Compartimos un artículo escrito por Manuel Espinoza, titulado: «Elecciones USA 2020. Continuidad y modificación de la intervención imperial». A continuación se presenta el texto:
El oligopolio mediático global en manos de las élites de poder mundial bombardea e inunda con noticias y análisis al planeta entero como si estas elecciones fueran las más importantes para toda la humanidad. La forma en que se presenta la información sobre la campaña electoral y los datos que arrojan es para atraer la atención planetaria y generar la sensación, que tras sus resultados la vida de todas las naciones cambiará.
Sí se puede hablar hasta la saciedad sobre los indicadores permanentes que facilitan la proyección de posible triunfo en cada uno de los 50 Estados de los dos partidos monopólicos de la pseudo democracia norteamericana. También, se pueden abordar otros factores que en su conjunto facilitan una más fácil comprensión general de todo el desarrollo de la campaña electoral a nivel nacional.
Me refiero al perfil del votante estadounidense en el marco de sus desigualdades sociales y raciales. El mismo se caracteriza por dos factores:
- Nivel educativo (secundaria incompleto, Secundaria terminada, universitarios y de postgrado o superiores), por su nivel de ingresos familiares, el factor demográfico, grupos etarios, las minorías étnicas, (blancos no hispanos, afroamericanos, los hispanos, asiáticos). Por ejemplo, los hispanos, constituyen la primera minoría étnica de EEUU. Con más de 60 millones, que equivalen a un 18% de la población. Más de 30 millones podrán votar en noviembre, lo cual los convierte en la primera minoría electoral.
- Las leyes electorales en cada Estado, factores actitudinales de los partidarios los esfuerzos de movilización partidaria, los fondos recaudados y hasta otros menos fácil de analizar como los Estados Batalla (Battle Ground) , los Estados oscilantes (swing states), el factor redes sociales y hasta el clima del día de las elecciones.
Estos factores e indicadores base sirven para desarrollar toda una serie de análisis comparativos de la actual campaña electoral con las anteriores o por lo menos con la más reciente del 2016. Y aunque es muy temprano para fijar cifras terminadas las diferencias entre una y otra elección no siempre son tan abismales.
- Los EE. UU presentan los índices más bajos de participación electoral ciudadana. En 2016, votó el 55.4% de los ciudadanos en edad de hacerlo.
- La diferencia la marca la juventud entrando a votar y aquellas situaciones de carácter extraordinario que impacten en la población votante.
- Hay mucha variación en las tasas de participación de un estado a otro.
- La abstención es otro atenuante y sobre todo en los Estados Oscilantes.
- Son cada vez menos los que cambian de bando entre una elección y otra.
Sin embargo, a pesar de que cada partido lucha por atraer a los votantes independientes o rehaceos al final no es el voto popular quien definirá al ganador sino los famosos colegios electorales. De cualquier forma, los datos de Población total del país, la población inscrita son el punto de partida de cualquier proyección analítica.
Aunque Biden tiene una amplia ventaja nacional y lidera en la mayoría de los Estados, de los cuatro Estados de los Grandes Lagos que Trump cambió a su favor en 2016, tres ahora se inclinan fuertemente hacia Biden: Michigan, Pensilvania, Wisconsin.
Hasta finales de septiembre no se creía, que ningún Estado cambie y elija a un republicano. Sin embargo, Trump todavía tiene un camino discernible hacia un segundo mandato. Trump necesitaría ganar en los Estados restantes y voltear al menos uno de los estados de inclinación demócrata para ganar y todo por el famoso sistema del Colegio Electoral.
El Colegio Electoral
Este es otro nivel de análisis si realmente de manera técnica se desean entender las elecciones a la USA. El Colegio Electoral está constituido por 538 electores. Este grupo, en nombre de los votantes, debe elegir al presidente y vicepresidente tras concluida la votación. Lo que ocurre es que los ciudadanos votan por los electores, que se han comprometido a votar en sus respectivos Estados a favor del candidato presidencial y vicepresidencial de sus partidos favoritos.
Prácticamente convierte en indirecta la votación directa popular. El candidato a la Casa Blanca gana con 270 votos de los 538 de los electores no importando si la cantidad de votantes de su contrincante le hayan rebasado en cantidad de votos tal como fue el caso de las elecciones del 2016 donde Hillary Clinton (demócrata) obtuvo 65, 853 514 vs los 62, 984 828 a favor de Donald Trump.
