“Se iniciaba lo que dio en llamarse Operación Carlota, nombre en clave de la más justa, prolongada, masiva y exitosa campaña militar internacionalista de nuestro país. El imperio no pudo alcanzar sus propósitos de desmembrar Angola y escamotear su independencia. Lo impidió la heroica y larga lucha de los pueblos de Angola y de Cuba”.
Fidel (2005)
El 2 de noviembre de 1975, en la localidad de Caporolo, un grupo de asesores cubanos enfrentó a fuerzas contrarias y por primera vez sangre cubana y angolana se derramó y se enraizó en tierras de África. El 4 de noviembre, tras conocerse la noticia de ese enfrentamiento, Fidel Castro ordenó el traslado de las primeras unidades de combate, por vía aérea y naval, dando comienzo a la Operación Carlota, una de las más singulares hazañas militares de la historia moderna.
Angola fue la lucha de todo un pueblo. Para llegar ahí el escritor colombiano, Gabriel García Márquez, escribió que “en los primeros días de la guerra, cuando la situación era urgente, Fidel Castro gastaría hasta catorce horas en la sala de comando del personal general, a veces sin comer o durmiendo, como si él estuviera en el campo de batalla él mismo”.
En una ocasión, el mismo Fidel explicó las razones del involucramiento de Cuba en África:
“Algunos imperialistas se preguntan por qué ayudamos a los angoleños, qué intereses tenemos nosotros allí. Ellos están acostumbrados a pensar que cuando un país hace algo es porque está buscando petróleo, o cobre, o diamante, o algún recurso natural. ¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan”.
“¡Estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola! Simplemente aplicamos una política de principios. No nos cruzamos de brazos cuando vemos a un pueblo africano, hermano nuestro, que de repente quiere ser devorado por los imperialistas y es brutalmente atacado por África del Sur”.
El día 5 de noviembre el Comandante en Jefe se reunió con los primeros voluntarios. Les habló “sobre todo de la invasión sudafricana. Dijo que algunos de los instructores cubanos habían muerto, que la situación era difícil, que debíamos detener a los sudafricanos antes de que llegaran a Luanda y que muchos de nosotros no regresaríamos. Dijo que le era muy duro decir eso y no acompañarnos”, relató el oficial René Hernández Gattorno, uno de los dispuestos a participar en la misión internacionalista.
Cualquiera de los hombres seleccionados podía decir que no; la decisión personal, con absoluta libertad, determinaba quien partía o no hacia el campo de batalla. Empezaba así la Operación Carlota, que duraría 15 años y medio, hasta el 25 de mayo de 1991, cuando los últimos 500 internacionalistas cubanos en África regresaron a la Patria, tras demostrar con creces el espíritu solidario de nuestro pueblo, y la capacidad de un pequeño país para movilizar numerosos medios y fuerzas militares. Por la República Popular de Angola, en el transcurso de los casi dieciséis años que duró la operación, llegaron a pasar 377 033 combatientes cubanos.
“El nombre de aquella operación, explicó Fidel, es a la vez símbolo y homenaje a los miles de esclavos que perecieron en combate o fueron ejecutados durante las primeras insurrecciones. En ellas se forjaron mujeres de la talla de Carlota, una negra lucumí de la dotación del ingenio matancero Triunvirato, que en 1843 encabezó uno de los muchos alzamientos contra el terrible estigma de la esclavitud y ofrendó la vida en el empeño”.
Para los cubanos, formados en una profunda vocación internacionalista, había un solo camino: no dejar solo al pueblo angolano en esa hora crucial. En la primera semana de octubre habían arribado nuestros hombres y el cargamento bélico en tres barcos e inmediatamente se habían creado cuatro centros de instrucción en diferentes direcciones del país.
Las fuerzas zairotas y el FNLA con refuerzos sudafricanos y de mercenarios blancos atacan el día 6, y con fuerzas mayores repiten la acción el día 10 en las posiciones patrióticas en Kinfangondo, 20 kilómetros al norte de Luanda con el objetivo de penetrar en la capital. En ambas ocasiones son rechazadas por unidades de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) y parte del personal cubano y angolano del centro de instrucción de N’Dalatando.
