Carlos Puebla falleció en La Habana el 12 de julio de 1998. Su partida física se transformó en una pérdida importante para la música de conciencia y popular latinoamericana.
Eran decenas de miles los que se “pegaban” diariamente y por horas a escuchar Radio Habana Cuba. Y en esa esperada programación sonaban unos inconfundibles acordes de son montuno seguidos de una igualmente inconfundible voz: “Aquí pensaban seguir jugando a la democracia/ y que el pueblo en su desgracia/ se acabara de morir…”. Y hasta había en la programación un espacio para aquella voz que no era la de Benny Moré, ni la de Roberto Faz ni la de Barbarito Diez. Era la de Carlos Puebla con su grupo “Los Tradicionales”.
Con los meses fueron llegando de a poquito las canciones de Puebla. Luego vendría la combinación con los temas de Alí Primera, con la Nueva Trova Cubana, con la Canta Latinoamericana y en fin, con muchos temas militantes que todavía se conservan en aquellos álbumes de “El cielo por asalto” y otros más.
Las canciones de Carlos Puebla entraban para algunos en aquella odiosa definición de “panfletarias”, y Alí Primera puso las cosas en su sitio cuando cantó: “Será panfletaria / pero milito con ella”. Y Puebla ahí: el más viejo del grupo de los insurrectos cantores caribeños, con una historia que no comenzó en 1959 ni por asomo. Era el trovador que daba serenatas para distraer a la gente mientras los rebeldes sacaban armas de un sitio a otro en tiempos de Batista.
Carlos Puebla
De las curiosidades asociadas a sus fechas tenemos que Carlos Manuel Puebla Concha nació el 11 de septiembre de 1917, el día del cumpleaños 5 de Ignacio Villa, Bola de Nieve. Solo que el Bola nació en Guanabacoa (tierra en la que también nacieron Rita Montaner y Ernesto Lecuona, entre otros) y Carlos Puebla nació en Manzanillo, la hermosa ciudad ubicada sobre el inmenso golfo de Guacanayabo, mirando hacia el Caribe.
Le tomó gusto a la guitarra de tanto ver a su hermano tratando de aprenderla en un central azucarero, y tenía una armónica que no dejaba de tocar por las calles de su pueblo. Su padre era un mecánico casi siempre desempleado y el jovencito tuvo que trabajar en varios oficios para aportar a la casa. La cosa es que cuando se abrió la primera radio en Manzanillo, comenzando la década de los treinta, la CMKM, Carlos se fue para la radio a cantar… y no paró nunca más. En Manzanillo había conocido a Rosalba Juárez, quien era de Holguín y de ella se enamoró, siendo siempre el amor de su vida. Con ella se casaría el 24 de junio de 1948, tendrían una hija, María Antonieta, y con el tiempo, a sus tres nietos.
El periplo de Puebla, iniciado en su Manzanillo natal, continuó en Santiago de Cuba y luego en Matanzas para culminar hacia 1952 en La Habana ya con “Los Tradicionales”, el grupo que conformó y que demostraría no solo la gracia del son, la guaracha, la guajira y hasta el bolero, sino la gracia natural del humor cubano del que tanta gala hizo Carlos Puebla durante toda su trayectoria musical a través de sus composiciones y sus interpretaciones. “Los Tradicionales” fue una agrupación de pequeño formato integrada por Santiago Martínez, Pedro Sosa y Rafael Lorenzo.
La Bodeguita del Medio
La cosa se puso fuerte en Cuba con el Asalto al Cuartel Moncada en julio de 1953, pero lejos de intimidarlo el asalto comandado por Fidel Castro Ruz se convirtió en un estímulo para Carlos Puebla y su grupo. Y es que efectivamente antes del triunfo de la Revolución Cubana en 1959 ya Carlos Puebla hacía y cantaba letras incendiarias en tiempo de son montuno.
