la Medalla de Reconciliación y Paz “Cardenal Miguel Obando y Bravo” a través del Acuerdo Presidencial N° 122-2010. Reconocimiento dedicado a “… quien con su trabajo, lucha y esfuerzo logró contribuir al clima de establecimiento de paz, unidad y reconciliación de la familia nicaragüense”.
¡Sub-Comandante Laureano Mairena!
¡Presente, Presente, Presente!
Poema: Laureano Mairena
Compartimos a continuación un poema escrito por Ernesto Cardenal, titulado «Laureano Mairena».
Seguir viaje.
Y aquel viaje muy jodido.
La telefoneada inesperada de Managua
a la última isla de las Antillas:
«Ernesto, murió Laureano»
En el vuelo Trinidad-Barbados-Jamaica-Habana-Managua
mirando mar, y mar, no podía pensar en otra cosa.
Ya que hemos nacido desahuciados
lo mejor es morir Héroe y Mártir
como vos moriste.
Claro que hubiera sido mejor que no murieras nunca,
con tal que tu esposa y tus hijos y tus amigos y el mundo entero
no murieran nunca.
Cuando lo bauticé de 20 años en Solentiname
porque quería pasar de su protestantismo alienado de allí
a nuestro cristianismo revolucionario
no quiso tener un padrino y una madrina
todo el Club juvenil campesino fueron sus padrinos y madrinas.
Sobre todo su obsesión por la Revolución.
Fascinado con el marxismo pero sin querer nunca leerlo.
Muy inteligente, pero sin querer formarse intelectualmente.
La persona más mal hablada que he conocido.
Pero el que decía las «malas palabras» con más pureza.
Una vez, comentando el Evangelio en la misa:
«Esos magos la cagaron llegando donde Herodes».
O, sobre la Santísima Trinidad (su resumen):
«Los tres jodidos son uno solo».
La noche que me confesó frente a la calmura del lago:
«Ya no creo en Dios ni en ninguna de esas mierdas.
Creo en Dios pero para mí Dios es el hombre».
Pero siempre quiso ser mi monaguillo en la misa.
Nadie le podía quitar ese puesto.
Su expresión más frecuente: ME VALE VERGA.
Hijo mío y hermano Laureano,
hijo indócil y cariñoso
como todo hijo con su padre
y como además yo no era tu verdadero padre
fuiste sobre todo mi hermano
hermano bastante menor en años
pero sobre todo compañero
¿esa palabra te gusta más verdad?
La que más amabas después de la palabra Revolución.
Compañero Sub-Comandante Laureano,
jefe de los Guarda Fronteras:
Digo junto con vos, que nos vale verga la muerte.
No quería hacer este pasaje.
Pero me dirías en aquel tu lenguaje poético de aquellas misas
traducido después a tantos idiomas, hasta el japonés
(les costará traducirte)
«Poeta hijueputa decí a esos jodidos mis compañeros de Solentiname
que me mataron los contrarrevolucionarios hijos de la gran puta
pero que me vale verga».
Como aquel «que se rinda tu madre» de Leonel.
Siempre me decías allá que querías ya irte a la guerrilla.
Y yo: «Con tu indisciplina allí te fusilan».
Hasta que se cumplió tu sueño con el asalto a San Carlos.
«Aquí los vamos a joder a estos jodidos».
Las balas que te tiraban los guardias. Y tu relato después:
«¡pas! ¡pas! ¡pas! ¡Puta! Allí fue cuando me sentí muerto».
Pendenciero, fiestero, mujerero,
rebosante de vida pero sin temer la muerte.
Poco antes de morir me había dicho tranquilo en Managua:
«Allí es encachimbado. Cualquier día yo puedo morir en una emboscada».
No has dejado de existir:
Has existido siempre
y existirás siempre
(no sólo en éste,
en todos los universos).
Pero es cierto,
una sola vez viviste,
pensaste,
amaste.
Y ahora estás muerto.
Es estar digamos como la tierra, o la piedra, que es lo mismo,
«la piedra dura porque esa ya no siente».
Pero no, nada de piedra dura,
sí estás sintiendo,
más allá de la velocidad de la luz
del final del espacio que es el tiempo,
totalmente consciente,
dentro de la conciencia
vivicísima
de todo lo existente.
LAUREANO MAIRENA ¡PRESENTE!
El jodido avión retrasándose en cada escala.
Ya era muy noche en el mar. Yo no podía dejar de pensar…
Yo quisiera morir como vos hermano Laureano
y mandar a decir desde lo que llamamos cielo
‘Rejodidos hermanos míos de Solentiname, me valió verga la muerte’“.
Fuente: Barricada
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