Compartimos un artículo de Fernando Bossi Rojas titulado «Juan Pablo WainWright». A continuación se presenta el texto:
En las mazmorras del dictador guatemalteco Jorge Ubico, un hombre era torturado salvajemente. Tras recobrar el conocimiento, la víctima, casi susurrando, alcanza a decirles a los torturadores que puede ofrecerles relevantes informaciones, pero que eso, sólo lo hará frente al Presidente de la República.
Interesado en lo que promete el prisionero, Ubico se traslada a la prisión a escuchar las novedades:
– ¿Qué tiene usted que revelarme?, pregunta el General Ubico.
– Lo he llamado para decirle que Usted es un miserable, un verdugo y una bestia humana-. Acto seguido le escupe la cara al dictador.
Dicen que Ubico tembló de rabia y le cruzó inmediatamente un golpe en la cara. El prisionero que así enfrentó a uno de los más sanguinarios dictadores de Centroamérica era Juan Pablo Wainwright Nuila.
Hijo de una hondureña y un inglés, Wainwright había nacido en Santa Bárbara, Honduras, en 1894. Si bien su familia tenía una posición económica holgada, Juan Pablo, a los 16 años, decidió partir de su casa para unir su destino a los pobres de la tierra. Recorrió Estados Unidos, Alaska, Europa, África y el lejano Oriente. Trabajó de obrero, pesca-dor, mozo, campesino, marinero y hasta fue soldado del ejército canadiense en la Primera Guerra Mundial. En 1920, y tras diez años de aventuras, trabajos y sufrimientos regresó a su país natal.
Era la época en que las bananeras estadounidenses imponían su voluntad en el país de Morazán. Miles de campesinos eran reclutados por estas empresas para conformar un nuevo proletariado rural que sufrirá los más crueles embates de la explotación capitalista.
Con la opresión y las injusticias comenzarán las primeras huelgas, y con ellas las violentas represiones y persecuciones a los activistas obreros.
Juan Pablo Wainwright Nuila, comprometido con la lucha de los obreros y campesinos fue uno de los fundadores de la Federación Obrera Hondureña (FOH), como asimismo del Partido Comunista (PCH). Por su actividad revolucionaria fue acusado de sedición y encarcelado, pero logra fugarse huyendo hacia Guatemala.
En Guatemala continua su tarea organizando a los trabajadores y militando en el comunismo. Pero la dictadura de Jorge Ubico lo encarcela junto a otros catorce militantes izquierdistas.
Todos los presos son acusados de conspiración y condenados a muerte, pero luego son absueltos por orden presidencial, menos uno: Juan Pablo Wainwrigth. El incidente con el dictador lo había llevado al patíbulo.
El 18 de febrero de 1932, sufre la pena capital. Una versión dice que frente al pelotón de fusilamiento, el revolucionario hondureño gritó a toda voz:
“¡Viva la internacional comunista! ¡Viva la clase obrera! ¡Abajo el capitalismo y sus lacayos!”. Otra versión señala que el día antes de su ejecución escribió con su propia sangre, en las paredes del calabozo: “¡Viva la Internacional Comunista!”.
Juan Pablo Wainwrigth fue un ejemplo de lucha, valor y sacrificio de un auténtico revolucionario.
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