Nicaragua tierra preciosa, llena de vida y riquezas, pretendida y saqueada, que con sangre ha escrito las bases del pensamiento antimperialista en nuestra gente, para enfrentar la traición e injusticia ante potencias que por más de 200 años pretenden dominarla; a 166 años de la batalla de San Jacinto levantamos las banderas de la dignidad nacional y soberanía, de la revolución y libertad.
Ni yanquis, ni británicos
Nos remontamos a 1823, la naciente doctrina Monroe es promulgada en los Estados Unidos de Norteamérica, siguiendo la tradición del «destino manifiesto» impulsado por los colonos británicos, la expansión, saqueo, exterminio racial y cultural son sus principales características, y entonces tomaría formas imperiales, contra Centroamérica, islas del Caribe y Sudamérica, el neocolonialismo como política exterior.
Décadas posteriores, luego de diversas cartas y publicaciones insinuando el derecho «divino» de Estados Unidos para hacerse de Nicaragua, estos no eran los únicos interesados, pues los invasores británicos hacían su parte como piratas en busca del saqueo de nuestra nación, así, tras imponer un «Reino Mosquito» y un falso rey a las órdenes de la corona Inglesa, en 1947 la fragata «Alarma» de la Marina Real Británica fondearia el puerto de San Juan de Nicaragua, apoderándose y reclamando el mismo en nombre del «Rey Mosquito».
El imperio naciente de Estados Unidos también quería su parte, su linaje era la piratería, sus intenciones también, así en 1850 deciden repartirse el protectorado de Nicaragua, sus tierras, cruces marítimos y demás recursos junto a los británicos en el tratado Clayton-Buwler, reforzado por el tratado Webster-Crampton de 1852; ante esto, la débil nación nicaragüense respondía con tímidas protestas escritas.
Para 1854 con la venía de ambas potencias, Nicaragua era un país en vía al neocolonialismo, la inmensa espesura natural y la estratégica posición para un cruce marítimo entre Océano Atlántico y Pacífico nos convertían en la joya de la corona, quien la tuviera tendría el control económico y militar del continente, por ello, ese mismo año se dio el primer ataque directo de las fuerzas yanquis, siendo el puerto de San Juan del Norte bombardeado e incendiado por el barco «Cyane».
La invasión filibustera, piratas de estado
Con tal preludio lleno de tratados injerencistas y ataques armados, se esperaba la siguiente movida imperial, los yanquis tomaban fuerza ante los británicos por el continente americano, intentando enviar primero tropas oficiales, para luego encantarse por la piratería moderna, al mando de esclavistas, sureños racistas cuya única intención era la expansión del sistema cruel e inhumano implantado ya de muchos años por fuerzas confederadas, todo claro, con la bendición y apoyo del gobierno norteamericano.
De esta forma, y aprovechando la frágil estabilidad política de una Nicaragua que se encontraba en guerra civil entre legitimistas y democráticos, sorprendieron los filibusteros el 11 de Octubre de 1955 a las tropas nacionales, miles de invasores bajo el mando de William Walker se tomaban la ciudad de Granada, dando lugar a una nueva guerra, esta vez por liberación de Nicaragua y Centroamérica.
«Entre otras providencias favorables a los piratas, que le ha dictado su extraña política al Presidente de los Estados Unidos debemos contar el reconocimiento que hizo del gobierno de Nicaragua formado por Walker». J. Marcoleta [1]
Tomada la ciudad de Granada las tropas filibusteras iniciaron su expansión contando con el reconocimiento de la Casa Blanca, siendo Walker presidente y haciendo de la esclavitud su primera política de estado; las fuerzas legitimistas y conservadoras en su mayoría entregarían las armas, sin embargo hubo un hombre cuyo carácter de patriota le hizo negarse ante tal traición, así, el entonces Coronel José Dolores Estrada, junto a Tomás Martínez decidirían esconder sus armas en un pozo de la hacienda San Antonio, ubicada en San Francisco Libre.
Guerra Patria, guerra sagrada
Cuán sagrada puede ser una guerra, cuando el futuro de tus hijos y la libertad de tus hermanos depende de ella, de esta forma los patriotas afrontaron tal misión, enfrentados a la traición de algunos connacionales cuyas ambiciones e ideales coloniales les harían voltear las armas contra su pueblo, luchando contra el hambre y la desigual capacidad de fuego, se vio Nicaragua en medio de una lucha que solo a través de la unidad de fuerzas sería posible de vencer, creando con esto un estandarte más en el pensamiento antiimperialista de nuestro país.
