Llegamos al heroico Barrio San Judas en 1973 después del Terremoto del 72, mi padre decidió que nos asentaríamos en ese lugar, no tengo idea en este momento de su valoración para llegar a esa conclusión, veníamos de estar pernoctando en carretera vieja a León – km 28 y medio (Los Cedros) después del terremoto.
Llegar a San Judas significo incorporarnos a la vida del barrio, establecer vínculos en el colegio, reconocer la cuadra, asumir nuevos amigos, conocer el barrio, su dinámica, sus puntos de referencia como el Ceibón de la calle principal, la parada del Nancite, el Ceibón de abajo, la Quebradita, el Cuadro de la Antena, San Pablo y San Pedro, La Escuela Juan XXIII, La Escuela República de Panamá, Los Martínez, la Pablo Sexto ó la piscina de los patos, entre tantos puntos de referencia del populoso barrio.
Ahí fuimos creciendo entre la llegada festivas de Santo Domingo a San Judas, los bailongos donde Lisímaco Chávez que alborotaban el barrio y el desahogo de los jóvenes que le gustaba danzar e ir a las competencias que organizaba muy alegremente Lisímaco.
Llegamos a estudiar a la Divina Providencia creo que era cuarto y/o quinto grado de primaria, recuerdo a la Profesora Mirna era quien nos daba clases que posteriormente también nos dio catequesis con un compa que creo que se llamaba Martín, dándonos lectura de la biblia y toda la información para estar bien con Dios y poder dar la primera comunión.
Logramos conocer la experiencia de la búsqueda casa a casa de los guerrilleros del Frente Sandinista que rastreaban toda la noche por todo el barrio a dos de los guardias más crueles del área, el famoso Pliss y el Canoso, los dos asesinaron muchos jóvenes en las Lomas de San Judas y otros lugares del barrio.
También vimos patrullar unos guardias raros con los ojos vidriosos, que se querían mostrar amistosos con nosotros cuando nos encontraban en la calle jugando pero no comentaban nada solo reían como drogados, todos con los ojos rasgados, tipo chinos ahora con el tiempo creemos que pudieron ser del CONDECA, aunque también se dice que circularon mercenarios de Corea(Oriente), la verdad no sabemos pero si eran raros, un grupo de esos BECAT cuando pasaron llevaban una Lora que no paraba de dar ¡vivas a Somoza!, y repetía
esa lora ¡Viva Somoza!, ¡Viva Somoza! de alguna manera sorprendía que estuviera
bien amaestrada en ese sentido, al menos yo a esa edad sabía muy claro que no + Somoza, me había leído todo el testimonio en la Prensa del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en el 78, involucrado supuestamente Domingo Acevedo “Cara de Piña”, logre leer las incidencias de la Toma del Palacio en la Prensa también pues mi padre era un lector de todos los días del diario de la carretera norte.
En esos días podíamos jugar un ratito pero al ir cayendo la tarde nos llamaban para dentro de la casa, eran los días que la cacería de la guardia estaba en lo fino, a veces esperábamos que pasara la señora
que vendía el atol para la abuela “Chavelita” ella ya estaba bastante mayor, muy mayor, según mis cálculos pasaba de los 100 años, pero estaba lucida, nos reconocía, nos cotoneaba con la tajona y entraba en pleito con nosotros y le ponía queja a mi padre, ese era el clavo, ahí perdíamos la batalla de calle, por completo nosotros pues se interpretaba que no la respetábamos.
Algo que debo destacar de la abuela es que ella siempre para la cena nos dejaba algo de su comidita, ya sea tortillita con cuajada, con queso, huevito frito con tortilla, hacia su taco en su toallita que manejaba, algo le tenía a uno para darle, era una cosa religiosa de ella, a mí me decía; “toma que no te vean anda comételo” un acto lindo, hermoso que en ese momento no tenía dimensión del amor de abuela a nieto, hoy para mi es uno de los recuerdos tiernos que tengo de ella.
