Juan de Dios Muñoz nace el 8 de Marzo de 1950 en el popular barrio San Felipe, en la ciudad de León. Su madre fue Lilian Leonarda Flores Reyes, conocida como Lila Flores, y su padre Santiago Muñoz González, quienes procrearon 5 mujeres y un varón: Guadalupe, Lilian, Juan de Dios, Eugenia, Lucia y Mercedes Muñoz Flores. Luego, Lila se casó nuevamente con Enrique Bolaños, con quien procreó a Enrique Bolaños Flores.
Juan de Dios vino al mundo en una casa muy humilde y lo ayudó a nacer bisabuela Marcela quien era partera, en un ambiente empobrecido, común en un país donde estaba implantada una dictadura nefasta que iba carcomiendo las entrañas de un pueblo subyugado por años de terror.
Inició sus estudios en la escuela Simón Bolívar de León, en donde cursó su primaria; luego inicia la secundaria en el Instituto Mariano Fiallos Gil en donde llega hasta segundo año por falta de recursos económicos que lo empujan a aprender distintos oficios para poder mantenerse a él y ayudar a su familia.
Guadalupe, la hermana mayor, también militante sandinista y colaboradora histórica del FSLN, relata que Juan de Dios desde muy joven tenía inquietudes políticas.
Quería mucho a sus hermanas y no le gustaba ni siquiera que fueran solas a las ventas. Precisamente eso le abrumaba, pues no quería dejarlas solas, pero él quería una Nicaragua libre y legar a su familia la libertad.
Reclutado por Edgard Munguía
Poco a poco se fue identificando más con la lucha del FSLN que para 1971 ya realizaba trabajos organizativos de masas y de agitación en los barrios de León en conjunto con el movimiento estudiantil universitario.
De esa estrecha relación es que Juan de Dios Muñoz pasa a formar parte de las Filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El 11 de abril de 1972 se desprende de su familia sin avisarle a nadie. Su mama pensó que él se iba a Costa Rica.
A raíz de la decisión de su único hijo varón, Lila Flores empezó a colaborar con los sandinistas con toda alma y corazón, con toda su entrega, ofreciendo su vivienda como casa de seguridad.
Sus compañeros en ese curso lo recuerdan por su carácter fraterno y muy exigente para cumplir las decisiones que tomaba el grupo. Como parte de su formación política, Juan de Dios recorrió muchas ciudades y pueblos de Cuba, conociendo centros de trabajos, hospitales, áreas de producción agrícolas, centrales azucareras, escuelas, etc.
Inicia la construcción de redes de apoyo
Una vez en el país, la dirección del FSLN lo traslada a una casa de seguridad en Managua donde está un poco tiempo en donde le orientan trasladarse a trabajar en el norte del país, en las montañas de Matagalpa.
En esos primeros meses de 1973, decenas de miles de managuas que se quedaron sin vivienda, sin enseres personales ni trabajo, fueron recibidos por sus familias y amigos en casi todas las ciudades y pueblos del país. Por eso, nadie se extrañó de su presencia.
Al regresar a la finca, conjuga su trabajo de motosierrista y con las tareas de la organización, hasta que finalmente se entrega a tiempo completo al trabajo político asignado.
«El amor que desplegaba al trabajo propio de la organización era tremendo», recuerda uno de sus compañeros. Y en efecto, realizaba tareas importantes y delicadas, pues le habían asignado la responsabilidad de ser el puente entre los militantes clandestinos de la ciudad y los guerrilleros de la montaña.
Pero además, su trabajo no solamente lo desplegaba en el departamento de Matagalpa, sino que se extendió hasta Chontales, Estelí y León; es decir, no centró su trabajo en un solo punto, sino que ramificó su accionar.
A la vez, era muy discreto cuando había necesidad de compartir información.
El operativo en Abisinia
Este hecho era una acción de distracción que había ordenado la dirección de la organización, pues se preparaba la operación «Diciembre Victorioso», ejecutada por el Comando Juan José Quezada, que consistió en la toma de la residencia del connotado somocista José María «Chema» Castillo, que se dio nueve días después, el 27 de Diciembre.
Herido en una mano
Deambuló por la zona durante ocho días, durante los cuales la herida en la mano se le infecta.
Finalmente logra llegar a uno de los campamentos guerrilleros, de donde lo trasladan a Matagalpa para curar la herida infectada de su mano.
Con un espíritu de lucha inclaudicable, estando en recuperación, con su mano sana realiza trabajos manuales como cartucheras, tirantes y otras piezas que todo guerrillero necesita.
Más tarde, como responsable político-militar, realiza círculos de estudio y escuelas militares con los compañeros que deben pasar a los campamentos guerrilleros y, una vez preparados, él mismo los traslada a la montaña (Pancasán, Zinica, Fila Grande).
Después, le orientan hacerse cargo del traslado de Managua a los campamentos de la montaña, a numerosos compañeros que son preparados para sumarse a la guerrilla. En ese ir y venir pasan los meses de 1975 aprendiendo, enseñando y poniendo en la práctica todos sus conocimientos.
En abril de 1976 siendo responsable de una escuadra guerrillera, se interna en las montañas de Zinica y se incorpora al campamento bajo el mando de Carlos Agüero.
Pierde uno de sus ojos
Una vez de regreso a Zinica, el comandante Rodrigo lo nombra segundo al mando del campamento, en donde ya están 35 compañeros entre campesinos, obreros y universitarios, y el Jefe del FSLN, Carlos Fonseca.
