Hace más de 2mil años, Jesús lideró la Revolución del Amor. Revolución cuya meta era, y sigue siendo, construir un mundo de justicia social para toda la humanidad.
El Cristianismo, como expresión religiosa, ha demostrado ser una fuerza con incidencia política y de transformación; así lo registra la historia.
Su influencia, desde la fe, tiene un poder enorme sobre el curso de la vida en el planeta.
Y, como en todo, este poder puede ser utilizado para el bien o para el mal.
Son los intereses, vicios y virtudes de cada ser humano, de cada individuo que ostenta algún cargo de autoridad dentro de su estructura, los que definen el papel que éste jugará en el curso de historia que le toca transitar.
El Cristianismo, como expresión religiosa y fuerza con incidencia política en el mundo tiene el deber de seguir el mandato de Jesús; velar por los marginados y dotarlos de herramientas que le permitan enfrentar la injusticia y luchar por la equidad social e igualdad de oportunidades para alcanzar el bienestar social y derechos por igual; raíz de la emancipación hacia la libertad.
Escrito por Juan Carlos Ortega Murillo
Fuente: Barricada