En la casa por esos días estábamos Mi Padre (Filadelfo Beteta Aguilar) mi madrastra (Blanca Rodríguez Bustamante) Isabel Beteta Téllez (abuela), Esperanza Agüero Mondragón (Familiar de Blanquita), Leticia Rodríguez (Hermana de Blanquita) José Iván Beteta Rodríguez (q.e.p.d. – hermano) Blanca del Socorro Beteta Rodríguez (hermana menor).
Como previsión de lo que podría acontecer el último cuarto se había preparado por cualquier rollo que pasara con colchones y una parte amplia para cubrirse y permanecer ahí ante cualquier evento de fuerza mayor que podría presentarse, es decir estar pecho en tierra en el piso.
Los días mediados de junio ya el ambiente estaba bastante lleno de escaramuzas de combate a lo interno del barrio, esos días la situación estaba más difícil por las noches se escuchaban las detonaciones de los enfrentamientos entre la guardia y los muchachos organizados en el Frente, ya había sucedido el éxodo de los jóvenes hacia el crucero y el vapor después que se planteó que era mejor que los jóvenes salieran para no ser capturados por la guardia nacional y desde luego por consecuencia desaparecidos.
Es precisamente en ese éxodo, en esa movilización que muchos adolescentes y jóvenes pierden la vida tanto en Batahola, en el Kilocho y camino al vapor, siendo emboscados por tropa de la guardia nacional que se parapetaban con armamento pesado y asesinaban a mansalva a los adolescentes y jóvenes que trataban de huir de las balas y el asedio de los esbirros de la guardia nacional, en esa movilización señalan que nuestro vecino un
muchacho cayado y trabajador que vivía frente a la casa de nosotros fue asesinado y desaparecido su cuerpo se trata de Henry Baca Moran hermano de Reyna, Lorena, Jasmina, Eveling y Santiago que es el hermano menor, todos nos conocimos en esa cuadra y lamentamos el asesinato de este joven vinculado a la lucha del Frente Sandinista, mucho sufrimiento trajo la desaparición de Henry a Doña Dolores Moran que cariñosamente era conocida como Doña Lola.
El día de los sucesos nos levantamos normal como todos los días, recuerdo que estábamos con José en el cuarto de nuestros padres jugando chibola, estando en el cuarto escuchamos una primera explosión que nos alertó y dejamos lo que estábamos haciendo y lo primero que pensamos es ir a nuestro cuarto, nos dirigimos al patio, voy adelante y salgo al patío y justo al estar cerca de la puerta del cuarto cae otro mortero cerca, la onda expansiva me lanza al interior del cuarto y me deja aturdido pues fui a dar contra el ropero que teníamos, fueron
segundos y cuando recobré conciencia miré que entraba al cuarto mi madrastra con su brazo herido, una herida profusa que emanaba mucha sangre, solo sentíamos olor a quemado conjugado con sangre y el humo presente en el cuarto, llego mi padre con sus manos cortadas sangrando también y la dificultad que no encontraban las llaves de la casa para salir.
Ese momento es un flash en mi mente, dispara el terror de ver heridos a los dos y sorprendido, aturdido, mareado, pensé en mi hermano, no estaba con ellos, no los acompañó, resulta que yacía según nos enteramos después en la sala boca abajo con una herida en la cabeza, producto de un charnel del roket que cayó en la sala comentado por Esperanza que entiendo logró ver el cuerpo de mi hermano, nosotros no lo vimos hasta dos días después al trasladar su cuerpo al patio.
En todo el barrio llovían a Granel las bombas tiradas por la guardia nacional despiadadamente desde las lomas de San Judas, en nuestra cuadra puedo recordar que cayeron con facilidad más de ocho rocket, solamente en nuestra casa (bombas de la guardia)cayeron tres de ellos, dos en el patio y uno en la sala que fue el que mató a mi hermano, donde Don Román Morales(q.e.p.d.) cayó un rocket e hirió a la esposa de Denis Morales (q.e.p.d.)uno de los hijos de Don Román, todo esto sucedió el 17 de Junio de 1979, la guardia estaba ensañándose con los ciudadanos del barrio, mostrando su arte de asesinos despiadados.
