Compartimos un artículo de Manuel Espinoza, titulado «El Triunfo del “Estado Profundo” (Deep State) en la Elecciones USA». A continuación se presenta el texto:
Todo un ejército de analistas ha enfocado el tema de las elecciones norteamericana de diferentes perspectivas. Esto le ha permitido, de diversas formas, al lector global una idea de los muchos aspectos que integran y describen a lo largo y ancho el proceso electoral 2020 en ese país. Sin embargo, según el sesgo de su inclinación política-ideológica, su pertenencia socio-económica, su especialidad y preparación sobre este país hace que varíe en 180 grados toda esa enorme cantidad de propuestas analítica.
Los menos arriesgados se convierten en cronistas de las noticias que leen en los medios de comunicación de su predilección sin aportar criterio alguno. Otros entran por el camino tortuoso del análisis de los factores demográficos y otros tantos más como si su dominio absoluto fuese igual o mejor que centros analíticos, que con todo un andamiaje estructural y un cuerpo interdisciplinario de analistas pueden interpretar y reproducir todo lo que encierran las características de cada distrito, Estado, estrategias partidarias y a los candidatos contendientes. Los más atrevidos se lanzan a pronosticar que candidato triunfará y hasta con cuantos votos electorales.
Si se conoce a la sociedad y gobierno norteamericano y su claro patrón de análisis para todo de “Follow the Money” (Sigue al dinero) entenderemos con mayor facilidad por qué los resultados electorales siempre terminan en uno de los dos partidos monopólicos. La respuesta no es difícil, pues tras estos resultados está el poder oculto del capital que ahora lo conocemos de varias formas como el “Establishment”, “Estado profundo”, “gobierno Sombra” o más claro el «Deep State«.
Peter Dale Scott, profesor de la Universidad Berkeley, publicó en el 2014 su libro «The American Deep State«, (El Estado Profundo Norteamericano) donde enfatizó el papel de los contratistas de seguridad, las compañías petroleras y las firmas financieras. El 30 de julio del 2015 un ex oficial de la Central de Inteligencia (CIA), Philip Giraldi Publicó un artículo titulado “Deep State America”, (el profundo Estado de Norteamérica), lo que disparó el interés investigativo académico sobre el tema.
Según Giraldi, “Algunos creen que este estado profundo surgió de una operación secreta de la OTAN llamada «Gladio«, que creó una infraestructura para las llamadas «operaciones tras bastidores» si Europa Occidental fuera invadida por la Unión Soviética y sus aliados”.
Hay cierta lógica en esa suposición, ya que un estado profundo tiene que organizarse en torno a un centro de poder oficial y aceptado públicamente, lo que significa que normalmente incluye a altos funcionarios de la policía y los servicios de inteligencia, así como al ejército. Para la policía y las agencias de inteligencia, la propensión a operar en secreto es una condición sine qua non para el estado profundo, ya que brinda cobertura para el mantenimiento de relaciones que en otras circunstancias serían consideradas sospechosas o incluso ilegales”.
De igual manera y con bastante profundidad sobre la influencia del Deep State en la política norteamericana, Mike Lofgren, uno de los mejores estudiosos del tema, sin ser de izquierda, escribió en su libro del 2016: “The Deep State: The Fall of the Constitution and the Rise of a Shadow Government” (El Estado profundo: la caída de la Constitución y el surgimiento de un gobierno en la sombra) todo el nexo corrupto entre la burocracia corrupta desde el presidente y los congresistas hasta el último de los funcionarios de todo nivel del gobierno.
Muy bien resumida la caracterización anterior lo explica Giraldi de la siguiente manera:
“Viven concentrados alrededor de Nueva York y Washington, y se alimentan del nexo fértil con el gobierno y el poder corporativo: Son asistentes y legisladores del Capitolio que cobran dinero como cabilderos; ex políticos que ganan millones hablando con los bancos o consiguiendo sinecuras con ellos; tecnócratas que rebotan entre Goldman Sachs y el Departamento del Tesoro; hacedores de reyes multimillonarios, repartidores de donaciones políticas; pensadores cuyos tanques (se refiere a los think tanks o centros de pensamiento), son financiados por corporaciones con un interés financiero en su investigación».
