En julio sobresalieron los combates siguientes: nuestras fuerzas de la división del Atlántico, al mando de los generales Francisco Estrada y Simón González, atacaron y tomaron el campo platanero Vacaro, de compañía norteamericana, en Puerto Cabezas. Al enemigo acantonado en ese campo le llegó inmediato refuerzo, pero nuestros muchachos supieron rechazarlos, quitando los trenes y moto-carros, así como parque, rifles y ametralladoras. Se dio fuego a los edificios, y al día siguiente una flotilla de aviones bombardeó a nuestra columna, pero fue derribado uno de ellos. El bombardeo orientó al enemigo que se aproximaba y se trabó un sangriento combate hasta cerca de la noche. Se calculan en más de cien las bajas del enemigo.
Fuimos informados de que veinte anfibios yanquis acuatizaron en Puerto Cabezas, para levantar a las familias norteamericanas, residentes en aquel puerto. Estimamos atinado el procedimiento, porque la suerte que allí les espera a los norteamericanos, es negra.
El 14 del mismo julio, nuestras fuerzas al mando del coronel Ruperto Hernández Robledo y del sargento mayor Francisco García, tuvieron un sangriento encuentro con el enemigo en Los Achiotes, departamento de Jinotega, en el que perdieron la vida tres tenientes perros traidores y nueve piratas yanquis. Se avanzaron armas y parque. Siempre en julio, el día 16, en La Rocía, departamento de León, nuestra fuerza al mando del coronel Zacarías Padilla, libraron otro sangriento combate y avanzaron muchas armas y provisiones de boca.
A última hora, los generales Estrada y González, jefes de la división del Atlántico, nos comunican que en la Mosquitia hondureña han cruzado a territorio nicaragüense fuertes núcleos de tropas norteamericanas, que no sabemos cómo permitiría el gobierno de Honduras, que se dice celoso autonomista. Agrega el informe que el cuartel lo tienen en un campo platanero de compañía yanqui, la United Fruit Company, en el puerto hondureño de Trujillo.
J. C. Simith, oficial yanqui, dio a los periódicos la siguiente lista de muertos de la guardia, en sólo un combate en las Segovias. Si eso confiesan, huelga decir cómo andará la cosa, y que vayan a abonar la tierra los renegados, y sirvan siquiera para eso: raso Rigoberto Rojas, número 5136 (numerados como si se tratara de implementos); sargento Juan Coronado, número 1888; raso Lionstini Omair, número 4764; raso Humberto Martínez, número 4115; raso Miguel Cárdenas, número 4073; raso Benito Zamora Rico, número 4278; raso Manolo Cuadra, número 100.
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San Rafael del Norte, departamento de Jinotega, 30 de marzo de 1932.
Mr. Walter A. Gaspar
330 Wisconsin Av.
Wankisba, Wisconsin
USA
Mamá queridísima:
Este mismo día me avisan de Jinotega que tu encomienda llegó hoy por avión… Yo tenía el propósito de escribirte una larga y cariñosa carta, pero la guerra y los sandinistas a lo que fuera, estuvieron contra mis deseos. Hoy hace siete meses que llegué a este rincón del infierno; y habría querido estar en la China todo este tiempo, donde me hubiera sentido mucho más seguro. Prefiero oír el estruendo de una batalla antes que oír un solo tiro que me disparen por la espalda… Tal es la vida de San Rafael del Norte. – Dad. (Traducción de una carta del Cap. yanqui Walter A. Gaspar a su madre, acompañada de un cheque por $36.85).
(Esta carta del capitán Gaspar a su madre aparece en la fuente trabajada como un agregado al parte de guerra, y se reproduce respetando la traducción que de la misma se hizo en la época).
Referencias: Ramírez, S. (1984). «El pensamiento Vivo / Augusto C. Sandino». Tomo II. Editorial Nueva Nicaragua, colección de pensamiento vivo 4. pp. 235-236
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