Sin embargo, con menos de 3 millones de votos que Hillary, Trump logró 304 votos del colegio electoral a su favor vs los 227 que consiguió su rival y esto lo hizo ganador. Esto no solo una vez ha ocurrido sino en campañas anteriores como en el 2000 con el gran robo a favor de George W. Bush (hijo) vs el Demócrata Al Gore.
Por la alta posibilidad de ese tipo de resultados ilógicos y sorprendentemente antidemocrático para toda la población votante es que el objetivo de las estrategias de campaña electoral presidencial de cada partido es ganar el voto popular en una serie de Estados que arrojen una mayor cantidad de votos de los electores, en vez de tratar de ganar el mayor número de votos de la población a nivel nacional.
Mayoritariamente los electores se designan y eligen bajo las leyes estatales. Es un sistema donde “The winner takes it all” (el ganador se lleva todos los votos). Los votantes eligen entre las listas de los electores del estado para que voten por el candidato a la presidencia y a la vicepresidencia y así, el candidato que recibe la mayoría de los votos del estado ‘gana’ todos los votos emitidos por los electores de todo ese estado. De ahí la importancia de los Estados Oscilantes o Indecisos (swing states) y también la enorme abstención de los votantes inscritos por no creer en ese tipo de sistema electoral.
Desde luego que existen más formas tanto por la cámara de representantes como por el senado de elegir a los candidatos a presidente o vicepresidente en caso de que ninguno logre una mayoría de los votos electorales. Aunque eso ya es más técnico y eventual tampoco se debe desconocer porque así cómo está la disputa actual por la presidencia no se descarta tampoco que tenga un desenlace bastante reñido. EL NO RECONOCIMIENTO del triunfo del adversario está sobre el tapete de las posibilidades.
Lo importante es destacar lo lesivo a la democracia real del papel que juega el colegio electoral bajo la tónica de un sistema federal. Aun hoy día ninguna enmienda que proponga la abolición del colegio electoral y la votación sea directa no ha visto ni la luz del día ni las puertas abiertas del congreso. Ha sido imposible que esta llegue hasta ese nivel de discusión. ¿Por qué? Porque probablemente surgirían nuevos partidos políticos y sus estrategias ya no sería ganar en los Estados indecisos sino en los más poblados. La participación general de los votantes probablemente sería mayor de lo que es hoy.
Al final de cuenta el Colegio Electoral es otra cara de la corrupción política, pues al final los miembros de los electores son libres de escoger a los candidatos a la silla presidencial e inclinar su voto al otro lado de la balanza. ¿Entonces de que democracia hablan los gringos?
Aunque la ventaja de Biden ha venido disminuyendo de manera local por Estado y Total en su sumatoria desde un 17 hasta 9 puntos porcentuales, según el promedio de encuestas. la tendencia electoral a favor del candidato demócrata se mantiene hasta el momento. La lógica general supone que Biden debería ser el ganador. Pero el sistema corrupto tras bastidores de la política norteamericana puede dar la sorpresa haciendo por magia que gane de nuevo Trump un segundo mandato.
La razón principal de la ventaja de Biden sobre Trump es simplemente porque las condiciones del 2016 para Trump no son las de este año aun a pesar que hasta inicios del 2020 la administración Trump había realizado una buena gestión económica de base. Sobre todo, a largo plazo para fortalecer la industria y otras esferas competitivas económicas y comerciales de los EE. UU Esa es la estrategia base del famoso MAGA “Make America Great Againg”. Pero varios cisnes negros se le atravesaron se le presentaron a Trump este año.
EL COVID -19 y su pésima respuesta lo tiene en las cuerdas y con pocas esperanzas. Los demócratas lograron hacer viral las comparecencias de Trump diciéndole al pueblo norteamericano, que todo estaba bajo control. La prolongada cuarentena, el aumento permanente de fallecidos unos 230 mil y los infectados superando los 9 millones.
EL Racismo de Trump y su claro apoyo a la supremacía blanca es la segunda razón más tangible que pueda llevar a la victoria a Biden. Los demócratas han jugado bien la carta afroamericana como en una réplica de “GOLPE SUAVE” tras los asesinatos de muchos negros tras la muerte de George Floyd. La orden de uso de la fuerza y represión policial continúa para controlar los levantamientos.
La Deteriorada Economía norteamericana, que junto a la pandemia y las protestas masivas han empobrecido más al país y elevado la deuda pública, el desempleo, la reducción del PIB y las dificultades del mercado internacional son elementos claves que le restaran sin duda votos a Trump.