Por comentarios posteriores nos dimos cuenta que mientras mis padres trataban de abrir sin éxito la casa, en las afueras y ante los gritos de desesperación de la Blanquita de ver muerto a José, Don Jorge el vecino de la esquina sur, padre de María y Albert y Don Medardo el vecino de la esquina norte padre de Jeanette y Medardo se dispusieron a abrir a como diera lugar las puertas prensadas de la casa y lo lograron, fueron ellos quienes sacaron a la abuela y procedieron a llevarle al refugio donde estaban una buena parte de la gente del barrio.
A mis padres los trasladaron al hospital en la salida del Zumen que en ese momento actuaba como hospital general, no era de especialización y ahí ingresaron en las salas de cirugías, mi padre tenía charneles en la espalda con heridas considerables, heridas en sus manos que le afectaron su tendón y heridas un poco más pequeña en las piernas. En el caso de mi madrastra sufrió herida en el brazo que increíblemente no le afectó el Tórax, pero
si le atravesó de un lado al otro el brazo, causándole una hemorragia importante.
Una vez trasladados los heridos y la abuela nuestros vecinos se dispusieron a enterrar a José justo a la par de la acera de la casa, ahí fue su primera tumba.
En la casa en el último cuarto ahí estábamos nosotros, escuchando que seguían cayendo bombas en el barrio, traqueteo de fusilería lejana, así pasamos como tres o cuatro horas, una vez percibimos que el bombardeo se calmó, decidimos salir de la casa, salir por la sala, las imágenes difíciles pues las puertas estaban todas abiertas, saliendo nosotros se aparece un prójimo que era conocido como “El Flaco Napoleón” pidiendo que se le despachara gaseosa en medio del desastre que teníamos, el olor combinado de la sangre con la pólvora estaba fresco, se sentía, se percibía y todas las paredes charneleadas, en ese momento no sabíamos de la abuela nosotros, pero ya no estaba en la casa, al Flaco Napoleón la Esperancita le respondió, ¿no ve cómo está la casa?.
Todos los vecinos en su mayoría ya estaban en el refugio (Hoy Colegio Melania Morales) decidimos llevar nuestras cosas básicas para ir al refugio, ropa, comida, asuntos básicos debíamos de abandonar la casa y pues ya no importaba que se quedaba en ella, al salir nosotros a la calle, al realizar una mirada al norte y vemos que la guardia se desplazaba en dirección a nosotros, eso nos obligó a caminar más rápido estábamos más o menos a cuatro cuadras de distancia de ellos, pero nos generó temor, terror, pensamos que nos dispararían pero no lo hicieron, nos perdonaron.
Salimos camino al refugio, antes de llegar al puente donde estaba la pulpería de Don Adolfo(Padre de Fito), para entrar a lo que conocíamos como San Pedro, nos encontramos con la casa donde vivía Olman, un vecino quizás unos tres o cuatro años mayor, en ese momento con un equipo de sonido a todo volumen que se escuchaba en toda la cuadra, sonaba una canción de ABBA conjunto musical Sueco de moda, nada más y nada menos que el tema de “Chiquitita” sonó profundo en mi mente y la grabé para siempre para recordar el día de la perdida
de mi hermano de esta manera tan espantosa, traumática, producto del bombardeo indiscriminado al barrio.
Llegamos al refugio y ahí encontramos a la abuela, con un leve rasguño en su brazo frágil, que nos sorprendía pues ella estaba bañándose al momento del bombardeo y el baño quedo pasconeado de charneles, pero Diosito así lo decidió no tuvo mayores afectaciones muy a pesar que ella estaba ahí.