“Los Tradicionales” se hicieron grupo de planta en La Bodeguita del Medio y allí vivió Puebla episodios importantes. Por ejemplo, había que saber quiénes estaban en el local a la hora de cantar temas políticos. Eran tiempos de Batista. Sin embargo una vez cantó delante de un esbirro “Los caminos de mi Cuba” en el que hacía un paralelo entre los caminos pobres y los de las propiedades de los presidentes. El esbirro solo le dijo que le agregara un verso cuando él fuera presidente. “Este es mi pueblo”, “Plan de machete” y “Ay, pobre de mi Cuba” eran temas políticos suyos antes del triunfo de los revolucionarios. Hay que acotar que Puebla no percibía ingresos monetarios por tocar y cantar en La Bodeguita del Medio. Tenían garantizada la alimentación, la alegría y buena vibra que siempre ha tenido el emblemático bar y restaurante, y se mantenían él y su familia con las propinas que le dejaban los asiduos del local.
Con relación a su tema “Ay, pobre de mi Cuba”, hay una anécdota reveladora. Gobernaba Batista y Puebla fue invitado a la televisión debido a su fama. Le pidieron hacer tres temas. Los dos primeros fueron románticos, pero el tercero fue precisamente “Ay, pobre de mi Cuba”, una guajira con versos como este: “Aquí falta, según veo, un nuevo gesto mambí/ la palabra de Martí o el machete de Maceo”. Y cuentan que cuando terminó de cantar nadie quería salir del canal porque pensaban que afuera ya estaba la policía.
De la Bodeguita del Medio es también la historia de Puebla y Nicolás Guillén. Un día llegó Guillén y Puebla lo saludó: “¿Cómo está, poeta?”. Y Guillén le dijo: “El poeta eres tú”. En entrevista concedida en Cuba, la viuda de Puebla, Rosalba Juárez, señaló que entre los amigos del trovador estaban Oswaldo Guayasamín, quien incluso le hizo un retrato, Salvador Allende, Pablo Neruda, Agostinho Neto y Ernest Hemingway, quien escribió en Cuba “Por quién doblan las campanas” y “El viejo y el mar”, y que recibió un Pulitzer en 1953 y el Nobel de Literatura en 1954, ambos festejados con Puebla en La Bodeguita de La Habana. (El Nobel, la medalla de oro, descansa a los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba)
Carlos Puebla le dio la vuelta al mundo con sus sones militantes, su jovialidad y su cubanía junto a su grupo “Los Tradicionales”. En Venezuela estuvo unas cuantas veces e incluso compuso dos temas dedicados a la tierra de Bolívar.
Legado
Carlos Puebla falleció en La Habana el 12 de julio de 1989 y fue sepultado en el cementerio habanero. Posteriormente fue trasladado a Manzanillo en 1994. En su ciudad natal tiene una imponente estatua y una imagen en el Museo de Cera de Bayamo. La casa de la Trova de Manzanillo se llama “Carlos Puebla”.
El hombre que compuso “Hasta siempre, Comandante” de un tirón cuando escuchó a Fidel leer la carta de despedida del Che (3-10-1965) y que compuso “Que pare el Son” cuando se conoció de la muerte del Guerrillero Heroico, fue además un extraordinario cronista. Retrató musicalmente como nadie la cotidianidad de su pueblo en revolución, sus problemas, los conflictos que dejaban en esa sociedad la tiranía y la dominación yanqui.
Ahí están sus temas como legado inmenso:
“Hasta siempre, Comandante”, “La reforma agraria”, “Canto a Camilo”, “Yo también soy miliciano”, “Pues que se mude”, “Que pare el Son”, “Y en eso llegó Fidel”, “El Comité de Defensa”, “Para nosotros siempre es 26”, “Por allí vinieron”, “Venezuela, “Cinco puntos de la Dignidad”, “Diez serán”, “De Cuba traigo un cantar”, “Si no fuera por Emiliana”, “Que no se quede nadie sin aprender”,” La OEA es cosa de risa”, “Duro con él” y muchos más.
Quién iba a decir que cuatro días después de la muerte de Carlos Puebla se marcharía también el Poeta Nicolás Guillén…
Una vez dijo Puebla: “Yo no soy un cantante. Yo soy un cantor. Cantante es el que tiene con qué. Cantor es el que tiene por qué”. Así sigue siendo, pues hablamos de una conciencia que no se derrota, como se evidenció en la película “Estado de sitio”, inolvidable por la imagen de la represión uruguaya persiguiendo una proclama y una voz, la de Carlos Puebla.
Fuente: TeleSur
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