En esos mismos días, entre el 8 y el 11 culminan exitosamente los combates de rechazo a la invasión de unidades regulares de Zaire y mercenarios blancos en Cabinda, donde los instructores cubanos, sus alumnos angolanos del centro y otras tropas de las FAPLA aniquilan el intento enemigo que deja en su retirada cientos de cadáveres sobre el terreno. Luanda y Cabinda estaban salvadas.
Fidel diría años después: “Por primera vez, en ese apartado punto de la geografía africana, la sangre de cubanos y angolanos se unió para abonar la libertad de aquella sufrida tierra”.
En el primer minuto del 11 de noviembre de 1975, el presidente Agostinho Neto, en medio de una impresionante multitud enardecida, anuncia al mundo el nacimiento de la República Popular de Angola.
“El imperio, aseguró el líder histórico de la Revolución, no pudo alcanzar sus propósitos de desmembrar Angola y escamotear su independencia. Lo impidió la heroica y larga lucha de los pueblos de Angola y de Cuba”.
Angola es liberada
A finales de 1987 se produjo la última gran invasión contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país. Pese al serio peligro de agresión militar que también enfrentaba Cuba, el gobierno revolucionario decidió de nuevo reunir a las fuerzas necesarias para asestar un golpe definitivo a las pretensiones sudafricanas. Como en 1975, un número ingente de tropas y medios de combate cruzaron rápidamente el Atlántico, desembarcando en la costa sur del país, para atacar junto al ejército angoleño a las poderosas fuerzas sudafricanas.
Esta vez fueron 55 000 los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Pero suman millones los hombres y mujeres que aseguraron desde Cuba el éxito de cada misión y se esforzaron para que nada faltara a la familia del combatiente o colaborador civil. La gesta resultó decisiva para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia.
Fue además una contribución significativa a la liberación de Namibia y a la desaparición del régimen del apartheid en Sudáfrica. En total más de 300 mil combatientes internacionalistas, y cerca de 50 mil colaboradores civiles cubanos, se ofrecieron de forma voluntaria para una misión que no tiene parangón en la historia.
Como observó un analista sudafricano: “En Angola, soldados negros –cubanos y angolanos- derrotaron a las tropas blancas en combate, esa ventaja psicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante más de 300 años de colonialismo e imperio. El elitismo blanco ha recibido un golpe irreversible en Angola y los que estuvieron allí lo saben”.
Pocas veces una guerra, la acción humana más terrible, ha estado acompañada de tal dignidad, honestidad en los principios y la transparencia más absoluta en cada acción realizada por parte de los combatientes internacionalistas. Para Fidel “aquella extraordinaria epopeya nunca ha sido narrada cabalmente”, y “el imperialismo yanki realiza un extraordinario esfuerzo para que el nombre de Cuba no aparezca siquiera en los eventos conmemorativos”.
“Cuba al parecer nunca tuvo absolutamente nada que ver con la independencia de Angola, la independencia de Namibia y la derrota de las hasta entonces invencibles fuerzas del ejército del apartheid”.
Cuba cumplió con lo que dijera el insigne líder anticolonialismo Amílcar Cabral: “Los combatientes cubanos están dispuestos a sacrificar sus vidas por la liberación de nuestros países, y a cambio de esa ayuda a nuestra libertad y al progreso de nuestra población lo único que se llevarán de nosotros son los combatientes que cayeron luchando por la libertad”.
En un discurso pronunciado en Cuba en 1991, Nelson Mandela rindió tributo al pueblo de la isla y expresó su gratitud por su contribución a la libertad en África austral:
“Desde sus días iníciales, la Revolución Cubana ha sido una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad. El pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan”.
Exactamente 19 años después del desembarco del Granma, en noviembre de 1975, un pequeño grupo de cubanos libraba en Angola los primeros combates de una batalla que se prolongaría por muchos años. “La hazaña de Angola y la lucha por la independencia de Namibia y contra el apartheid fascista fortaleció mucho a nuestro pueblo. Los incontables actos de heroísmo, abnegación y humanismo son un tesoro de extraordinario valor”, dijo Fidel en 2005.
“Esa hermosa tradición, concluyó, es hoy dignamente continuada por decenas de miles de médicos y demás profesionales y trabajadores de la salud, maestros, entrenadores deportivos y especialistas de las más diversas ramas, que cumplen con el deber solidario muchas veces en condiciones tan difíciles como las del combate, como es el caso del ya glorioso Contingente Henry Reeve”.
Fuente: http://www.cubadebate.cu/
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