En abril de este año, David Rohde, ganador del premio Pulitzer por su obra: “In Deep: The FBI, the CIA, and the Truth about America’s «Deep State” («En lo profundo: el FBI, la CIA y la verdad sobre el «Estado profundo de Estados Unidos” explica hasta la saciedad como la supuesta democracia norteamericana enfrenta su mayor crisis de legitimidad. Los estadounidenses frustrados desconfían cada vez más de los políticos, los funcionarios no electos y los periodistas que creen que establecen unilateralmente la agenda política del país.
Explica Rhodes, que, para los conservadores, el «Estado profundo» es una burocracia gubernamental en constante crecimiento, un «estado administrativo» que incansablemente invade los derechos individuales de los estadounidenses. Los liberales temen al «complejo militar-industrial«; una camarilla de generales y contratistas de defensa que creen que habitualmente empujan al país a guerras interminables. Cada presidente estadounidense moderno, desde Carter hasta Trump, se ha involucrado en luchas de poder con el Congreso, la CIA y el FBI.
Desde el 3 de noviembre, el planeta entero pudo presenciar una de las elecciones más amañadas de la historia en los Estados Unidos de Norteamérica. Como siempre, el oligopolio mediático global occidental presentó estas como el mayor SHOW TIME del momento, como si estas elecciones fueran las más importantes para toda la humanidad.
Por desgracia, millones caen en ese engaño global y los casi 160 millones de ciudadanos norteamericanos votantes creen que decidieron el futuro de su nación y hasta del mundo entero, pero esto está lejos de ser cierto. Si hablamos de poder y realismo político como principal objeto de análisis en estas elecciones olvidémonos del análisis de factores sociológicos que integran a tantos tipos de votantes norteamericanos. De hecho, ya están llenos los sitios de internet donde se pueden encontrar serias estadísticas sobre estos indicadores, pero aun con esto, las causas reales de los resultados electorales siempre serán otras.
Raíces históricas del frade electoral USA
Ha sido esa capacidad de diseñar las leyes electorales y todo tipo de subterfugios las que a lo largo de dos siglos les ha permitido engañar a su propio pueblo. En términos técnicos esto se le conoce como “Gerrymandering voting districts” (manipulación de las circunscripciones electorales de un distrito) o territorio, uniéndolas o dividiéndolas, con el objeto de producir los resultados electorales deseados a favor de un partido “X”.
No es algo nuevo en las elecciones norteamericanas. El término Gerrymander proviene de principios del siglo XIX, por el nombre de Elbridge Gerry, gobernador de Massachusetts quien, en 1812, decidió unificar varios distritos en uno solo. El mapa resultante de la unión de estos distritos tenía la forma de una salamandra (en inglés: salamander), al que pusieron por nombre Gerry-mander. El término se usa para designar cualquier forma de manipulación de los distritos electorales con fines partidistas.
El “gerrymanderismo” se puede entender con mayor facilidad al apreciar en los colores estáticos de rojo Republicano o el azul demócrata en el mapa permanente electoral de cada elección. También en el comportamiento de los estados batalla (battle ground) o de los estados oscilantes o indecisos (swing states), que históricamente no están marcados por el favoritismo mayoritario a uno de los dos partidos, pero si hoy enormemente influenciados por el capital en invertido en donaciones de campaña, por el factor de las redes sociales y las fake news (noticias falsas) llenas de todo tipo de acusaciones y acciones de desprestigio entre los contendientes electorales a nivel presidencial y por el congreso.
Hoy el “gerrymanderismo” moderno tiene la capacidad de diseñar e implementar todo el show electoral convertido siempre en fraude con la venia de un sistema corrupto que pasa no solo por las leyes electorales en cada Estado y la capacidad de cada partido de movilizar a las urnas a sus electores cautivos, la utilización de los fondos recaudados para motivar a los indecisos y hasta otros factores menos fáciles de analizar.
Este mecanismo y su show electoral desde luego están basados en el manejo mediático de la estructura socio-económica, política e ideológica de cada Estado. De ahí que cada Estado elabora su propia ley electoral. Lo que viene a explicar con mayor claridad la estructura de poder a favor de uno u otro de los dos partidos monopólicos de la supuesta “democracia USA”. La perfección del “gerrymanderismo” hoy día es el ya famoso sistema del Colegio Electoral que modifica la elección popular a una de forma indirecta donde 538 electores determinan al candidato ganador con 270 votos sin importar si la cantidad de ciudadanos que votaron por cada contrincante.