El déficit presupuestario alcanzó los $ 1,9 billones en el año fiscal actual. La Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) también espera que el déficit presupuestario federal alcance los $ 3.7 billones para fines del año fiscal 2020 y la deuda nacional ya superó los $26 billones un record histórico.
En cualquier país realmente democrático con todo este caudal de elementos negativos en desfavor de una administración presidencial no dejaría ni un solo espacio de duda que este pueda perder. El voto temprano de los demócratas con amplia superioridad entre los más de 80 millones ya efectuados antes de las elecciones y la enorme diferencia en la recaudación a favor de los demócratas, no son más que más caldo a la lógica derrota de Trump.
Es un error garrafal pensar que es mejor que pierda Trump y gane Baiden para nosotros o lo contrario. Sandinistas y no sandinistas debemos estar claro que es lo mismo o será siempre peor. De los gobiernos norteamericanos jamás debes esperar nada bueno más que su clara intención de dominio y control por cualquier medio. Lamentablemente hay muchos que creen y sueñan que con ellos se puede negociar y hasta ganar y llegar a ser parte de ellos. Vean el claro ejemplo de Gadafi y con gobierno demócrata en la Washington.
Las relaciones futuras de Washington con América Latina
Al final no solo es que tan democráticas son las elecciones en los EE. UU, sino que más importante es entender que le depara al planeta entero y sobre todo a nuestra región y países como el nuestro en un contexto de declive internacional y serias fisuras estructurales a lo interno en los EE. UU, que día a día profundizan su debilitamiento como potencia.
No en balde se dice políticamente que si a EE. UU se resfría la región contrae pulmonía y es esa aun dependencia en términos económicos y políticos lo que obliga a vigilar con lupa los procesos electorales de los dos partidos políticos únicos que ostentan el poder en ese país. En América latina cada miembro de la elite de poder tiene a su propio gringo y por eso los resultados electorales trastocan las estructuras de poder político y económico regional.
Pero en términos de progreso y bienestar para los pueblos del continente que continúe Trump o que llegue Baiden no implicara mayores cosas. El intervencionismo descarado, vulgar y crudo de Trump vs el cosmético discursivo de especialistas diplomáticos de Biden desde el Departamento de Estado será el cambio. Latinoamérica continuará tan relegada como hasta ahora. No es una región prioritaria en la confrontación geopolítica mayor con Euro-Asia. En el plano de las ligas mayores jugara la futura relación USA con potencias regionales como:
México con mucha cercanía geográfica pero muchos problemas en su amplia relación y con posibilidades que se profundicen a medida que López Obrador radicalice su posición nacionalista económico.
Brasil, que, aunque dócil por ahora con Bolsonaro, pero, que podrá de nuevo virar a un cuadro más cercano de izquierda continental anti hegemónico tras el mal manejo de la economía y la pandemia. Bolsonaro del todo no se lleva con Baiden, por el tema climático, sin embargo, los intereses N.A en Brasil van más allá del fascista de Bolsonaro. Los BRICS, Venezuela, Argentina, China son temas de mayor interés para la política exterior USA donde Brasil es un aliado importante.
Colombia hoy es muy importante por la guerra contra Venezuela, que por la lucha contra el narco tráfico o las guerrillas. Trump o Biden Seguirán cerrando los ojos a tanto crimen y asesinato a diario de los líderes sociales e indígenas y creando al Israel en el hemisferio en Colombia. Ni el tema de derechos humanos o el de fumigar los cultivos de coca con glifosato serán de mayor peso del interés yanqui por acabar con Venezuela con el apoyo colombiano.
Seguirán viendo a la región con desprecio por sus niveles de pobreza, corrupción, crimen organizado, narco tráfico, atraso en los niveles educacionales y de salud sobre todo en el periodo de post pandemia con mayores problemas de endeudamiento, desempleo y criminalidad impune a la que ellos han venido cerrando los ojos y callando a mas no poder. Son las diásporas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, nuestros recursos estratégicos de petróleo, gas, agua y otros y la posición geográfica que ocupan nuestros tres países en el mapa caribe continental, que verdaderamente les preocupa.
