La guerra de 7 años (1926-1933), que también fue escuela, tenía como motor la soberanía de Nicaragua. Ser soberanos de los marines estadounidenses y de la miseria. ¿Cuántas sabemos que Sandino trabajó en unas 7 fábricas distintas? ¿O que cuando era niño su cuerpo experimentó la cansada labor de cortar café: el movimiento mecánico de los brazos, la fuerza de las piernas para sostenerse en terreno desigual, la fuerza de la cadera para sostener la canasta cuando se va llenando, el cuidado de no botar nada cuando se guarda en el saco?
Entonces nos identificamos con él los/las obreros/as, los/as cortadores de café, campesinos/as y las/os jóvenes que asumimos con disciplina el deber de estudiar para servir a la justicia social y no al beneficio propio. Sandino fue precisamente pueblo -se dice incluso que con discreción de su propia persona-. Nos reconocemos en su planteamiento de que la lucha es proceso colectivo y no triunfo individual. Así lo describía:
“Sacasa, los miembros de su gabinete y sobre todo el propio ministro de guerra, tenían ambiciones personales, y encontré verdaderas dificultades para conseguir los elementos que buscaba. Encontré gente dispuesta a ir a Las Segovias, pero para hacer méritos personales en provecho egoísta. (..) Mi buena fe, mi sencillez de obrero y mi corazón de patriota, recibieron la primera sorpresa política.”
Con Sandino se fundó la primera escuela rural, además su ejército tenía un departamento docente para alfabetizar a los soldados porque ser soldado no era saber disparar, sino defender con conciencia de los hechos y movido por una identidad de hermandad. El estudio, análisis, intercambio de experiencias fueron prioridades en la formación de su gente. A cada oficial se le asignó un ayudante para estudiar entre batallas y reportara su progreso. Esto es educación popular, que cada persona asuma su papel histórico, aprende a leer, analiza la realidad, toma conciencia del valor de los propios aportes. Eso fue la lucha de Sandino y es nuestra lucha hoy día.
Seguimos a Sandino porque para nosotras/os significa dignidad, soberanía, amor patrio, lucha por las libertades y las clases. ¿Cómo se concretiza todo esto?, ¿cómo nos gusta que se nos identifique a las/os sandinistas? El cooperativismo como modelo económico, político y social es la propuesta y la respuesta que Sandino y las mujeres y hombres que lucharon con él pensaron y ejecutaron. Comunidades cooperativas donde el estudio y la actividad económica estuvieran de la mano.
La visión de cooperación genuina, tal como la promovemos desde ÁBACOenRed / FUPECG, retoma también este legado partiendo de la escucha con intención de comprender, no de juzgar, a través de la integración con compromiso, hasta la transformación que implica cada vez mayor calidad de vida. Este proceso solo es posible reconociéndonos como sujetos históricos, conscientes de nuestro entorno, comprometidas/os con la justicia.
En Nicaragua continuamos el legado de Sandino en la dinamización de la economía popular. Por ejemplo, los 480 millones de córdobas en microcréditos a protagonistas o trabajadoras/es por cuenta propia por parte del Ministerio de Economía Familiar.
También lo continuamos con la apertura de la primera universidad indígena de agricultura y ganadería de Nicaragua. Con 60 estudiantes provenientes de Laguna de Perlas, Kukrahill, Tasbapoine, Cascabillaf, Bluefields, San Pancho, El Blof, Ramakay y Tiktikkaanu.
Lo continuamos con la estatalización de universidades para que estén al alcance de todos/as y a través de la primaria, secundaria y universidad en el campo que además de acceso para todas/os, también implica calidad ya que son laboratorios vivos para la innovación, acercando más al campo y la ciudad, a la vez que fortalece los lazos con el territorio.
Autora: Winnie Narváez Herrera
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