Cállense todos y síganme oyendo en las catacumbas ya en la tarde cuando hay poco trabajo pinto en las paredes en las paredes de las catacumbas las imágenes de los santos de los santos que han muerto matando el hambre y en la mañana imito a los santos. Ahora quiero hablarles de los santos:
Leonel Rugama
José Alexander Estrada Fonseca el hombre de baja estatura, pero de gran convicción revolucionaria. A él lo antecedieron su lealtad a sus principios, al FSLN. En los momentos más difíciles supo guardar la cordura y la disciplina para que en el 2018, en Ciudad Sandino, no se levantara ningún tranque. Pepe Loco, mi tío Pepe, estaba loco de amor por la revolución y embebido por la mística revolucionaria. (Los revolucionarios no se rinden)
Este hombre de muchos defectos, como todo ser humano, pero de gran valor fue capaz de reorganizar todas las estructuras de combatientes y colaboradores históricos del FSLN en Ciudad Sandino del tal forma que hasta las entrañas del infierno se encontraban vigiladas por nuestra inteligencia y contrainteligencia.
Ahora hablemos de sus defectos
Pues sí, era un hombre como cualquier otro, pero especial como ninguno. Creció junto a mi papá, Gustavo Cerna, en el OPEN 3, hoy Ciudad Sandino y se integraron juntos a la lucha revolucionaria y a lo largo de los años se mantuvieron cumpliendo las tareas que les encomendó la revolución, sin esperar nada a cambio, quizás solamente el placer interno de haberle cumplido a la patria.
Dice mi papá que desde chavalo a Pepe le pesaba la lengua y casi nunca se quedaba callado, siempre tenía algo que decir. Decía las cosas sin pelos en la lengua a como le salían y casi siempre le salían vulgaridades. Es que su vulgaridad era una forma de resistencia – insurreccionada que por sí misma denunciaba y luchaba por las desigualdades del proletariado. Pepe decía: “Ahí donde ven mis ojos, ahí pega la bala y a los segundos cae otro hijo de puta vende patria”.
Algo que tenía, Pepe Loco, es que nunca rehuía una discusión porque él estaba convencido que en las palabras seguidas de la acción y la acción que alimentaba las palabras eran la fortaleza de la lucha revolucionaria. Él hablaba en tiempo presente de los héroes y mártires porque decía que ellos estaban vivos, porque el hombre que es recordado no muere.
Así que creo que más que un defecto era una virtud incomprendida su vulgaridad. Era su forma de interpretar el mundo y traerlo a la tierra. Con Pepe se podía hablar de historia, filosofía, política (hacía interpretaciones auténticas de los libros marxistas) y de religión. Era un crítico incesante de las jerarquías burgueses de las religiones y admirador de los sacerdotes honestos como el Padre Miguel o el Padre Gaspar García Laviana.
De cómo se entregó a la santidad
La santidad es algo extraño y cultural, no depende de las religiones, sino de los ideales de un pueblo. Es así, y por qué no decirlo vos, Pepe Loco, sos un santo, como los santos que mencionaba Leonel Rugama. Que acaso no ofreciste tu vida para la patria roja y negra, vos que dejaste tus diálisis en los momentos más duros del 2018 para derrotar al golpismo, ¿Quién va a cuestionar eso? Así que vos sos, sin lugar a duda, nuestro santo, nuestro santo de la vulgaridad porque ella era parte de tu personalidad.
Tal vez a alguien le moleste la palabra “santo”, pero también he escuchado de San Pascual Bailón, Dimas el santo de los ladrones, San Genarín, el «santo» borracho, entre otros sin merito conocido. Y ahora, sin temor alguno de decirlo, te tenemos a vos Pepe Loco, “nuestro santo revolucionario de la vulgaridad”. Te tenemos a vos que, sin predicar la santidad y solo apegado a tus ideales llegaste al estatus de santo. (La lealtad como principio de vida)
Para entender tu santidad tendrían que conocerte. Es que cuando realmente te conocían y entendían al niño de la barriada, al chavalo que jugaba handball y que a veces no comía o compartía lo poco o nada que tenía con sus amigos, cuando conocían al amigo jodedor, pero leal, a quien conocían sin saberlo era al santo. Este santo que fue canonizado por la fuerza de la moral revolucionaria.
Estoy seguro que allá donde estás, en la fogata del campamento guerrillero, no solo te alternas con Cabrerita para contar tus chistes picaros, sino que cumplís con disciplina tu tarea de apostolado. Entre cada cuento y vulgaridad, ese Santo, Pepe Loco, sigue entregando su vida y su lealtad a la Revolución Popular Sandinista.
Una cosa más
No hay que ser siempre reverente para ser un santo, nuestro santo Pepe Loco, tiene toda la fe y la irreverencia de un revolucionario santificado por sus acciones.
Ahora vamos a vivir como los santos.
Leonel Rugama
Jeremy Cerna
Berlín, Alemania (22 de mayo 2022)
Fuente: Tortilla con Sal
Bendiciones Jeremy. Te quedo tuani!!!