El 17 de febrero de 1927 nació el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Para Fidel, Almeida siempre fue un hombre de principios de justicia y de profundos valores y convicciones revolucionarias.
Se conocieron en el balneario de la Universidad de La Habana, cuando Fidel estudiaba, y desde entonces compartieron una sincera amistad acompañada de inquietudes revolucionarias por la precaria situación económica, política y social que vivía Cuba antes de 1959. Se sumó a la lucha contra la tiranía después que se produjo el golpe de Estado de Batista en 1952. Desde entonces, estuvo siempre en la primera línea de combate junto al Jefe de la Revolución, valiente, decidido y fiel hasta las últimas consecuencias. Luego del triunfo del Primero de Enero de 1959 asumió innumerables e importantes responsabilidades hasta el momento de su desaparición física.
El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, permanecerá en nuestros corazones como ejemplo de firmeza revolucionaria, valentía, patriotismo y compromiso con el pueblo. Será siempre recordado como la voz que en el momento decisivo en el combate de Alegría de Pío, entre la muerte o las ansias de libertad gritó: “¡Aquí no se rinde nadie…!”
Así lo demuestran los fragmentos de la Reflexión Almeida vive hoy más que nunca escritas el 13 de septiembre de 2009:
Tuve el privilegio de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del Moncada, compañero de prisión, capitán de pelotón desembarcando del Granma, oficial del Ejército Rebelde ―paralizado en su avance por un disparo en el pecho durante el violento Combate del Uvero―, Comandante de Columna, marchando para crear el Tercer Frente Oriental, compañero que comparte la dirección de nuestras fuerzas en las últimas batallas victoriosas que derrocaron a la tiranía.
Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón, la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas y la resistencia al bloqueo imperialista.
Escuchaba con placer algunas de sus canciones, y en especial aquella de encendida emoción que ante el llamado de la Patria a “vencer o a morir” se despedía de humanos sueños. Ignoraba que había escrito más de 300 de ellas, las cuales sumó a su obra literaria, fuente de lectura amena y de hechos históricos. Defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época, mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.
¡No digamos que Almeida ha muerto! ¡Vive hoy más que nunca!
Fuente: Cubadebate