Todo el barrio se enteró de lo sucedido, pues ellos sintieron la tragedia, la
vivieron, Esperancita y otros vecinos Planificaron e hicieron el traslado del cuerpo al fondo del patio, ahí donde nos disponíamos a jugar por la mañana ó por la tarde se decidió ubicarlo en el patio donde descansaría unos meses, estuve presente en la exhumación de su cuerpo, pareciera que no había rigidez en su cuerpo, era primer encuentro cercano con mi hermano ya en otro plano de vida al menos lo vi cerca, no lo toque, no fue posible, pero mi ánimo sorprendido de vivir ese momento duro de la vida, pensar que ya no tendría más compañía a partir de ese momento, luego unos meses después fue trasladado al Cementerio General donde hoy descansa en Paz.
Recuerdo que en la Clementina Cabezas estudiaba creo que llevaba 4to ó 5to grado no logro precisar, ahí estábamos todos ya estudiando y la dirección del colegio decidió ponerle el nombre de mi hermano a uno de los pabellones del Colegio, para ser especifico el que esta transversal a la oficina donde quedaba la dirección del colegio en ese entonces, recuerdo bien que hicimos un acto conmemorativo pues cada pabellón tenía nombre de caído por la revolución y me toco develar esa pequeña placa de madera sencilla pero representativa recordando a mi hermano asesinado por la genocida guardia nacional.
José Iván Beteta Rodríguez tendría 10 años al momento de su asesinato, un niño interesado en los juegos, en el Chavo del ocho, en Popeye, Batman, interesado en la alegría, en el gozo, un niño con Don artístico para dibujar, jugaba al trompo, la chibola, nos perdíamos en la cuadra jugando con todos nuestros amigos y amigas pues también las vecinas entraban a jugar, me refiero a las Bacas vecinitas de enfrente, era zurdo con un Don nato para el dibujo, lo hacía rapidito, por ese don mi padre decidió enviarlo a la escuela de dibujo de la Colonia Dambach (Escuela de arte en ese entonces hoy Centro Cultural) donde afinaba su creatividad nata con la técnica que ya le mostraban, me tocaba acompañarle en bus los días de clase.
Décadas después de su fallecimiento nuestro Partido el Frente Sandinista de Liberación Nacional decide realizar monumento de José Beteta y de Marvin Baca en la cuadra donde vivíamos, es importante mencionar que la familia Granados (Doña Carmencita y Sarita) con la humildad que les caracteriza decidieron dar un espacio en su casita para que ahí pudiera con humildad construir el monumento a nuestros hermanos caídos en esos difíciles días, agradecemos con el alma ese gesto hermoso de la familia Granados.
Hoy tratamos de todos los años recordarles tanto a Marvin como José como los pilares que hicieron posible un cambio de régimen en nuestra patria, un sistema más solidario, cristiano y justo con restitución de derechos para todos y todas con oportunidades y equidades que nos garantizan paz, armonía, tranquilidad y desarrollo al país de manera global, hoy rendimos honores a ellos que merecen la gloria, tenerlos presente todo el tiempo es nuestra obligación para sostener la revolución en el poder y junto al pueblo construir el futuro de todos y todas.
Honor y Gloria a Henry Baca y José Beteta y miles de hermanos que dieron su vida por la Revolución.
Enrique Beteta Acevedo
7 de julio 2022
8:10 pm
Nicaragua tierra bendita y libre
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Amigos personales Fito o Adolfo Rosales. Hijo de Don Adolfo. Alber quien vivía en la esquina opuesta a la pulperia la palmera. Henry Baca con quien estudie en tercer grado en la Panamá después del terremoto. Una persona callada, sería, parecía que había nacido viejo. Cayó en el kilocho. Lorena fue mi compañera de trabajo en el Ministerio del Interior en la Dirección de Comunicaciones ubicada donde ahora es el ISDHUU y la Dirección General de Bomberos. Los Granados compañeros de destacada participación recuerdo a Carlos, quien en 1996 corrio como concejal en la consulta popular y sus sobrinos que estuvieron movilizados en varias ocasiones conmigo. Marvin Morales quien fue dirigente de los CDS de la zona 3 «B» de San Judas. Hollman sino estoy equivocado era uno de los hijos del viejo Max dueño del puesto del INCEI en San Judas el que quedaba como a una cuadra al sur de la casa de los Granados.