El 27 de diciembre de 2008, a las once y media de la mañana, las fuerzas israelíes emprendieron, sin ninguna advertencia, una devastadora campaña de bombardeos contra la Franja de Gaza, conocida con el nombre en clave de operación “Plomo Fundido”. El objetivo declarado de esta ofensiva era poner fin a los ataques con cohetes que grupos armados afiliados a Hamás y a otras facciones palestinas lanzaban contra Israel. El 18 de enero de 2009, cuando tanto Israel como Hamás declararon unilateralmente el alto el fuego, habían muerto unos 1.400 palestinos, entre ellos alrededor de 300 niños y niñas y centenares de civiles desarmados más, y habían sido arrasadas extensas zonas de Gaza, por lo que había millares de personas sin hogar y la ya deteriorada economía del territorio estaba en ruinas.
Gran parte de la destrucción se llevó a cabo de manera gratuita y fue el resultado de ataques directos contra bienes civiles, así como de ataques indiscriminados, en los que no se distinguió entre objetivos militares legítimos y bienes civiles. Tales ataques violaron disposiciones fundamentales del derecho internacional humanitario, en especial la prohibición de los ataques directos contra civiles y bienes civiles (principio de distinción), la prohibición de los ataques indiscriminados o desproporcionados y la prohibición de los castigos colectivos.
Centenares de civiles murieron en ataques llevados a cabo con armas de alta precisión, como bombas y misiles lanzados desde el aire y proyectiles de tanques. En otros casos, los soldados israelíes mataron a civiles, incluidas mujeres, niñas y niños, disparando contra ellos a corta distancia a pesar de que no representaban ninguna amenaza para su vida. Bombardeos aéreos de aviones de combate F-16 israelíes, dirigidos sin previo aviso contra viviendas civiles, destruyeron éstas y causaron decenas de muertos y heridos entre sus habitantes, a menudo cuando dormían. Misiles Hellfire y otros proyectiles muy certeros lanzados desde helicópteros y aviones teledirigidos o proyectiles de precisión disparados por tanques mataron a plena luz del día a niños y niñas que jugaban en las azoteas de sus casas o en la calle y a otros civiles dedicados a sus quehaceres cotidianos, incluido personal médico que atendía a los heridos.
Se utilizó reiteradamente fósforo blanco, que es una sustancia muy incendiaria, para atacar de manera indiscriminada zonas residenciales densamente pobladas, en las que murieron y resultaron heridos muchos civiles y se destruyeron bienes civiles. El fósforo blanco se lanzó a menudo con proyectiles de artillería que explotaban en el aire, lo que agravaba las de por sí devastadoras consecuencias de los ataques. Cada proyectil esparcía más de un centenar de cuñas de fieltro impregnadas de fósforo blanco altamente inflamable, que caían sobre las casas y las calles y ardían al entrar en contacto con el oxígeno, quemando a personas y objetos. Una vez descargado su contenido incendiario, los proyectiles caían a menudo dentro de edificios y causaban aún más muertes y lesiones. Al negar reiteradamente las autoridades israelíes el uso de fósforo blanco durante el conflicto, se retrasó o impidió la administración de un tratamiento apropiado a personas que sufrían quemaduras terribles, con el cual algunas de ellas quizá no hubieran muerto.
Durante toda la operación “Plomo Fundido”, las fuerzas israelíes obstaculizaron con frecuencia a las personas heridas y atrapadas el acceso a servicios médicos y de asistencia humanitaria. Impidieron a ambulancias y personal médico asistir a heridos y trasladarlos al hospital, y en varios casos atacaron a personal de ambulancias y de equipos de socorro, así como a otras personas que intentaban evacuar a los heridos. Debido a ello murió gente que podría haberse salvado y muchas personas soportaron sufrimientos innecesarios y situaciones que comportaron un agravamiento de sus heridas. Entre las personas atrapadas y a las que se negó el acceso a servicios médicos o se impidió salir de zonas tomadas por las fuerzas israelíes hubo niños y niñas, mujeres y personas ancianas.
Aún no entendemos por qué. Queremos paz. Y queremos una investigación. Queremos saber por qué mis hermanas y yo nos hemos quedado huérfanas. ¿Por qué mataron a nuestros padres, a nuestra familia?
Fathiya Mousa, cuyos padres y hermanos murieron en un ataque aéreo israelí, cuando se encontraban sentados en el patio de su casa
También, te puede interesar:
Palestina: Gaza y sus índices de pobreza
Israel atacó 300 blancos en Gaza y otros 50 en Siria en 2020