Como referenciara Rubén Darío en fragmentos publicados bajo el nombre «Los Aborrecedores de la Sangre Latina» expresaba:
«Y llegó Walker a imperar en Granada y tuvo partidarios Nicaragüenses y hasta algún cura le celebró en un sermón, con citas bíblicas y todo en la parroquia». [2]
Como ahora, entonces, los patriotas hijos de Nicaragua enfrentados a la invasión y la traición de quiénes sin desarrollar conciencia se sienten ajenos a su patria, la patria de los humildes, y que al final de la guerra, quedarían como el mismo Darío recordara:
"La pobre doña Sabina un gran chasco le pasó, que por andar tras los yanques el diablo se la llevó" [3]
Casi 3 años duró la invasión, donde las fuerzas nicaragüenses y centroamericanas lucharían hasta expulsar al enemigo, en el transcurso surgiría un nuevo héroe de la patria, que de Coronel, se convertiría en General y posterior Jefe del Ejército de Nicaragua, el mismo José Dolores Estrada Vado, nacido en Nandaime y cuyo liderazgo en San Jacinto será recordado por la eternidad.
Fue San Jacinto en 1856 un combate que impulsaría la moral de las tropas al punto de saberse poseedores de la victoria, ese 14 de Septiembre las fuerzas filibusteras al mando de Byron Cole harían frente a un puñado de patriotas mal armados y vestidos, junto a un grupo de indios flecheros que bajando de las montañas de Matagalpa escribirían tal epopéyico combate.
Destacó por supuesto el Sargento Primero Andrés Castro, cuya acción heroica al derribar a un filibustero de una pedrada sigue siendo ejemplo de convicción por la victoria, los objetivos en la batalla serían cumplidos, y estos eran: Impedir el avance de los filibusteros hacia la región septentrional de Nicaragua, controlar el camino carretero y evitar su abastecimiento en las haciendas ganaderas al norte y este del Xolotlán; las tropas nacionales: 120 hombres y 60 indios flecheros de Matagalpa.
San Jacinto ayer y hoy, senda de victorias
Senda de victorias que recorre el pueblo de Nicaragua, construyendo su historia y porvenir, lo fue la batalla de San Jacinto ayer, y lo son las nuevas victorias hoy en día; del triunfo en San Jacinto las fuerzas nacionales lograron 35 bajas en combate y muchas más durante la huida del enemigo hacia Tipitapa y Masaya, 28 de los nuestros ofrendaron su vida para escribir la historia de tan místico combate.
La victoria final estaba cerca y en 1857 el grito de «guerra al yanqui de robo sediento» cobraría su significado, expulsando las tropas invasoras, restableciendo un nuevo orden que aún frágil estaría marcado por nuevas guerras internas, pero que en el corazón de los patriotas significó la unión de fuerzas sobre el mal y la aniquilación, llevando en 1860 al fusilamiento de William Walker.
Entonces el pueblo de Nicaragua proclamó sus deseos de libertad y soberanía, para resguardar su cultura y tradiciones, para no ser nunca más colonia de nadie, pero amigos de todos aquellos países deseosos de trabajar en conjunto a nuestra patria, así al final de la guerra en 1858 se publicaría una carta llamada «Unos Cien Nicaragüenses, Al pueblo de los Estados Unidos», donde se expresa un sentimiento que vive aún en los ideales de libertad nacional, y cita:
«¡Venid a nosotros viajeros, y bienvenidos seais! ¡Como comerciantes, cambiaremos con vosotros nuestras materias brutas! ¡Como artesanos os admiraremos y seremos siempre amigos! Pero no pretendais que nuestro pueblo adopte como ley el cuchillo y el revólver, ni queráis implantar vuestras leyes y costumbres en un pueblo para el cual no son adaptadas». [4]
Seguimos firmes por la soberanía, con avanzados y mejorados ideales, con un pensamiento antimperialista cargado de una mayor fuerza, cohesión y unidad que son garantía de victorias, siguiendo el ejemplo de nuestros héroes, que lucharon por la libertad de una tierra que aún resiste al imperialismo y la traición, pero que sabe con la historia como respaldo, que los tiempos de oscuridad no volverán.
«Las celadas enemigas del pasado fracasarán de repetirse ahora. En el nuevo tiempo, no sólo uno de cuántos pueblos se rebela contra el imperialismo yanqui, sino que todos juntos en creciente batalla unánime y encaminada a derrotar al ejercito del dólar». C. Fonseca [5]
Escrito por Alonso
Referencias:
[1] IES. Pensamiento Antimperialista en Nicaragua, antología. Editorial Nueva Nicaragua. 1982. pp 34.
[2] IES. Pensamiento Antimperialista en Nicaragua, antología. Editorial Nueva Nicaragua. 1982. pp 55.
[3] IES. Pensamiento Antimperialista en Nicaragua, antología. Editorial Nueva Nicaragua. 1982. pp 54
[4] IES. Pensamiento Antimperialista en Nicaragua, antología. Editorial Nueva Nicaragua. 1982. pp 51.
[5] C, Fonseca. Obras Tomo 1, Bajo la Bandera del Sandinismo. Editorial Nueva Nicaragua. 1982. pp 384.
[6] C, Guido. General José Dolores Estrada, De la Batalla de San Jacinto en 1856 a la defensa de la constitución política en 1869. Alcaldía de Managua. 2016.