Hoy recordamos el heroísmo del Coronel José Dolores Estrada, del soldado Andrés Castro, de los 60 Indios Flecheros Matagalpa y de los 160 patriotas que, al vencer a los filibusteros, nos dejaron un inmenso legado de valor y dignidad.
Hacienda San Jacinto, donde el tiempo se detuvo
Hay lugares mágicos, cargados de historia, donde parece que el tiempo se detuvo. La Hacienda de San Jacinto es uno de ellos, porque es uno de los pocos sitios, quizás el único de la Guerra Nacional, que se encuentra intacto.
Los que visitan la Hacienda de San Jacinto, que hoy es un monumento nacional, encuentran el lugar en casi las mismas condiciones que el día de la batalla: la casa de hacienda grande, de tejas y con dos corredores, en el centro de un extensísimo llano. En las paredes de la casa, se han encontrado 68 balas.
Ahí, el 29 de agosto de 1856, llegó la compañía comandada por el Coronel José Dolores Estrada y los Capitanes Carlos Alegría y Bartolo Sandoval: estaban destinados a encontrarse con las primeras avanzadas de Walker. Eran 160 hombres. El 11 de septiembre, llegó una división de 60 indios flecheros Matagalpa, al mando del mayor Francisco Sacaza.
Los filibusteros aparecieron en la hacienda entre las 5 y 7 de la mañana, del 14 de septiembre, comandados por el Teniente Coronel Byron Cole. Lograron acercarse sin ser vistos, debido a las espesas neblinas: “Estrada fue sorprendido; no tenía espionaje, y cuando le anunciaron al enemigo fue a corta distancia, porque la campaña era tan limpia, las brumas de la mañana impedían ver los objetos de lejos. Sin embargo, dio la orden de no dispararles, sino a quema ropa, sin duda para economizar el parque de que andaba tan escaso” (Pérez: 261).
Usando armas viejas y obsoletas de la forma más eficiente para derrotar a los enemigos
Los filibusteros contaban con los últimos modelos de armas disponibles en los Estados Unidos en ese entonces: fusiles rifles, fusiles carabinas, revólveres. Eran fusiles a repetición, mientras que las armas de los aliados al mando del Coronel José Dolores Estrada eran fusiles españoles del año 1752, 1791 ó 1803, de un solo tiro. La puntería de estos fusiles a 50 metros era pésima, pero dentro de treinta metros eran letales.
“Esto explica lo que hemos aprendido en el colegio sobre la orden de Estrada de no disparar hasta tener al invasor a treinta metros. Pero también nos deja claro la enorme superioridad de la técnica militar de los filibusteros, y la bravura y serenidad militar del Coronel Estrada, que no se amilana al ver diezmada un tercio de su tropa por una andanada de fusilería desconocida y muy superior a la suya, da la orden de esperarlos a treinta metros, despliega parte de su tropa para contraatacar al filibustero invasor por dos flancos en una distancia dentro de los treinta metros y aniquilar a los jefes de las tres columnas filibusteros y buena parte de sus tropas, haciéndoles morder el polvo de la derrota: replegándose los filibusteros sobrevivientes hacia Tipitapa” (Werner, Espinoza Pérez, 2011).
El Coronel José Dolores Estrada, quien había nacido en Nandaime en 1792, en la batalla de San Jacinto tenía 64 años. Tenía mucha experiencia militar y, sobre todo, una inquebrantable voluntad, que le permitió usar armas viejas y obsoletas de la forma más eficiente para derrotar a sus enemigos. El coronel contaba con 160 hombres, los filibusteros atacaron con 200.
Se llegó a luchar cuerpo a cuerpo
El combate desde el principio fue desigual: los nicaragüenses no tenían tiempo casi de cargar sus lentos rifles de chispa y veían saltar sobre ellos, tiros incesantes de armas de repetición a los filibusteros.
Se llegó a luchar cuerpo a cuerpo: a bayoneta, a machete, hasta con piedras. Andrés Castro viendo un filibustero saltar una trinchera y no teniendo cargado su rifle, tomó una piedra y lo mata de un certero golpe.
La resistencia y el valor de los combatientes fue destacada por el mismo General Estrada, quien escribió: “Tal vez estuviéramos escribiendo una derrota, […] si el Teniente Eva, Vélez y Solís con Manuel Marenco no se resuelven a morir primero que abandonar el punto de donde les hacían resistencia”. El punto era el estrecho terreno que quedaba entre el corral y la casa.
Detrás de esos valientes oficiales los soldados parapetados en el corredor de la casa hacían fuego de fusilería. Entonces agrega el General Estrada “dispuse que el Capitán Cisne, el Teniente Siero y el Oficial Fonseca saliesen a flanquear”. En efecto salieron ocultamente por el costado sureste de la casa con tres guerrillas y entre el monte y la serranía aparecieron de pronto a espaldas de los filibusteros que ya se creían victoriosos al grito de ¡Viva Martínez!
Cayeron sobre los yanquis. Al interrumpir las guerrillas gritando y disparando, la yeguada y potros de la hacienda se espantó y corrió en tropel al corral donde acostumbraba guardarse. Los filibusteros vieron caer sobre ellos a los valientes guerrilleros, sufriendo el impacto de sus descargas y sobre eso oyeron entre el monte, el tropel de potros creyendo que a la infantería venía agregada una furiosa tropa de caballería. Perdiendo la cabeza saltaron en retirada los corrales donde Cisne, Siero, Fonseca y sus soldados cayeron sobre ellos a la bayoneta. De la casa se oyeron gritos de triunfo. Entonces… saltaron en persecución de los filibusteros en huida, con bayonetas y machetes, con revólveres y armas que recogían de los vencidos y con lazos los que pudieron montar a caballo, organizaron la persecución a muerte.
