Las masacres de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en el oeste de Beirut (Líbano), una herida que continúa aún sin cicatrizar para los habitantes de estos campamentos.
Desde el 16 al 18 de septiembre de 1982, en plena guerra civil libanesa (1975-1990), milicianos falangistas, alentados y apoyados por Israel, entraron en esos campamentos y mataron a centenares de personas, entre ellas mujeres, niños y ancianos.
Ninguna cifra existe sobre el número de víctimas. Mientras el Gobierno libanés estimó en 450 las muertes, los israelíes dijeron que la cifra oscila entre 700 y 800; aunque por otro lado, la Cruz Roja la elevó a cerca de 2400.
«Ninguna mente humana puede olvidar lo sucedido. Seguimos conmocionados y sorprendidos, no sólo por lo ocurrido en Sabra y Chatila, sino también por el silencio de la comunidad internacional ante los crímenes que Israel ha cometido y continúa haciendo», dijo a Efe Jalida Husein, que preside el comité de mujeres palestinas en los campos.
La matanza se produjo al siguiente día de la entrada del ejército israelí a Beirut, única capital árabe que ocupó tras su segunda invasión del Líbano en junio de 1982 y dos días después del asesinato del presidente electo Bachir Gemayel, que murió cuando se encontraba en la sede del partido falangista (cristiano) en un atentado que fue atribuido a los servicios secretos sirios.
Antes del suceso, la aviación israelí bombardeó esos campamentos y durante la misma los alumbró durante la noche con bengalas para permitir la masacre, que se hizo pública tres días después.
«A las 17.00 hora local del 16 de septiembre comenzamos a escuchar disparos. Algunos comenzaron a huir, pero querían convencerlos que regresaran. Otros esperamos un tiempo antes de hacerlo. Volví después y visité el hospital de Gaza y lo que vi supera el horror humano», agregó Husein, sin dar más detalles.
Poco antes de la matanza, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) había sido evacuada de Beirut tras un acuerdo mediado por Philip Habib, enviado especial del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan, que prometió salvaguardar la vida de los refugiados en sus campamentos.
La participación de Israel en esas masacres provocó también el descontento en su Ejecutivo, pues se formó la Comisión Kahan en cuyo informe final responsabilizó al entonces ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, de haber hecho entrar a los milicianos y no haber ordenado medidas apropiadas para evitar lo sucedido, además de grandes movilizaciones de su población.
Ningún responsable israelí como tampoco el jefe falangista de aquel entonces, Elie Hobeika, considerado como el autor material de esas matanzas de Sabra y Chatila, fueron juzgados por un tribunal.
Unas de las razones invocadas a propósito de la masacre en esos campamentos fue vengar la que cometieron los combatientes palestinos en la localidad de Damur, donde asesinaron entre 52 y 582 habitantes cristianos, profanaron iglesias y cementerios, en 1976, una de las tantas tragedias realizadas en el Líbano por todos las partes durante los tres lustros de guerra.
Suheir Natur, un responsable palestino en los campamentos, dijo a Efe que «la masacre contra los palestinos no se limita a Sabra y a Chatila. Comenzó cuando nos expulsaron de nuestra tierra. Israel no reconoce el derecho al regreso. En el Líbano la juventud no puede aspirar a una vida aceptable y próspera», indicó.
«Las dificultades cada vez son más grandes y se complican, la situación no es esperanzadora. Es como si quisieran exterminarnos», agregó.
Guarda de las matanzas de Sabra y Chatila «un recuerdo terrible», pues él vivía en el campamento de Chatila, «pero tras la invasión israelí y el asesinato de Gemayel me di cuenta que se estaba preparando algo muy grande».
Natur pudo huir de la masacre: «Salí para poner a mi familia a salvo y después no pude regresar, pero me dediqué a advertir a los responsables libaneses nacionalistas de lo que sucedía y también de contactar a la prensa».
«Ya no confiamos más en las organizaciones internacionales ni en la opinión pública. ¿Dónde está su papel frente a los intentos de Israel de poner fin a la labor de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) para eliminar completamente nuestra causa», concluyó.
También, te puede interesar:
Palestina: ¿Por qué decimos “No a la anexión sionista”?
Palestina: Autoridades presentan documento ante Corte Penal Internacional
Palestina: El feminismo palestino como una lucha anticolonial