En agosto, sale de la montaña junto a cuatro compañeros con la misión específica de entregar la información de la brutal represión somocista contra los campesinos a un militante que estaba en la legalidad.
Hasta entonces se percata que la bala también le ha afectado uno de sus ojos. La gravedad de su herida obliga a la dirección del FSLN a enviarlo a Honduras para recibir atención médica y salvar su vida.
La militante sandinista Rosa Argentina Ortiz describe a Juan de Dios Muñoz como «una persona con una calidad humana increíble. Lo conocí cuando baja de la montaña en 1975, herido en la mano por una bala de Gárand.
Empecé a conocer su temple de acero, porque ni arrugaba la cara cuando le curaban esa herida.
Teníamos que hacer un recorrido para ir haciendo conciencia en todas las comarcas de Waslala: Las Vallas, Yaoska y otras.
En una ocasión, estábamos en un cerro, la Guardia nos detecta y ataca, una bala hiere a Juan de Dios Muñoz en el ojo.
El baqueano nos ordena tirarnos hacia el borde de un río. Veo a Juan de Dios que venía totalmente bañado de sangre. Nunca se quejó y sólo nos decía: – ¡Adelante, adelante, adelante! Ese día tuvimos tres combates».
Una vez recuperado, se traslada por veredas de Honduras a Estelí y posteriormente a Managua. Lo nombran responsable de una escuela militar clandestina. Los compañeros que fueron sus alumnos lo recuerdan como un auténtico revolucionario en todo el sentido de la palabra, con gran calor humano, con ejemplo vivo de la puntualidad, el orden, la disciplina, la humildad y su gran espíritu de lucha por los desposeídos.
Además de comprender perfectamente los problemas sociales, económicos y políticos del país, se daba a entender en un lenguaje sencillo para que todos asimilaran los conocimientos, saber con certeza por qué se luchaba y cuáles eran los objetivos del FSLN.
Juancito decía: «Tenemos que dedicarnos a la Revolución. Nosotros estamos consagrados para hacer esta revolución. No disfrutamos lo que la gente normalmente hace como ir al cine, a fiestas, a pasear, etc., porque nosotros nos hemos sacrificado voluntariamente y tenemos que entregarnos a todo lo que la Revolución impone, y todos como buenos revolucionarios tenemos que cumplirlo».
Su hermana mayor relata que en ese tiempo ella y su mamá participaban activamente como colaboradoras y en una de las tantas cartas que ella le escribía en contestación de las que él enviaba, le dijo: «llevame hermano, quiero irme con vos».
Capturado y asesinado
Este trabajo realizaba cuando cae asesinado por los esbirros somocistas en la entrada norte de Estelí, desde Condega, la madrugada del 26 de agosto de 1977, junto con el ingeniero Raúl González, quien lo estaba trasladando desde la frontera hacia la ciudad.
De acuerdo con el testimonio de hermana del ingeniero González, Martha González Almendárez, «en la salida de Estelí hacia Condega, sobre la carretera Panamericana, existe un lugar que se llama El Dorado, es una finca.
En la orilla de la carretera hay una especie de cerritos donde la Guardia se escondió para esperar la llegada de Raúl, ahí lo emboscaron.
A Raúl lo asesinaron a garrotazos en la cárcel de la ciudas de Estelí.
Según Martha González, el doctor Ulises González, primo suyo y de Raúl, logró ingresar a la morgue para identificar el cuerpo de su pariente.
Dice Martha: «Ulises vio cerca de la mesa donde estaba Raúl, una masa, una pelota grande de sangre en el suelo, «era un bulto grande de sangre colorada».
Ulises se acercó para ver de cerca de qué se trataba y se asustó cuando vio que era Juan de Dios Muñoz, «una masa de sangre». Juan de Dios no tenía un ojo, usaba una prótesis.
Ulises pudo observar que en su ojo sano tenía un balazo. Ulises lo comenzó a ver a Juan de Dios y no supo si tenía en otro lugar más balazos».
Su muerte fue un duro golpe para la organización. Todos sus compañeros se comprometieron con Juancito para llevar hasta el final sus sueños de liberarse de la tiranía y construir una sociedad donde reine la justicia y la libertad.
Como la familia no sabía del acontecimiento donde él había perdido el ojo, hizo caso omiso a la noticia donde hablaban de un hondureño con ojo de vidrio que había muerto.
A los tres días de su asesinato, un compañero sandinista llegó a la medianoche a avisar que el muchacho del ojo de vidrio era Juancito.
Su mamá y su hermana mayor fueron a Managua llegando a las 5 de la mañana del 30 de Agosto de 1977 y encontraron el cuerpo en la morgue de uno de los hospitales.
Guadalupe Muñoz fue quien tuvo que reconocer el cuerpo. Después que se los entregaron regresaron a León, vigilados por la Guardia Somocista que ya había autorizado el permiso para poder velarlo y hacerle una misa.
El pueblo de León y sus compañeros de lucha se enteraron de la noticia y se fueron concentrando donde estaba la vela.
Al ver el mar de gente la Guardia ordenó interrumpir la vela y llevar el cuerpo inmediatamente al cementerio de San Felipe.
Cuando se realizaba el funeral, un hermano sandinista hizo un discurso y cuando se estaba enterrando hubo un fuerte sismo.
Años más tarde, la familia accedió a trasladar sus restos al actual Mausoleo junto a otros Héroes y Mártires.
Fuente: Carlos Agatón