La victoria de la Batalla de San Jacinto se logró gracias al valor de los combatientes y con el sacrifico de 55 patriotas que entregaron sus vidas. Los filibusteros caídos en combates fueron 35 y otros 18 fueron ejecutados en la persecución. El pánico de los filibusteros fue tan grande, según el propio Walker, que llegados a Tipitapa, volaron el puente temiendo un ataque inmediato a aquella villa.
En San Jacinto “al invasor se le arrebató para siempre la fe en la victoria” y la estrella de Walker comenzó a declinar.
Y la leyenda de San Jacinto inició a crecer
La leyenda de San Jacinto creció. Al analizar todas las batallas de la Guerra Nacional, se ve que las otras batallas – las dos batallas de Masaya, octubre y noviembre de 1856 y las tres de Rivas y su estado de sitio en 1857 – fueron con mucho más participantes y con más importancia militar.
Sin embargo, en San Jacinto se quiso unificar la independencia también desde el punto de vista simbólico. Aunque eran de partidos opuestos, Máximo Jerez era amigo de Estrada y su aliado en la Guerra Civil de 1862 en contra el Presidente Tomás Martínez. Después de la muerte de Estrada en 1869, Jerez y otros comenzaron a celebrar la Batalla de San Jacinto en honor a la memoria de Estrada, y así comenzó la tradición de conmemorar la batalla de San Jacinto.
Héroes Nacionales en defensa de la soberanía patria
A lo largo de nuestra historia, se ha reconocido el valor y la determinación de los protagonistas de la Batalla de San Jacinto. El Coronel José Dolores Estrada fue declarado Héroe Nacional el 17 de agosto de 1971, Andrés Castro el 20 de octubre de 1982 y los Indios Flecheros Matagalpa el 18 de septiembre de 2012.
Con el Decreto 1123, del 17 de agosto de 1971, se reconoció “que en la gran lucha emprendida por el pueblo nicaragüense para librarse de la dominación y el vasallaje impuestos por las agresiones de nuestra soberanía, nuestra nacionalidad y aún de nuestra existencia como República, ha habido destacados combatientes, verdaderos hijos del pueblo, que no dudaron en ofrecer sus vidas por la defensa de nuestra Patria; Que la intervención filibustera de 1855, que trató de arrebatar la soberanía a Nicaragua y a los demás países de Centroamérica, fue rechazada gracias al heroísmo y la entrega de humildes hijos del pueblo, artesanos como Andrés Castro, maestros de escuelas como Enmanuel Mongalo y campesinos como Juan Santamaría, venido de Costa Rica a luchar contra el invasor”.
La importancia de la participación de los Indios Flecheros Matagalpa fue reconocida hace ocho años, a través de la Ley 808, donde se afirma: “Que la Batalla de San Jacinto, significó uno de los hechos históricos más importante para la historia de Nicaragua, donde se destaca el más elevado patriotismo de insignes ciudadanos nicaragüenses, declarados héroes nacionales como José Dolores Estrada y Andrés Castro, habiendo sido olvidados en la historia la heroica participación en dicha batalla a los Indios Flecheros Matagalpas, los cuales contribuyeron a sentar las bases de la defensa de la Soberanía Nacional, la creación de condiciones para la formación del Estado Nacional y constituyen testimonio de la lucha anti colonialista y anti-intervencionista del pueblo nicaragüense”. A través de la Ley 808, se patentizó “el reconocimiento de la siempre heroica participación de nuestros indígenas en defensa de la soberanía patria”.
El significado de la Batalla de San Jacinto
El de septiembre de 2019, el Comandante Daniel Ortega, en el 163 Aniversario de la Batalla de San Jacinto, recordaba que para comprender esta batalla debemos recordar que la invasión de los yanquis y su proyecto de expansión en América Central, se ubica treinta años después de la Independencia de Centroamérica de la Corona española. Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica “Eran naciones que estaban naciendo a la independencia, estados que estaban naciendo a la independencia cuando viene la invasión y se trataba de defender (…) esa independencia que se declaró el 15 de septiembre de 1821”.
Por eso en San Jacinto se “defendió la dignidad de la patria, la soberanía de la patria, la soberanía de la región centroamericana, de las naciones centroamericanas”.
La Batalla de San Jacinto trascendió a toda Nicaragua y a toda Centroamericana“porque se demostró aquí que el yanqui no era invencible, se demostró aquí que se le podía derrotar, la derrota del yanqui aquí en San Jacinto significó inmediatamente fortalecer la moral de los combatientes nicaragüenses, de los combatientes costarricenses, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, todos a luchar con mayor empuje en los diferentes frentes de batalla”.
Fuentes consultadas:
- MINED
- El 19 Digital
- Barricada
- Alcaldía de Managua, Dirección de Cultura y Patrimonio Histórico “Próceres y Héroes de la República de Nicaragua” (2019)
- Pérez J. (1992). Obras completas. Colección Cultural, Banic, Managua
- Werner P. y Espinoza Pérez E. (2011) La historia, la arqueología y la Batalla De San Jacinto. Alcaldía de Managua