Desesperados porque a pesar de su incesante campaña de mentiras Cuba no está sola -como acaba de demostrar la visita de Díaz-Canel a México-, y por defender al desprestigiado Ministerio de Colonias (OEA), durante la recién concluida Cumbre de la CELAC en México el imperio volvió a recurrir a la más antigua de sus estrategias: la del divide y vencerás.
En esta ocasión para interpretar el deshonroso papel de Malinche fue designado el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien, durante su intervención, en vez abogar la integración latinoamericana a pesar de la diversidad, uno de los principales propósitos de la CELAC, dedicó su tiempo de palabra a entonar con «fuerza» el manido discurso del Norte para criticar a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y defender a la OEA.
La tarea divisionista de Lacalle fue enfrentada primero por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien retó al uruguayo a discutir sobre democracia donde y cuando él quisiera, y por una réplica del presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
El mandatario cubano le señaló al lacayo de turno el imperdonable olvido de mencionar, a la hora de hablar de democracia, la violación de los derechos humanos que significan las seis décadas de bloqueo del gobierno de Estados Unidos contra Cuba y lo invitó a escuchar a su pueblo víctima de los efectos nefastos del neoliberalismo.
En cuanto a su taimada defensa de la OEA, el dirigente cubano le recordó a su homólogo de Uruguay que esa institución ha estado al servicio de Estados Unidos no solo en el aislamiento a Cuba sino que ha apoyado las intervenciones militares, las dictaduras, incluso en su país, donde, en la época del Plan Cóndor, abundaron los crímenes y desapariciones para contener la resistencia de los pueblos latinoamericanos.
«Él sabe que la OEA guarda silencio ante las torturas y asesinatos, y no es en Cuba donde hay desaparecidos ni donde surgen esos hechos, y es esa institución la que generó y apoyó el golpe de Estado en Bolivia. Y eso es lo que ha tratado de defender aquí el presidente de Uruguay», precisó el cubano.
En una contrarréplica, y como para no dejar dudas de su lacayuna misión, Lacalle se limitó a repetir en su defensa una estrofa de una canción a la que el presidente cubano definió posteriormente como una «construcción».
La cancioncita de marras, por cierto, fue construida en las tierras de «libertad» de Miami por un grupo de artistas cubanos luego de ser sometidos al más vulgar y deshonroso de los chantajes y la cual, curiosamente, fue utilizada como himno de guerra durante las «pacíficas» protestas, financiadas y organizadas desde Estados Unidos, el pasado 11 de julio en Cuba.
Los verdaderos «compositores» de la canción, que paradójicamente en nombre de la «vida» busca un derramamiento de sangre entre cubanos, son aquellos que, como dijo López Obrador en su discurso en el Zócalo de la Ciudad de México a propósito del festejo del Día de la Independencia de ese país, utilizan «el bloqueo para impedir el bienestar del pueblo de Cuba con el propósito de que éste, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio gobierno».
Encuentro de contrarrevolucionarios con Luis Almagro Foto: Tomada de Internet
Hasta la OEA, que Lacalle tan lacayunamente defiende, puso su nota en tal engendro propagandístico. Su Secretario General, Luis Almagro, otra marioneta de la mafia anticubana de Miami, no solo se reunió hace unos años con algunos de los supuestos líderes de dichas protestas, sino que además ha participado activamente en la reciente campaña mediática contra Cuba cuyo único fin sigue siendo el de propiciar una intervención militar en la Isla nada menos que en medio de una pandemia.
Como bien dijo Díaz-Canel, “La mención a Cuba del presidente Lacalle denota su desconocimiento de la realidad”, o simplemente su vocación de lacayo le nace de las entrañas.
Fuente: CubaSi
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