A continuación compartimos un resumen de la histórica conversación que con el General Augusto C. Sandino tuvieron Daniel Calvo Díaz y otros cuando llego a Niquinohomo.
Serían las 10:00 de la mañana de un día de fines de Noviembre de 1933, cuando cuatro personas de Masaya fueron a visitar a Sandino en Niquinohomo. Hospedado en una casa esquinera, hogar de su padre Gregorio Sandino.
Empezó a hablar Sandino:
– Con los obreros y campesinos quiero forjar una Nueva Nicaragua. Vamos a organizarlos. Compraremos en Managua un edificio para hacer la casa del obrero… Allí haremos una exposición de mi archivo, a fin que todos los Nicaragüenses vean documentos y fotografías de toda nuestra campaña y de nuestros ideales, todos los ofrecimientos y amenazas de esos perros, derribando así tanta mentira y calumnia, como también avivar el patriotismo del pueblo.
– ¿Y usted no aspira a la Presidencia, General?- inquirió uno de los visitantes.
-No, ni un momento- respondió enfáticamente Sandino, agregando: lo que quiero es ir a trabajar duro a la montaña, servir a los miles y miles de campesinos que han apoyado nuestra lucha. Vamos a despalar la montaña y hacer una agricultura cooperativizada, donde todos seamos hermanos… Vamos a poner escuelas a construir ciudades. Nos llevaremos del Pacífico a carpinteros, mecánicos, talabarteros, sastres, para que tengamos de todo. Eso sí, nada de borrachines, vagos, egoístas, explotadores… Ahora los campesinos no tienen nada pero lo tendrán todo. No permitiremos a esos politicastros, sinvergüenzas y corrompidos. Vamos a eliminar el los Partidos Liberal y Conservador. También vamos a sacar a las compañías yankis de las minas. Debemos seguir luchando, aunque de otro modo, para que tengamos una patria nuestra, de todos los Nicaragüenses.
– ¿Como conoció a doña Blanca, General?
– Todo empezó -principió a relatar Sandino- con un papelito que me envió conteniendo una valiosa información militar del enemigo, pues ella era telegrafista. Se lo agradecí en otro papelito. Me siguió enviando papelitos y mandé tomar información de ella. Supe que era soltera y joven. Los papelitos empezaron a transformarse en cartas amorosas… Hasta que le propuse matrimonio y nos casamos.
Calló Sandino como indicando que era todo cuanto podía decir.
– ¿Que nos dice, General de sus diferencias con Farabundo Martí?
– Con Farabundo conversé muchas veces sobre cuestiones políticas y sociales. Insistía en transformar mi lucha en una lucha por el socialismo. Estaba de acuerdo con todas sus ideas y admiraba su talento, su sinceridad, pero le explicaba que por el momento no era eso lo que cabía y que mi lucha debía seguir siendo nacionalista y anti imperialista. Le explicaba que lo primero era, defender al pueblo nicaragüense de la garra imperialista, librarlo de ella, echando de nuestro suelo a esos perros y a las compañías yankis, y que el siguiente paso era organizar a los obreros. Su entusiasmo y buena fé me dejaron una viva impresión y mucho lamenté su muerte.
-¿Que es esa bulla que se oye afuera?- preguntó Sandino.
Los visitantes vieron, a poca distancia y en media calle, el gran muñeco de propaganda de la Casa Bayer, llamado Don Pacheco. En tanto en la acera venís el Agente de la Casa Bayer en Masaya, el joven comerciante Cornelio Hueck, quien al ver a los visitantes les preguntó que hacían en Niquinohomo y habiendosele respondido que visitando a Sandino pidió que le llevasen a saludarle y conocerle.
-¿Quien es el?- preguntó Sandino.
-El agente de la Casa Bayer en Masaya que vino a hacer propaganda en Niquinohomo- se le contestó.
-Entonces, que siga su camino; él anda en negocio de reales y nosotros estamos en negocio de ideales- ordenó Sandino.
Sócrates suavizó la orden diciéndole que el General estaba indispuesto.
-¿Que nos dice, General, de Pedrón?
– El hermano Pedro Altamirano es un gran soldado. Lo mejor de el es su disciplina. Nunca hace nada si no es cumpliendo una orden. Sin él quien sabe que hubiera sido de nosotros. Al principio andábamos buscando un refugio seguro en la selva y acampabamos. Como a cincuenta varas se apareció un hombre montando en buen caballo… Nos había vigilado… Empezó a hacer todo tipo de preguntas y me adelanté a hablar con el… Le expliqué ampliamente el motivo de nuestra lucha. Todo lo escudriñaba y se mostraba desconfiado. Andaba bien armado. Al fin decidió ayudarnos… Nos prometió el mejor refugio que podía existir: el suyo propio. Era un terreno extenso y limpio debajo de un grueso techo formado por las copas de altos árboles. Amo y señor de la montaña, conoce todos sus vericuetos y senderos… Le asigne su propio campamento pues sigue tan desconfiado como en sus tiempos de contrabandista. Hoy es un gran patriota. Vean ustedes como se transforman los hombres, su disciplina es extraordinaria.
-¿Y que hay de lo del «corte de chaleco» de que tanto se ha hablado?
-Es cierto- contestó de inmediato Sandino sin ambages y agregó: Les voy a mostrar una fotografía.
En ella se veía a un yanki boca arriba, maniatado, con la cabeza descansando en en un poyo de madera. A su lado Umanzor con el machete en alto para hacerle el «corte de chaleco». Al serle devuelta la foto dijo:
-Es una cosa terrible eso de volarle la cabeza a un hombre. Pero esos perros nos obligaron a ese tipo de lucha. Llegaban a las chozas de los campesinos, amarraban dentro a toda la familia, y le daban fuego. Muchos vieron de lejos esa atrocidad con sus familiares y se iban a engrosar nuestras filas. También a nuestra gente la mataban, les cortaban la cabeza y la colgaban en árboles de los caminos. Teníamos que dar esa satisfacción a nuestra gente y a los campesinos ultrajados. Sin embargo a los guardias nacionales los poníamos en libertad.
Ya había avanzado la tarde y los visitantes se disponían a despedirse. Al hacerlo, Sandino dijo:
-En mi próximo viaje traeré suficiente dinero para que empecemos a hacer lo que les he dicho. Les pondré un telegrama para que vengan a verme.
Sandino se quedó en su dormitorio y los visitantes se despidieron de Sócrates que estaba en la sala.
Así habló para la historia el glorioso jefe del PEQUEÑO EJERCITO LOCO.
Referencia.
N, Arrieta. ¡Habla Sandino! (Una íntima entrevista en Niquinohomo con el Glorioso General de Hombres Libres). 1971.
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