Sobre todo, la llegada de China y Rusia y su remarcada presencia en la Región en términos de finanzas, comercio y asistencia militar ya probada en la lucha por recuperar sin éxito a Cuba, Venezuela y Nicaragua y las proyecciones geopolíticas que han hecho hacia México, Bolivia, Argentina, Chile, y Brasil. El dilema para nuestros pueblos en las relaciones USA con la región es que su preocupación nos resulta más cara que el abandono. Mientras tanto China y Rusia están utilizando otro tipo de diplomacia que interactúa en función de minimizar las fracturas y la división entre los países de la región que crea y organiza la diplomacia norteamericana.
El nivel de enfrentamiento geopolítico entre China y Rusia supera el vivido en los 80 a nivel centroamericano entre la URSS y los EE.UU. Ahora es por toda Latinoamérica y sin contenido ideológico que lo sustente como en el periodo de la Guerra Fría. El detonante no solo es el supuesto abandono sino el fracaso de su estrategia de hegemonía global neoliberal como aseguran estudiosos como Stephen M Walt.
Los acuerdos de libre comercio como el NAFTA, el DR-CAFTA, sus sistemas de crédito financieros y programas de asistencia no han sacado al continente adelante. Más bien lo han empobrecido. Es ilógico que la relación de cercanía geográfica de A. L con los EE. UU desde inicios del siglo pasado no hayan situado a todo el hemisferio en un lugar de mayor competitividad como lo han hecho con sus socios en Asia o Europa.
China supera a todos los créditos juntos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM) y la Corporación Andina de Fomento (CAF). El intercambio comercial es de unos 300.000 millones de dólares la inversión directa, es de más de 75.000 millones. Es el primer socio comercial de los grandes productores de commodities como Argentina, Brasil, Chile y Perú. De 2000 a 2017 se desarrollaron 69 proyectos de infraestructura de China en América Latina, con monto de US$56.1 millones de dólares que generaron 400.104 empleos directos e indirectos. Muchos otros más integran la lista de lo que podemos ver en el futuro como es la de un ferrocarril en México, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Brasil.
Es correcto que el análisis de la futura interrelación de los EE. UU (demócrata o republicano) tras las elecciones de noviembre con A.L debe verse en el contexto de haber colocado a China como el primer adversario global para los EE. UU sobre todo ahora que Trump ha descargado toda la culpa de la pandemia Ay! de aquellos países, que amplíen más sus relaciones con China o Rusia. Las únicas que les pueden permitir son aquellas transacciones que desgasten económicamente a China.
De ahí que la retórica de política exterior (discursos, enfoques, expresiones, alusiones, mensajes y tonos) en función de la recuperación de la imagen USA en la región le urgiría más a Trump, que a Biden, pero por su discurso para ganar los votos de las diásporas cubana, venezolana y nicaragüense en la Florida, la visión neo-imperial de Trump quedará intacta en su segundo termino. Casualmente es lo que le podrá dar 29 de los 270 votos electorales que necesita de ese swing state.
En general América Latina no ha pintado nada en los debates presidenciales. La mayor información sobre el análisis a futuro de la política exterior USA hacia la región se describe en los medios de información masiva y los famosos Think Tanks donde los especialistas de la elite de política exterior USA (el famoso BLOB) están afilando los cuchillos una vez que haya cambio de administración.
La continuidad de la política exterior demócrata basada en el MAGA republicano “Hacer más Grande a los EE. UU otra vez” y contra el liderazgo chino en producción de todo tipo de mercancía y capacidad de comercio es “la producción y la innovación en EEUU”. Los “Compre en América”, “Fabrique en América “Invierta en América.”
Hacia Nicaragua una administración demócrata en la Casa Blanca continuaría con su política anti sandinista cerrando los ojos a todos los problemas profundos estructurales que afrontan nuestros vecinos centroamericanos con el único fin de cercarnos en una alianza intervencionista política en nuestros asuntos. Los temas migratorios, corrupción, violación de los derechos humanos la desigualdad socio económica pasan a un segundo plano con la condición de plegarse a su política imperial.
El reforzamiento del Multeralismo de los demócratas o un mayor desprecio republicano después de las elecciones de Trump solo sería un retoque de enfoque pero que en lo básico la OEA y otros formatos regionales seguirán usándose como punta de lanza contra nuestros países anti hegemónicos.
En vano se alegran unos u otros con la victoria presidencial de Trump o Baiden pues no les preocupamos para nada excepto que estamos vivos y con plena conciencia histórica de soberanía y con aliados muy cercanos aun cuando la distancia geopolítica es enorme. La única elección que nos debe importar y sobre todo en asegurar el triunfo electoral sandinista es la de noviembre del 2021. Adelante que la victoria es nuestra!
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