Una de las comunitarias con mayor conocimiento en las comunidades y caseríos de Rivas es “Mamá Gabriela”, una partera que se desplazaba hasta lugares donde el médico no llegaba en todo tiempo, en las localidades donde se tarda muchas horas caminando o avanzando montados en bestia, en bote sobre el río.
Lideresas llenas de amor y solidaridad en todo tiempo son y serán las parteras comunitarias.
Con la Revolución Popular Sandinista (RPS) en la década de los años 80, se empezó a capacitar y formar la red comunitaria (brigadistas, promotores de salud, colaboradores voluntarios, líderes comunitarios, chamanes, curanderos, médicos tradicionales, sobadores, casas bases y las Parteras y parteros), siendo un contingente de trabajo de cooperación voluntaria y genuina para generar acciones que nos llevaran a producir salud para todos y todas y controlar las enfermedades con esfuerzo colectivo.
En el SILAIS Rivas – Las Salinas de Nahualapa pueblos de descendencia indígena como los Nahoas se ha logrado sostener la participación de los actores comunitarios de manera protagónica. Esa zona se ha reconocido el don del saber de los especialistas comunitarios líderes y sabios involucrados en la producción y aseguramiento de la salud en las comunidades.
“Mamá Gabriela” es Gabriela del Carmen Obando Acosta, reconocida partera de la comunidad de Las Salinas de Nahualapa – Rivas con 95 años de edad, pero con una riqueza de saber ancestral única y esmerada.
Se hizo partera por la voluntad de ayudar a una hermana que estaba embarazada y no pudieron lograr que llegara la señora que buscaron para atenderle en ese momento.
“Me hice partera por una gran necesidad que no se muriera mi hermana mayor, la partera que buscamos como estaba cayendo una lluvia fuerte, dijo ay no, yo no voy debajo del agua, era una partera de Nandaime, dimos la vuelta a darle la razón a mamá, bueno cuando llegamos, ¡ay dicen y ahora que hacemos! Déjenme entrar hombre le digo que quiero ver”, relató.
“Dice mi papá déjala que entre, tan pronto no le va hacer daño, entonces me voy a sobarle la barriguita (hace señas de la sobada con sus manos) y hacerle así, así y salió el chavalo, se llama José Adrián; alegres ellos, bueno, ve dice para algo sirve y decía mi papá yo le tuve fe sabes por qué, porque ella nació el día de San Gabriel y Gabriel le ayudó, no hallaba ni que hablar mi gente, tenía como 15 ó 16 años estaba chavalona yo”, agregó Gabriela.
Mamá Gabriela tuvo 17 hijos, ninguno en el hospital porque asegura que le daba pena que la gente se diera cuenta, se fuera estar asomando al momento del parto.
Agregó que cuando tenía los dolores del parto mandaban a un chavalo donde su tía, así le decían a la madrastra, Juana María Delgado, que se encargaba de cortarle el ombligo. Esa me cortó el ombligo de Manuel Salvador el que vive en Managua, dijo.
Mama Gabriela también recuerda que Socorro Segura le cortó a la Alicia, otra de sus hijas. Aseguró sola se parteaba porque le daba pena, y que las vecinas solo llegaban a cortarle el ombligo.
Refiere la mamá Gabriela que todos sus hijos fueron bautizados, confirmados y dieron su primera comunión.
Dice que tiene una carretada de nietos (muchos), es un furgón cargado y todavía no alcanzan, son bastantes.
La mamá Gabriela dice que atendió partos de los Moragas casi 15 de toda la familia, más de 100 mujeres atendidas de Las Salinas de lo que recuerda, pero señala que la gente le dice que son casi 1,000 partos atendidos, también atendió a los Acevedo, a la difunta Angelita, era esposa de don lolo como 4 solo con ella (Lolito, Luis, Alba y no recuerdo el otro) los Romeros y los Villagra también fueron atendidos por ella.
También recuerda que del lado de “Cuascoto”, le venían a traer a pie hasta El Astillero y la cayeron varios aguaceros en el invierno. Eso tiene como 30 años ahí deje bastantes chavalos (parteados) también.
¿Tuvo usted la oportunidad de partear algún alcalde, no le han dicho que usted lo trajo con su ayuda?
MG: Me parece que José Ángel Morales Mairena “El Venado” el que es alcalde actualmente de Tola, lo levante (ayudar a partearlo y asistir el nacimiento) cuando se vayan, ustedes pasen de viaje para que me saluden al alcalde, que todavía existo díganle.
