Durante la tarde del martes 8 de febrero de 2022, en Panamá se realizó el acto en conmemoración al 106 aniversario del paso a la inmortalidad de Rubén Darío, héroe Nacional nicaragüense, nacido en un pequeño pueblo llamado Metapa, hoy Ciudad Darío.
Este significativo homenaje se realizó en el Parque Urracá, de la ciudad de Panamá. Embajadores de Indonesia, Cuba, Venezuela, Guatemala y Haití; diplomáticos de todos los países centroamericanos, de la India y de Bolivia; el expresidente de la República de Panamá y presidente de la Academia de la Lengua, Arístides Royo, el Director de Protocolo y Ceremonial del Estado de Panamá, Diomedes Carles; el profesor Universitario y escritor nicaragüense, Harlan Oliva Regidor; el académico de la lengua y Dariano, Rafael Ruiloba; así como también, miembros del Partido del Pueblo, Frente Amplio para la Democracia (FAD), Central Nacional de los Trabajadores de Panamá (CNTP), Sindicato Unido de los Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRACS), Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO) y dirigentes estudiantiles, hicieron presente en este acto.
El ataúd de Rubén Darío y sus simbólicas águilas
(Palabras de Harlan Oliva Regidor)
A 106 años del fallecimiento de Rubén Darío, «Padre del Modernismo», comparto esta magnífica y curiosa historia sobre el ataúd del poeta y sus dos simbólicas águilas talladas en sus lados, una en actitud de levantar el vuelo y la otra con las alas extendidas.
Aquí su historia:
En 1947 la Universidad de Panamá conmemoró el octogésimo aniversario del nacimiento de Rubén Darío.
El paraninfo de la universidad cobijó con suma complacencia a distinguidas personalidades del gobierno, intelectuales, académicos y diplomáticos de ambos países.
La edición N° 69 de la Revista Lotería publicada en febrero de este mismo año, replicó los discursos ofrecidos en aquella ocasión, sumando a la edición el homenaje que rindiera al poeta el Ministerio de Educación de Panamá.
La edición se abre con una nota editorial de José Guillermo Batalla, quien sostiene: «Bien ha hecho la intelectualidad panameña al ponerse en pie para rendirle tributo de admiración y reconocimiento al gallardo poeta de Nicaragua».
Al conmemorar el 106 aniversario de la muerte del genio del idioma, cito parte del discurso de don Enrique Ruiz Vernnaci, que se lee además en libro Rubén Darío en Panamá (2016).
EL ÁGUILA Y DARÍO
En el número 8 de la Gaceta de Nicaragua, fechado en Managua, el 23 de febrero de 1867, se lee un suelto notable y curioso.
Se titula «También hay águilas en Nicaragua». En este suelto del periódico oficial se cuenta que «un águila de la especie más bella, el águila real» había sido regalada por aquellos días al Sr. Capitán General, Presidente don Tomás Martínez.
Fue encontrada el ave en las montañas de Jinotega y por su tamaño y plumaje juzgaron que tendría un mes aproximadamente.
El 18 de enero de ese mismo año, en Metapa, pueblecito situado en el corazón de Nicaragua, sobre las faldas de la cordillera, había nacido Félix Rubén García Sarmiento, hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento.
El águila así, está ligada al nacimiento del gran poeta continental.
Si sus cisnes bogan por los lagos de su fantasía, el águila vela por los cielos y entre las nubes de su prosapia estética.
Y hay más. El águila, por magnífica coincidencia, selló igualmente la vida de Darío. El cisne- «el cincelado témpano viajero, en el mágico parque de mis triunfos testigo», firmó Rubén−le acompañó en sus sueños: el águila «para las águilas toda la gloria» cantó el genio −le besó en el ataúd.
A don José Félix Cuevas, hábil ebanista, el Gobierno de Nicaragua le encargó hacer el féretro de Darío. Le proporcionó un dibujo de cisnes y góndolas que había de servir para la ornamentación.
Pero Darío abandonó la vida antes de que el cumplido artesano rematara el trabajo y tuvo que entregar un ataúd que había construido con anticipación, para un acaudalado personaje de Managua en cuyos costados exteriores tallara a un lado, un águila en actitud de levantar el vuelo y al otro un águila con las alas extendidas.
En ese ataúd se depositaron los restos mortales de Rubén Darío.
El águila cumplió su misión de acompañarle al nacer y de seguirle rumbo a la inmortalidad. Por eso Rubén cantó al águila. Por eso Rubén fue tan americano al cantar al águila: oídle:
¡Águila que estuviste en las horas sublimes de Pthamos águila prodigiosa que te nutres de luz y de azul: como una cruz viviente vuela sobre estas naciones y comunica al globo la victoria feliz del futuro!
El cierre del acto
Las palabras de cierre fueron pronunciadas por el Embajador de Nicaragua en Panamá, Marvin Ortega, quien agradeció la presencia de todos los invitados.
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