Llevamos en la espalda un morral invisible… Dentro de ese morral llevamos nuestro país portátil. Lo bueno de nuestro morral es que no tiene dimensiones.
Comenzamos tú y yo, a llenarlo de cosas hace muchos años. En él están nuestros sueños y nuestras ilusiones. Llevamos también la esperanza de nuestra gente.
Ahí va el amor de los seres queridos; el morral se va llenando. En él debemos llevar mucha fuerza y mucha voluntad de reserva, para el largo y difícil camino que nos espera.
Cuando flaqueen nuestras propias fuerzas, entonces debemos detenernos a un lado del arduo camino. Colocar el morral sobre el suelo y comenzar a sacar de ahí tantas cosas que hemos ido guardando a lo largo de los años. Saldrán de ahí muchas voces de aliento.
Y si por desgracia, uno de los dos cae en el camino para no levantarse más, es obligación del otro acercarse, con rabia, a recoger el cuerpo caído y, junto al morral – sangriento o no – echarlo a la espalda, retomar fuerzas, y seguir avanzando por el camino largo.
Al final – si es que hay final -, el morral preñado, parirá, de seguro, un país mejor: Como para demostrarlo. Que eche raíces. Que deje de ser portátil.
Escrito por Hugo Chávez Frías
Fuente:
Sánchez O. (2014). «Hugo Chávez y la resurrección del Pueblo». Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba. pp. 168 – 169
Roja y negra bandera nos cobiija _
Patria libre vencer o morir.