Tenemos la obligación moral de recordar a nuestros héroes y mártires siempre, en esa medida la Revolución vivirá por los tiempos de los tiempos.
Disfrutamos el barrio como nunca, éramos felices, nos recorríamos cada rincón de este, cada cuadra llena de tierra, avanzábamos bordeando las correntadas cuando llovía y esos eran inviernos todo el tiempo, con algunas tormentas o vendavales según decía mi abuela y mi padre, jugábamos trompo, chibolas, muralla china, pegue corrido, arriba, omblígate, la pañoleta, baseball con bola de trapo y un garrote, la cuerda, saco y rajo con una pelota, rayuela y otros tantos juegos tradicionales que nos mostraban la importancia del colectivo, la enorme necesidad de tener compañerismo, ahí vimos la solidaridad en pañales, nos encontramos con los primeros actos de amor al otro, al que necesitaba nuestra colaboración para ser liberado en el caso del arriba, la lucha era liberarlo y en el juego conspirábamos para “salvarlo” esa era la consigna salvar al hermano que había sido agarrado.
Crecimos escuchando por error de frecuencia la Radio Sandino, madre susto se llevaron nuestros padres, en ese momento, crecimos viendo cómo se alegraba la esquina con las fogatas y un hermano al centro narrando las atrocidades de la dictadura y arengando al pueblo a incorporarse a la lucha por la libertad, crecimos conociendo de los periódicos todos los días los asesinatos perpetrados por el instrumento represivo de la tiranía de Somoza, crecimos sabiendo que el BECAT podría llegar a la cuadra y levantar a culatazo a cualquiera, no importaba la edad, ni el sexo, ni la condición que tuviera, esa era la Genocida que no respetaba la vida y que fue entrenada para darle sufrimiento al pueblo humilde.
Crecimos viendo las peleas del flaco explosivo la memorable pelea con el Púas Olivares, ahí estábamos a la par del viejo (padre) acompañándolo para celebrar juntos ese campeón del pueblo, celebramos las victorias del flaco y creció entre nosotros, las peleas en la madrugada o a media noche no importaba ahí estábamos rindiendo tributo a nuestro campeón, acompañándolo todo el tiempo, vimos como Royal Kobayashi era noqueado por el flaco explosivo, quien llegaría hacer décadas después nuestro alcalde del pueblo, también fuimos testigos años después de las derrotas pero para nosotros no había vuelta atrás era, es y será nuestro campeón humilde y sencillo de las raíces indias decía el mismo.
Crecimos viendo al diablo en la esquina de la cuadra fumando mariguana con todos los brotheres de la cuadra, antes que se ubicara donde anteojitos el carro viejo, destartalado que creció con nosotros, pasábamos a la orilla y tratábamos de no respirar, aunque el humo invitaba de manera prohibida a saber que se experimentaba, ¿Qué onda se sentirá? Nos preguntábamos todos los chavalos.
El diablo vivía a cuadra media de donde nosotros, pero tenía su pelota buena onda todos, ahí llegaba el Churro (mote de uno de los compañeros) y otros prójimos más a sentirse relax y a caminar sabroso como entre las nubes, nosotros los mirábamos con admiración y miedo por todo lo que significaba estar metidos en ese mundo de la mariguana, nunca irrespetaron a nadie, nunca armaron bonche, ni hicieron escándalos, varias veces la guardia los requiso y se les llevaban sus churritos bien empacados, así íbamos creciendo en el barrio San Judas con esa vivencia colectiva de todas las formas y de todos los colores y gustos.
Crecimos conociendo a la Manuela, un vecino que era homosexual, muy sociable, él se llama Manuel Granados, pero le gustaba y le encantaba que le llamaran Manuela y así se quedó, enamorado de todos en la cuadra y querido por todos también por su vínculo con nosotros, llegaba donde mi padre (Pulpería Futbolines) y le decía: Don Fila(Filadelfo): “apúrese que se me cae el niño despácheme un fresquito de cacao para que no se me caiga” y mi padre le seguía la corriente y decía: “Blanca(Madrastra) venga despaché a la Manuelita yo no quiero que pierda ese chavalo, no quiero que me culpe”.
Crecimos conociendo a la familia Morales enfrente de la casa, veíamos a Don Román (qepd) salir al frente de su casa a sentarse en una banca de concreto sin camiseta, ni camisola, ni camisa, al rato salía Marvin Morales (qepd)el Hijo mayor también en la misma condición sin camisa, luego venía Denis (qepd) también se sentaba y así sucesivamente cada uno se sentaba y todos sin camisa, y de repente se escuchaba un estornudo fuerte en toda la cuadra, era Don Román y a continuación gritaba el mismo: “Culo pelón” se escuchaba tanto como el estornudo y venía el siguiente estornudo y decía: “Bicho pelón” ya todos sabíamos que esa era la consigna, tanto nos acostumbramos que hasta repetíamos nosotros la frase entre risas.