El Colegio Electoral mecanismo del Deep State
En el artículo anterior de Radio La primerísima titulada, “¿Qué podemos esperar de quien gane las elecciones en EEUU?” [1] explicamos con mayor ampliación sobre lo técnico del colegio electoral y su mecanismo de póker donde “The winner takes it all” (todo se lo lleva el ganador). De ahí la importancia de los llamados estados oscilantes o indecisos (swing states).
Lo anterior explica por qué la batalla campal “del fraude” desde hace meses se decía que se desarrollaría en ocho estados que serían los que al final darían la victoria a Biden o a Trump. El modus operandis de los 538 electores se percibe más en los famosos swing states (estados indecisos) que fueron la piedra del zapato para Hillary Clinton en el 2016 y este año para Trump en el conteo final por la carrera de los 270 votos y más del colegio electoral.
Según el promedio de encuestas, el candidato demócrata Joe Biden mantuvo una amplia ventaja nacional (arriba de 9 puntos) y lideró en la mayoría de los Estados en donde Trump cambió a su favor en 2016 un día antes de las votaciones. Ahora Michigan, Pensilvania y Wisconsin se inclinaron fuertemente hacia Biden y hasta finales de septiembre no se creía que ningún Estado cambiara.
El problema hoy es que no se sabe a ciencia cierta si toda esa información a favor de Biden era producto de encuestas falsas, noticias infladas a favor del candidato demócrata o el empleo de mayores recursos económicos utilizados por los demócratas que generaron la reacción votante esperada con la ayuda reacción popular cosechada en contra de todas las trastadas de la administración Trump.
Los republicanos aseguran que han sido los Medios de Información Masiva los que le dieron el gane anticipado a Biden haciéndolo público, porque el conteo aún continuaba. Pero también es dudoso el hecho que Trump había denunciado con anticipación las irregularidades e ilegalidad a la que conllevaría la votación anticipada y por correo electrónico. ¿Cómo saber si este no estaba preparando al público para su declaración de fraude por parte de los demócratas, tal y como término haciéndolo?
En todo caso Trump necesitaría ganar en los estados restantes aún en disputa y voltear al menos uno de los Estados de inclinación demócrata para reelegirse, pero no son los votos o la corte suprema los que realmente decidirán los resultados finales y al candidato ganador. Será el “Estado profundo” (DEEP STATE) o “Gobierno Sombra”, que también es el verdadero poder tras bastidores de la sociedad norteamericana que los instalará en la Casa Blanca y en sus asientos en el Congreso.
El deep state y su poder electoral
La realidad es que estas elecciones solo importan a las elites de poder USA y aquellos que de alguna forma o nivel de relación tienen que ver con estos grupos de interés que disputaron el poder político que emana desde La Casa Blanca y el Capitolio (congreso). Es la disputa por el poder económico a través del político y su reconfiguración es lo que ha estado en juego en las elecciones presidenciales y para el congreso.
La votación de tantos millones solo ha servido para ocultar la mayor legalización de las futuras transacciones multibillonarias de capital que el “Estado Profundo” (Deep State) en sus diferentes manifestaciones realizaran a su favor utilizando al gobierno federal estadounidense como su caballito de batalla. Y entre más difícil se tornan los resultados para uno u otro partido las posibilidades de mayor participación del Deep State en el control futuro del candidato presidencial ganador y los congresistas serán mayores. Simplemente significa mayores inversiones en las negociaciones de última hora a favor de un partido u otro y mayores compromisos a futuros de estos con sus “filantrópicos donantes”.
De donde creen que provienen los pagos de USD 200.000 y hasta USD 300.000 dólares que reciben ex presidentes como Barack Obama, Bill Clinton, y ex Secretarios de Estado como Hillary Clinton, Condoleezza Rice y similares solo por discursos en universidades o centros de pensamiento? Ya ni se diga lo que también reciben congresistas y gobernadores, ¿que en su momento apoyaron las acciones de política exterior con la aprobación de las asignaciones presupuestarias de miles de millones de dólares que están requerían?
¿Quién es tan filantrópico como para pagar tan caro las reflexiones y memoria de los ex funcionarios del gobierno norteamericano? ¿Y Quien solo por amor partidario hace enormes donaciones de decenas de millones de dólares a las campañas presidenciales y de gobernadores? Bien se dice que con la plata baila el mono.
