En América Latina, especialmente en Centroamérica, el gobierno del expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan (20 de enero de 1981 – 20 de enero de 1989 ), dejó un cicatriz de muerte e intervencionismo.
Por lo menos 70 mil personas perdieron la vida en El Salvador, 50 mil en Nicaragua y otras 20 mil en Guatemala como resultado de las guerras civiles, en parte fueron financiadas por el gobierno de Reagan debido a su obsesión en acabar con el comunismo en el Hemisferio Occidental.
“Reagan miró a la región desde la óptica de la Guerra Fría Consideró a los sandinistas (de Nicaragua) y al comunismo como la gran amenaza, por eso apoyó a fuerzas o lo que fuera necesario para derrotarla”, dice a Apro Michael Shifter, especialista en el tema de la relación entre Estados Unidos y los países latinoamericanos del grupo Diálogo Interamericano.
Reagan usó el poderío militar y económico de su país para, bajo la justificación de la lucha contra el comunismo, intervenir en la política interna de los países centroamericanos a costa de la muerte de miles de campesinos e indígenas.
Para algunos, las políticas de Reagan marcaron un giro en la manera de concebir las relaciones exteriores: «Lo que en la Guerra Fría eran políticas de contención, pasaron a ser de disuasión. El gobierno de Reagan planteó las guerras de baja intensidad, la lucha antisubversiva, y la articulación de la lucha contra el narcotráfico», dijo a la BBC el analista político de la Universidad Complutense de Madrid, Marcos Roitman.
Nicaragua
Cuando Reagan derrotó al demócrata Jimmy Carter, en noviembre de 1980, los sandinistas llevaban más de un año en el poder en Nicaragua tras haber derrocado el régimen de Anastasio Somoza.
Las críticas más fuertes al gobierno de Reagan se relacionan con la intervención estadounidense en Nicaragua, donde la guerra civil dejó más de 50.000 muertos y se prolongó durante más de una década.
El gobierno de Reagan autorizó a la CIA para brindar apoyo a los «contras», que se oponían al gobierno de los sandinistas y operaban desde Costa Rica y Honduras.
La presidencia de Reagan enfrentó su peor momento en 1986, cuando se conoció que Estados Unidos vendió armas a Irán para financiar y entrenar a los «contras», pese a la prohibición del Congreso estadounidense, en lo que se conoce como el escándalo «Irán-Contra».
John Poindexter, jefe del Consejo Nacional de Seguridad, en complicidad con su asistente, Oliver North, vendieron armas a Irán como parte de un arreglo ilegal para liberar a los rehenes estadunidenses en el Líbano. Con las ganancias de la operación financiaron a la Contra nicaragüense que realizaban asesinatos de civiles –sobre todo indígenas—en aras de derrocar al gobierno del presidente Daniel Ortega.
El Salvador
La guerra civil en El Salvador –tal vez la más costosa y sangrienta de la región centroamericana–, fue para el gobierno de Reagan una punta de lanza y el ejemplo de lo que estaba dispuesto a hacer con tal de evitar que en ese país emergiera un gobierno como el de los sandinistas en Nicaragua.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) financió y entrenó a los “escuadrones de la muerte” de El Salvador, los cuales contaron con el respaldo del ejército, asesinaron en forma indiscriminada a todos aquellos que consideraba sospechosos de simpatizar con el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Durante el gobierno de Reagan, Estados Unidos invirtió más de 4 mil millones de dólares en asistencia al gobierno de turno de El Salvador.
Agradecido, Napoleón Duarte, presidente de El Salvador en ese entonces, besó la bandera de Estados Unidos en una ceremonia en la Casa Blanca. La imagen se consideró como la consumación del entreguismo del gobierno salvadoreño a Washington.
El expresidente de El Salvador, Tony Saca, dijo que «el ex presidente Reagan representó toda una época de democracia. Reagan se identificó con el país, con su democracia y ayudó en los momentos difíciles».
Por su parte Rubén Zamora, quien durante la guerra apoyó al FMLN, dijo que Reagan «ubicó a El Salvador en un contexto altamente ideológico, y ayudó a una prolongación del conflicto en el país. No sólo hizo que se prolongara, sino que se profundizara todavía más».
Islas Malvinas
Durante la década de los ochenta, el gobierno militar en Argentina había lanzado una ofensiva contra el comunismo proporcionando armas y entrenamiento a los «contras» nicaragüenses en Honduras, con el apoyo del gobierno estadounidense.
Pero la decisión de desembarcar en las islas Falklands/Malvinas en 1982 puso en aprietos a Reagan, quien en una llamada telefónica intentó disuadir sin éxito al presidente de la junta militar, el teniente general Leopoldo Galtieri.
El secretario de Estado de Reagan, Alexander Haig, lanzó un esfuerzo diplomático infructuoso con ambas partes intentando frenar el inminente conflicto.
Los argentinos pidieron la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un acuerdo firmado en 1947 por los países americanos que comprometía a los signatarios a tomar cualquier ataque extracontinental a un país como un ataque a todos los países americanos.
El senado estadounidense aprobó una resolución que exigía a Argentina el retiro de sus fuerzas militares de las islas, y la aplicación de sanciones económicas y militares contra Argentina.
Hay analistas que sugieren que, desde ese momento, se suspendió la presunta cooperación entre el gobierno estadounidense y el argentino en Centroamérica.
Grenada
Otro punto clave en la política exterior del gobierno de Reagan fue la invasión de la isla caribeña de Grenada el 25 de octubre de 1983, tras un golpe de estado en ese país.
Grenada se había convertido en otro escenario de la Guerra Fría después de que Maurice Bishop tomó el poder en 1979 y lideró un gobierno de inclinaciones marxistas con vínculos estrechos con Cuba y la Unión Soviética.
En 1983, Bishop fue asesinado por una facción radical de su propio gobierno. Reagan ordenó una invasión de las fuerzas militares, desafiando las críticas de las Naciones Unidas y la primera ministra británica, Margaret Thatcher.
Una de las razones esgrimidas por el gobierno estadounidense fue la sospecha de que Cuba estaba construyendo un aeropuerto que iba a ser utilizado por cubanos y soviéticos.
«Con la invasión a Grenada, las acciones encubiertas de las doctrinas de la seguridad nacional, se cambiaron por el concepto de guerras de baja intensidad», dice Marcos Roitman.
Cuba
Durante el mandato de Reagan no sólo se desmantelaron las cautelosas medidas de ajuste del bloqueo adoptadas por las administraciones de Ford y Carter, sino que fueron implantadas nuevas disposiciones para el recrudecimiento del bloqueo, que se extendieron también al terreno de la propaganda con el propósito de desarrollar presiones públicas contra Cuba y fomentar la subversión interna.
Reagan fue el creador de la Fundación Nacional Cubano-Americana, cuyo siniestro papel en el bloqueo y el terrorismo contra Cuba se revelaría años después cuando el gobierno de Estados Unidos desclasifica documentos secretos, aunque todavía llenos de bochornosas tachaduras.
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