Crecimos sabiendo de la existencia de la Chepa Jolota y sus hijos, estos llegaban a la cuadra a jugar con nosotros, trompo, baseball, hándbol, levantábamos lechuzas en esa cuadra ese gusto nos dábamos, sabíamos que pasaba en el interior donde la Chepa Jolota y las curiosidades de chavalos saltaban ante nosotros, hablábamos de operativos para ir a ver el interior y lo que se cocinaba adentro, lo que desconocíamos es que una buena parte de esas mujeres colaboraban y conspiraban con el FSLN todo el tiempo, apoyaban la lucha desde sus humildes y bondadosos actos de heroísmo silencioso, oculto, cuantas hazañas olvidadas por el tiempo y por no rescatar la memoria del colectivo genuino y único del pueblo humilde.
Crecimos en medio de la conspiración del barrio entero sin darnos cuenta, conocimos la Casa de “la Vieja Vulgar” un personaje que era respetado en el barrio aún a pesar del mote puesto, los mas grande de la cuadra contaban los malabares y posiciones que se asumían en esta casa, al final no sabemos si era para mostrarse fieras en la parte sexual ante nosotros ó era vivencias personales, si me preguntan ahora, creo que trataban de enseñarnos lo que deseaban y no necesariamente lo que habían vivido se conoce como tapasos.
Crecimos entre los cuadros de baseball del barrio viendo jugar al JLópez, Joyería Emir, Los Atléticos, Hospital Bolonia, San Juan que en este equipo jugaba uno de los mejores pícheres de la liga que posteriormente se dice jugo con la selección, llamado Augusto Membreño, también estaba el equipo Los Casayas, Arroz tío Tino y el Torrez Molina de Loma linda esta era una de las mejores ligas de esa década en los barrios y comunidades de estos lados, nos comentaron el Cro. Sergio García que jugaba segunda base y nuestro compañero y hermano de lucha Francisco Javier Zúñiga que nos colaboró con la información, jugaban donde queda hoy la Clementina Cabezas(conocido el cuadro como la antena), en San Pedro y San Pablo, donde queda el barrio Martín Luther King y también donde está hoy asentado el barrio Aquiles Morales ahí se jugaban ligas pequeñas y grandes, crecimos vendiendo helados en esos cuadros, en la casa preparaban los helados y salíamos con un termo a vender en pleno juego, nos tocaba a los más pequeños ir (Leticia, Porfirio y Enrique)era buena la venta, un día de tantos un foul fue a parar a la cabeza de Leticia y después de eso mi padre dijo ya no salgan más a vender esa vaina, ¡peligroso!.
Crecimos con la toma del Palacio y el fin de esa negociación, recuerdo que estaba estudiando en la Clementina Cabezas y ese día nuestros maestros andaban alborotados, emocionados, entusiasmados, alegrísimos de felicidad, tan así que nos dijeron hoy no tenemos clase porque vamos para el aeropuerto a despedir a los muchachos del Palacio Nacional, brincamos también nosotros de alegría pero era porque no tendríamos clase, no dimensionábamos en ese momento las repercusiones políticas del acto de la toma, solamente que con el tiempo fuimos entendiendo y también contagiándonos de esa alegría eterna de nuestros maestros, profesores, nuestros guías de enseñanza, recuerdo a la Profesora Conny, al Profesor Rubén, la Profesora Cristina y su hermana que viven por el Ceibón principal, al maestro Juan, teníamos un profesor que le decíamos barba de Chivo sinceramente no recuerdo su nombre, el Director le decíamos “Chibolón” era alto y flaco tipo profesor Girafales, en este colegio llegue a estudiar hasta 6to grado, también estaban mi hermano menor José Iván Beteta que fue asesinado por la guardia en la mortereada del 17 de Junio al barrio, estudio Porfirio Rodríguez, hermano de mi madrastra y Leticia Rodríguez también hermana menor de mi madrastra.
Crecimos viendo los operativos de la guardia en nuestra cuadra, el miedo rondaba todo el tiempo en nuestro barrio, el miedo a los culatazos o ser capturado, el temor a ser descubierto en un operativo pues eso equivalía a la muerte, a la desaparición, a la tortura inclemente, al asesinato cruel por los jefes de la guardia que todos escuchábamos del Plis y el Canoso, quienes pagaron con su vida las atrocidades realizadas con los jóvenes combatientes y otros que no necesariamente estaban involucrados en la lucha pero solo por ser jóvenes ya estaban condenados a muerte.
Disfrutamos del barrio como nunca, ese es San Judas, barrio heroico, combativo, fiel a la causa sandinista, mostró y sigue mostrando su temple y fuerza de orgullo, seguimos caminando con el Comandante Daniel y la compañera Rosario sin rendirnos y sin vendernos.!
Enrique Beteta Acevedo
En La tierra libre de Sandino
29 de junio 2022
12:40 pm