Nos comenta que en la época de los años 80 prácticamente solo ella era partera, siendo la médica tradicional de la comunidad, a su casa venían todos los enfermos y desde luego las panzonas.
Aquí en las Mercedes ayudo a nacer a una chavala que la señora ya estaba desconsolada y se acuerdan de mí, vino el Sr. se llamaba Victorino, él ya murió y yo no sé si ella está viva, se llama Anita Mairena, el bebé estaba atravesado, a esas horas yo le digo: este trabajo es duro pero lo vamos a tener que hacer, le digo para salvarle la vida a las dos, porque todavía está viva y así fue, yo sentí claro la patada, cuando yo le iba a sobar, está viva le dije, pase allá en aquellas tablas le dije, que era como una cama, la envolvemos en una sábana con la cabeza guindada y digo aya, veya, digo ya cuando yo les digo abajémosle ligero, le digo, le metí la mano en la espalda, pero entonces yo tenía fuerza, estaba chavalona, entonces que fue la ponemos, no dio tiempo de acostarla, hay no más se nos bajó, tuve que ponerle mampuesta, un trapito bien aseado que ese ya estaba listo, mampuesta atrás, la chavala viva y ella quedo viva, mujercita pero no recuerdo cómo se llama ni nada, entonces fue que nos hicimos comadre de una vez, echémosle agua me dijo la madre (invitación para que fuera madrina), yo ya le rece y todo, ya le eché agua en nombre del padre y del hijo y del espíritu santo, yo después le rece el padre nuestro y el creo en Dios Padre.
Terrible la Bertita mexicana le digo yo tantito me le quería venir, ya me jalaba del brazo, “Hay Carmencita una vez te soñé, la primera noche de abril, me cantaba, desde entonces juré amarte Carmencita hasta morir, ella me cantaba y no hallaba donde ponerme la señora (muy agradecida).
Es imposible recordar todos los partos, si es que yo le digo anochecía cuando llegaban por mí y luego rapidito amanecía en las casas ajenas atendiendo a las mujeres y sus niños.
La mamá Gabriela a sus 95 años tiene una memoria de oración envidiable y sus costumbres religiosas muy fresca nos comenta: Yo todavía me acuerdo de ciertas cosas, no voy a decir que de todas las preguntas, pero cuando uno llega a confesarse, uno ya se arrodilla de este lado del pulpito y el sacerdote del otro lado y dice el cura rece el padre nuestro, ya uno reza el padre nuestro, réceme el Dios te salve maría dice el cura, a rezarle yo pecador también, ay dios mío, vaya hasta que llega a decir el cura; quien es dios? Uno responde dios es perfectísimo principio y fin de todas las cosas. ¿Dónde está dios? En el cielo, en la tierra y en todo lugar. ¿Qué está haciendo en el cielo? Ensalzando a los humildes y apartando a los soberbios, ¿dónde fue bautizado el señor Jesucristo? En la pila del Río Jordán, así creo que hasta ahí me acuerdo.
Impresionante vivencia religiosa marcando la vida de la mamá Gabriela, memoria lúcida para la confesión y como cumplir con la penitencia y al final cuando el cura da la absolución de los pecados nos recuerda que Dios está en todos lados y vino a nosotros para perdonarnos nuestras faltas y que después de hacer la penitencia quedamos limpios de todas las impurezas como cuando nos bautizaron.
La mamá Gabriela tuvo dos hijos combatientes en la guerrilla uno Roberto José que murió en ese momento y el otro Manuel Salvador que según comentan regresó muy enfermo; duro dos años por esos lados movilizado, se dice que al ver su inteligencia y todo que capeaba su cuadrilla lo dejaron de jefe dos años, todos sabían que andaba en la guerrilla, a mí no me decían por mi problema del corazón y como padezco de la presión pues no me comentaban nada.
En esta continuidad de la Revolución fue invitada a formular un Libro de Saberes Ancestrales en la portada del mismo aparece la foto de la mamá Gabriela.
Nos acompaña Luzmilda Margarita Silva Acevedo vecina de la mamá Gabriela, pero también parte de los ciudadanos que fueron atendidos por ella parteándole para nacer y servir en la comunidad, quien es investigador comunitario de ascendencia Nahoas nos comenta lo siguiente: en el 78 acá en la comunidad hay compañeros que anduvieron con el Padre Gaspar Laviana, entre ellos estaba Mateo López, Dimas López esa gente son de la comunidad y ellos venían a organizarnos, por ejemplo mamá Gabriela era la partera de la esposa de Mateo López, entonces con ella hicieron enlace y ella ayudaba a comprar, como ella no ganaba por realizar eser tipo de actividad, pero si regalaba algunos ingredientes para las comidas (cebolla, tomate y chiltoma entre otros), siendo esa una misión encomendada para garantizar en la comida de los que estaban en entrenamiento y donde miraba la guardia ella se le corría porque todos les tenían miedo y es que eran malos, como a uno lo maltrataban, ella que estaba mayor, le tenía miedo a la guardia, ella con lo poco que le ayudaban cuando parteaba, ella lo llevaba al sitio donde preparaban la comida.