Me refiero a todo lo que integra Wall Street, al capital de especulación y financiero, al Silicón Valley, al Complejo Militar industrial (CMI), al Oligopolio Petrolero, al oligopolio de los Medios Masivos de Comunicación (MMC), al extenso aparato del Complejo de Seguridad Nacional (CSN), inclúyase aquí, a la CIA, FBI, NSA. Home Land Security y a los miles de multimillonarios donantes en las campañas electorales, contratistas, lobistas etc. Es todo el mecanismo de poder del sistema oligopólico norteamericano que integra también y de manera muy intrínseca al capital financiero inglés y judío.
¿Por qué es necesario el show electoral?
La lógica general supone que Biden debería ser el ganador. Pero el sistema corrupto de la política norteamericana, organizado tras bastidores, puede dar la sorpresa haciendo por magia que gane de nuevo Trump un segundo mandato.
La razón principal de la ventaja de Biden sobre Trump es simplemente porque las condiciones de 2016 no son las de este año, aun a pesar que hasta inicios del 2020 la administración republicana había realizado una buena gestión económica de base, sobre todo a largo plazo para fortalecer la industria y otras esferas competitivas económicas y comerciales de Estados Unidos. Esa es la estrategia base del famoso MAGA, “Make America Great Againg”.
Pero llego su cisne negro y Trump tenía que perder por lógica común. El Covid-19 y su pésima respuesta, con 240 mil fallecidos y más de 1 millón de contagiados. El racismo de Trump y su claro apoyo a la supremacía blanca Los demócratas con enorme influencia en lo que se conoce como “The Inner Cities” (Ciudades internas) han jugado bien la carta afroamericana como en una réplica de “Golpe Suave”. Es mas no hay duda que los servicios secretos norteamericanos actuaron contra Trump. La deteriorada economía norteamericana de post-pandemia, la elevada deuda pública que superó los $26 billones un record histórico más 10 millones de desempleados.
En cualquier país realmente democrático con todo este caudal de elementos negativos no deja ni un solo espacio de duda que Trump debía perder. El voto temprano de los demócratas con amplia superioridad entre los más de 80 millones ya efectuados antes de las elecciones y la enorme diferencia en la recaudación de fondos de campaña favor de los demócratas, no son más que más caldo a la lógica derrota de Trump.
Joe Biden otro títere del deep state
Está comprometido con los planes de enormes inversiones disfrazadas en acciones de política exterior bajo la estrategia de seguridad nacional. Baiden o Trump ni siquiera pueden ufanarse en personalizar dichas estrategias porque están hechas para que ambos partidos independientemente de cual esté en la Casa Blanca o en el Capitolio las implemente. A eso ellos le llaman estrategias Bipartidistas de política Exterior.
Estas están hechas para desviar los enormes recursos económicos que por décadas se asignaran a los mega programas de seguridad nacional donde las empresas contratistas del Deep State tiene aseguradas las asignaciones presupuestarias por parte del ejecutivo y respaldadas presupuestariamente por el Congreso. Ejemplo de estas de estas mega estrategias de seguridad nacional para mantener y consolidar la supremacía USA podemos mencionar algunas de vieja data y aún vigentes.
• El proyecto sobre Seguridad Nacional “Forjando un Mundo de Libertad bajo Leyes” de la universidad de Princeton. (2006)
• La estrategia “ Pívot o Rebalance para la región del Pacifico del Sur de Asia” (2009)
• El Proyecto para “una Norteamérica Unida y Fuerte” (2013)
• “Ampliando el poderío norteamericano: Estrategias para expandir el compromiso norteamericano en un orden mundial competitivo) (2016).
Lo que sucede es que comúnmente los que tratan de analizar la política exterior norteamericana lo hacen muchas veces desde sucesos, situaciones y acciones presentadas en las noticias, discursos o artículos diversos y no de los documentos base de los cuales se desprenden realmente aquellas estrategias globales, regionales y definidas a países concretos.
Les confunde el hecho que cada administración trate de atribuirse como creadora de una estrategia de política exterior por su corolario doctrinario, pero que no son más de la continuación de estrategias ya trazadas a favor del DEEP STATE y que con otros nombres, estilos, discursos y acciones diversas deberán seguir al pie de la letra sobre el papel de único líder que deberían jugar Estados Unidos en el mundo.
