Compartimos un artículo escrito por Carla Caldera, titulado «Pablo Neruda, entre vinos y sueños, Premio Nobel de literatura». A continuación se muestra el texto:
El 21 de octubre de 1971, Pablo Neruda fue galardonado con el Premio Nobel de literatura. Su nombre verdadero es Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y nació en Parral el 23 de septiembre de 1973.
El poeta chileno recibió dicho premio por ser autor de una poesía con una fuerza elemental, para ese entonces, el escritor contaba con setenta y siete años.
A lo largo de su carrera, el poeta chileno fue merecedor de diversos premios; favorecido por las criticas positivas a su literatura tanto en el ámbito nacional, como en el internacional.
Neruda fue considerado como el poeta más grande del siglo XIX en cualquier idioma, de acuerdo con Gabriel García Márquez.
A sus 17 años había escrito “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, obra fundamental de su biografía, considerada como una de las mas populares obras poéticas del siglo XIX y probablemente de las más reeditadas. Se calcula que sus ventas alcanzaron los veinte millones de ejemplares. Una obra de influencia modernista.
Obras como “Residencia en la Tierra”, “Veinte Poemas de amor y una canción desesperada” y “Crepuscularia”, entre otras, forman parte de su trayectoria que lo llevaron a merecer tan honorable reconocimiento.
La academia Sueca consideró candidato al Premio Nobel de Literatura a Neruda ya en 1963, pero fue hasta ocho años después que Neruda fue galardonado finalmente con el Nobel, viajando a Estocolmo, Suecia para recibirlo el 10 de diciembre de ese mismo año.
Además de su gran labor literaria, también se destacó en el ámbito diplomático. Este fue senador de la Republica de Chile, militante del Partido Comunista y embajador de Chile en Francia. Incluso llegó a ser precandidato para la presidencia de su país.
En su discurso pronunciado durante la entrega del Nobel, hizo una apología a una poesía comprometida y vinculada con la humanidad, una poesía enajenada de cualquier presión de divinizarlo y a su verdadero quehacer en la sociedad.
“A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero mas próximo, que no se cree Dios, el cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino y sueños”.(Neruda, 1971).
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