Ahí vivía doña Ángela Acevedo, por ahí nomás (apuntaba hacia fuera de la casa), ella hacía la comida y en la noche la iban a dejar a donde estaban haciendo los ejercicios los del FFLN que era aquí por “la Cucala” en los ángeles le llaman aquí.
Entonces ahí estaba Mateo con todos los jóvenes y los adultos pues que se estaban preparando con el padre Gaspar García Laviana.
El marido de ella igual era un señor chiquito, lo que le permitía camuflarse más de la guardia. También fue colaborador histórico don Luis Rodrigo Guadamuz Paíz, él si se reunía con la gente políticamente.
Agregó que se reunía con quienes estaban organizados, dirigiendo todos los operativos, en el caso de ella solo colaboraba con la comida, estaban en la misma casa, pero no se contaban los secretos.
El padre Gaspar mucho se reunía con ellas, y eso de las parteras, siempre las estaba apoyando, los incentivaba porque eran los únicos médicos que tenía la comunidad en ese tiempo.
Aquí había una Ermita que el padre Gaspar hizo, digo hizo porque el pidió un ladrillo a cada uno de la comunidad, hizo colecta para comprar el cemento y la construyó con la colaboración de todos, siendo parte de la estrategia de estar cerca donde estaba la gente de la comunidad.
Hoy el Padre Gaspar no está con nosotros, pero estamos en paz, tranquilos, tenemos que comer, la mamá Gabriela refiere sentirse orgullosa que en su época los jóvenes no tenían dinero y hoy reciben ayuda del gobierno para bachillerarse.
Sus nietos que se han bachillerado han recibido los 1,000 córdobas que les da el Comandante Daniel por medio del gobierno.
En las elecciones nos comenta Luzmilda ella (mama Gabriela) está pendiente, solicita la lleguen a traer porque ya no puede caminar e indaga quien llegará por ella manda razones preocupada porque pueden acabarse las boletas.
Comenta mamá Gabriela, Cuando ganó las elecciones Daniel me sentí muy alegre, estábamos despiertos, muy oscurito, mita
(mamita) me dice la Chayito, ganó Daniel, la ganamos, entonces le digo, ve, tas viendo que es bueno pedirle a Dios, por un cristiano bueno, yo me alegro cuando dicen ganó Daniel, ganamos aquí, hay que alegre digo yo.
Mamá Gabriela valoró la comprensión de su trabajo por parte de su marido y señala nunca me dijo nada, ya llegaba yo le decía: Luis Rodrigo ¡aja, ya venís me decía, sí le decía yo, entonces ya me abría, nunca él me peleo por eso, no, siempre aceptó que participara, nunca me peleo ni por nada.
Con firmeza nos dice: Me gustó la labor de partera, porque yo miraba lo que podía salvar, pero nunca se me murió una, gracias a Dios, en el nombre de Dios y María, el señor me ayuda y me acompaña toda la vida ese era mi refrán que le decía al señor.
A los 95 años sigue dando sobaditas, atenciones a las panzonas refiere que les hace el llamado a controlarse su embarazo.
Llegan todavía a buscarla de la comunidad, lleva asistencia de las pacientes, ella manda sus datos al Centro de Salud comentando en una hojita de cuaderno lo que atiende en su casa, en un pedacito de papel pide que escriban que atendió embarazada, si la sobo, tenía empacho, o era movimiento de parasito ella tiene su ayudante, su secretario para esas notas (un familiar), relata.
No se puede cuantificar el valor de su trabajo como partera, pero tiene valor inmenso, incalculable lo reconocemos a sus 95 años, es un tesoro inmenso para nosotros, siendo una guía en salud en la comunidad, brindando consejos, recomendaciones, a todos y todas, teniendo un corazón que late lleno de sabiduría, aun cuando ella nos diga que su corazón está enfermo, para nosotros está lleno de amor y solidaridad hacia su pueblo, a su comunidad de manera infinita.
Escrito por: Enrique Beteta Acevedo
Fuente: La Primerísima
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