Las cuatro Mega estrategias desde el 2006 tenían a China en la mira colocándola como el primer adversario global. Lo que necesitaban era una mentira a la medida como han inflado la situación del COVID-19 en ese país facilitándoles echarle toda la culpa a China. Pero que en síntesis, se trataba del intento de evitar la pérdida efectiva de peso relativo y absoluto de los EE.UU. en la política y la economía de la región y el mundo. La vigencia de la estrategia “Pívot o Rebalance para la región del Pacifico del Sur de Asia” (2009) originada en el gobierno demócrata de Obama ha sido fielmente seguido por la administración con retoques personales que han confundido la opinión y percepción de muchos.
China, fortalecida en sus nexos con Rusia, representa la amenaza a la medida que tanto buscaba el DEEP STATE tras fallar en su estrategia global anti-terrorista. Es la causa base para la justificación no solo de nuevas políticas sino de nuevos gastos. La implementación y ejecución por décadas de estas megas estrategias de política exterior estadounidense se apoyan en acciones militares, paramilitares, diplomáticas, culturales, económicas, comerciales, financieras y político-ideológicas, que le abren la puerta de participación a las cientos de empresas monopólicas y a sus miles de contratistas en una región de primer importancia estratégica para los EE.UU.
Esa región con su propia dinámica ya trasciende su zona natural. Sus economías, que ya alcanzan más del 40% del PNB mundial, y ya ni se diga sus avances tecnológicos. Posee más del 60% de la población mundial con enorme cercanía gravitacional entre Euro-Asia y la Gran Euro-Asia lo que aumenta en términos exponenciales sus capacidades regional y global.
El nivel de la dinámica comercial la convierte en la zona de mayor vitalidad económica del mundo con más de 600 mil millones de dólares. Su PIB mundial se pronostica para el 2025 sea de un 60%. Y unos 148 billones en 2050. Asia es el principal socio comercial de EE.UU. con un 38% del total del comercio de este en bienes en 2013 comparado con un 30% para América del Norte y el 20% para Europa. Cinco de los siete principales tratados de defensa de los EE.UU. están firmados con países de la región.
De ahí la plataforma de Trump de “America First”, (Norteamérica es Primero) o “Let´s Make America Great Again” (Hagamos a Norteamérica Grande otra Vez) o la que ya está anunciando Biden sobre: «Made in America plan” (El Programa Hecho en Norteamérica) y otras similares como “Hacer a EEUU de nuevo más” contra el liderazgo chino en producción de todo tipo de mercancía y capacidad de comercio es “la producción y la innovación en EEUU”. Los lemas de campaña “Compre en América”, “Fabrique en América”, “Invierta en América” al final deberán procurar lo mismo solo que en periodos diferentes con administración demócrata.
Una obra de estricta lectura obligatoria si se desea conocer al Deep State y su nexo con la elite de política exterior USA y ver como se cocinan las políticas y acciones de política exterior basada en intereses económicos, chantajes, mentiras y artimañas de esa elite mejor conocida como “The Blob” es el libro de Stephen M. Walt; “The Hell of Good Intentions: America’s Foreign Policy Elite and the Decline of U.S. Primacy del 2018, (El infierno de las buenas intenciones: la élite de la política exterior estadounidense y el declive de la primacía norteamericana). Al final se entiende que todos tienen un mismo patrón que no es la nación o la constitución y más que avanzar fracasan en sus intentos de mantener la hegemonia neoliberal.
Permanentemente los gobiernos norteamericanos se llenan la boca demandando a todas las naciones del planeta “elecciones libres, democráticas y transparentes”, como si ellos fueran el crisol de la democracia mundial. Esta vez como nunca el tiro le salió por la culata. Su doble moral en política internacional ha quedado al descubierto en las recién elecciones fraudulentas en ese país. NO sé con qué nivel de desfachatez van a demandarnos a los nicaragüenses en nuestras elecciones del 2021. ¡La respuesta es sencilla no exijan lo que no tienen!
Referencias:
[1] https://radiolaprimerisima.com/opinion/que-podemos-esperar-de-quien-gane-las-elecciones-en-eeuu/
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