El 12 de septiembre de 1856, los partidos “Legitimista” (conservador) y “Democrático” (liberal), que eran los únicos que existían en ese entonces, suscribieron el “Pacto Providencial” para enfrentar y derrotar a los filibusteros de William Walker.
En aquel momento, los filibusteros fueron traídos a Nicaragua por el partido liberal, para que estos les ayudaran a ganar la guerra civil que se libraba contra el partido conservador. Cuando los filibusteros tocaron suelo nicaragüense, se aprovecharon de la funesta división de los políticos nicaragüenses y quisieron apoderarse del país, a tal extremo de que William Walker se hizo elegir presidente de Nicaragua.
Según el historiador, Dr. Aldo Díaz Lacayo, nadie podía ignorar el objetivo real de William Walker, mucho menos los firmantes de la Contrata; el establecimiento político de la época y sobre todo los liberales de la época o más bien los dirigentes liberales de la época tenían pleno conocimiento de todo lo que había hecho William Walker en Sonora, México, pretendiendo crear una República esclavista y conocían que venía de la parte sureña de los Estados Unidos y conocían que representaba a las fuerzas esclavistas del sur de los Estados Unidos y conocían que estas fuerzas esclavistas del Sur estaban en conflictos con los liberales del norte de los Estados Unidos[1].
A partir de esto, ya cuando el conflicto es evidente, los países centroamericanos se preocuparon por venir a Nicaragua a lograr la paz interna, para que sobre la base de la paz interna, asumir la responsabilidad de luchar contra el filibustero.
A partir de esa preocupación centroamericana, se permite que se nombren distintos delegados para venir a Nicaragua a buscar la paz, la paz entre los partidos políticos. Fue Patricio Rivas quien convocó a Centroamérica pidiendo apoyo.
Diferentes delegados llegaron a Nicaragua, principalmente de El Salvador y de Guatemala. El Salvador apoyaba al gobierno liberal y Guatemala apoyaba al Gobierno Conservador. Estos llegan a Nicaragua y logran sentar a ambos líderes de ambos partidos y firman lo que la historia convencional reconoce como “Pacto Providencial”.
Este pacto contenía tres puntos fundamentales:
- Una vez que se derrotara a Walker, convocar a elecciones, ocho días después.
- Convocar a la Asamblea Constituyente de 1854 que fue suspendida o convocar a una nueva Asamblea Constituyente.
- Se le concede al Gral. Tomás Martínez la autoridad para que conduzca el ejército contra Walker.
De esta forma, se constituye un ejército aliado solamente por los cuatro países del norte (Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala). Costa Rica nunca formó parte del Ejército aliado. Siempre actuó por sus propios intereses, por sus propios objetivos estratégicos.
Dos días después del “Pacto Providencial”, el 14 de septiembre de 1856 se libró la Batalla de San Jacinto, en la que una aguerrida tropa nicaragüense comandada por el Coronel José Dolores Estrada, derrotó a los filibusteros norteamericanos.
Según el historiador Jorge Eduardo Arellano, entre el Pacto Providencial y la Batalla de San Jacinto no hubo ninguna conexión orgánica. Los defensores de la Hacienda de San Jacinto ni siquiera sabían que los líderes de los partidos políticos habían acordado enfrentar juntos al enemigo común filibustero. “Los combatientes nicaragüenses de San Jacinto eran todos legitimistas e ignoraban el convenio anterior. En todo caso, significó una derrota del filibusterismo y sirvió para elevar la moral de la resistencia patriótica, organizada desde el Norte de Nicaragua”[1].
Walker fue
derrotado el primero de mayo de 1857, y tan pronto Walker fue derrotado, el
Partido Conservador planteó el regreso a la guerra. Por eso, se planteó una
reunión en León, el 10 de junio de 1857 (ya habían pasado 9 meses desde la
firma del pacto del 12 de septiembre de 1856), para discutir este problema de
continuar la guerra civil y volver al conflicto interno. Se analizó que a
partir de esto, se dejaría la puerta abierta al regreso de Walker que amenazaba
con volver a Nicaragua. Aquí entonces, se da el Pacto verdadero providencial, el
cual no lo registra la historia.
[1] Jorge Eduardo Arellano. “Historia Básica de Nicaragua”. Volumen 2. Página 107.