Compartimos con nuestros/as lectores/as un artículo de Carlos Fonseca Terán, titulado «El legado de Sandino». A continuación se presenta el texto original:
Sandino, tal como hace constar en sus escritos, en los que plasma su pensamiento, y tal como demuestran los hechos históricos concretos de los que fue protagonista, es un patriota y revolucionario, defensor de la soberanía nacional y combatiente antimperialista que concebía su lucha trascendiendo el ámbito nacional y adquiriendo un nivel continental y mundial.
En Sandino se da la unión de la lucha de liberación nacional con la lucha por la emancipación social y la transformación revolucionaria de la sociedad a través de la socialización cooperativista de la propiedad sobre los medios de producción, con miras a su socialización total, y mediante el establecimiento de un régimen político basado en el poder popular y surgido de la eliminación de las paralelas históricas (liberales y conservadores).
La lucha revolucionaria de Sandino comenzó con el alzamiento en armas de los trabajadores del mineral aurífero de San Albino, encabezados por él, así como su ocupación y la confiscación del oro a la compañía transnacional norteamericana que la explotaba, para ser distribuido entre los trabajadores y campesinos de la zona. Confiscaba las tierras a los grandes propietarios en los territorios bajo su control y la distribuía a los campesinos que las trabajaban.
Sandino tenía claro el carácter clasista de su lucha y lo irreconciliable de las contradicciones entre los trabajadores explotados y los grandes empresarios privados explotadores, y denunciaba la doble explotación de los trabajadores en los países dominados por el imperialismo, explotados por los capitalistas nacionales y a su vez, junto a toda la nación, explotados por los extranjeros.
La lucha de Sandino era por la transformación revolucionaria de la sociedad y por eso mismo, era una lucha por el poder, de lo que él estaba plenamente consciente, y para llegar al poder se planteaba, después de la expulsión de las tropas norteamericanas que habían invadido Nicaragua y contra las cuales combatía, organizar una fuerza política opuesta a la burguesía vendepatria libero-conservadora.
Al expulsar a las tropas norteamericanas, Sandino comprende que es necesario pasar de la lucha armada a la lucha política, ya que de lo contrario iba a quedar aislado, debido a la coyuntura nacional, en la que el gobierno norteamericano y el poder oligárquico-burgués maniobraban políticamente poniendo a los liberales en el gobierno para dividir la base social de Sandino, que era predominantemente de origen liberal, en momentos en que aún liberales y conservadores tenían le hegemonía política en el país, contra la cual precisamente se planteaba Sandino su lucha política.
Por su parte, a nivel internacional había un nuevo foco de atención, que era el surgimiento del nazifascismo europeo. Por si fuera poco, en una feroz campaña mediática en contra de Sandino, encabezada por el diario La Prensa, se lo presentaba como a un bandolero que usaba la lucha armada contra la intervención como un pretexto para cometer fechorías. Todo esto lleva a la necesidad de los Acuerdos de Paz, en los que Sandino se plantea la necesidad del mayor control territorial posible con sus tropas armadas, lo cual no se llega a plasmar en los Acuerdos debido a su asesinato, planificado y dirigido por Anastasio Somoza García por órdenes de la embajada de Estados Unidos, cuyo gobierno ya había nombrado al futuro dictador como Jefe de la Guardia Nacional, creada por la intervención y cuyo primer jefe había sido un General norteamericano.
Sandino estaba consciente de que la intervención norteamericana no finalizaba con la retirada de las tropas invasoras, ya que el imperialismo dejaba organizada la Guardia Nacional como tropa sustituta, a la que ya él se había enfrentado tanto como a los marines, y también tenía bien claro que la intervención imperialista continuaba en lo económico a través de las compañías transnacionales que explotaban las riquezas de nuestro país, y en lo político a través de los gobiernos entreguistas libero-conservadores, a los que Sandino se pretendía enfrentar y a los que se había propuesto derrocar a través de la lucha política, sin descartar el regreso a la lucha armada.
El sandinismo es la identidad política de los revolucionarios nicaragüenses; la doctrina política revolucionaria elaborada por Carlos Fonseca al aplicar a la realidad de Nicaragua la teoría científica revolucionaria, que es el marxismo-leninismo, a partir del carácter revolucionario de la acción y el pensamiento de Sandino; es el proyecto de nación surgido de la lucha revolucionaria de las clases populares en nuestro país; y es la fuerza política revolucionaria que hizo colapsar el esquema hegemónico oligárquico-burgués de las paralelas históricas (liberales y conservadores).
El sandinismo está basado en el antimperialismo y la liberación nacional en el ámbito político, económico y cultural; el poder popular en lo político y lo económico con hegemonía popular en lo ideológico; y el socialismo como el único modelo socioeconómico y político que se corresponde con estos objetivos.
Gracias al legado de Sandino, Carlos Fonseca elabora la doctrina política para la transformación revolucionaria de la sociedad nicaragüense, y gracias a Carlos Fonseca somos sandinistas. Sandino definió el legado revolucionario que Carlos Fonseca convirtió en identidad política al aplicar creativamente la teoría científica revolucionaria a nuestra realidad, y Daniel Ortega al frente del sandinismo como movimiento revolucionario puso en práctica la doctrina sandinista para la transformación revolucionaria de la sociedad nicaragüense, desde el poder político conquistado con el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, al ser derrocada la dictadura somocista impuesta por el imperialismo norteamericano tras el asesinato de Sandino.
Sandino inició la lucha revolucionaria en Nicaragua, Carlos Fonseca rescató el legado de Sandino y forjó al FSLN como vanguardia revolucionaria, siendo su principal dirigente en la etapa de la lucha contra el somocismo, y Daniel Ortega como dirigente revolucionario en todas las etapas de la historia del FSLN y principal dirigente en la etapa actual, ha sido el estratega que nos ha conducido y nos seguirá conduciendo de victoria en victoria.
Sandino es el mejor hijo de Nicaragua; Carlos Fonseca es el mejor hijo de Sandino; y Daniel Ortega es el hermano y mejor discípulo de Carlos Fonseca. Sandino, con su acción y pensamiento, es nuestro referente histórico; Carlos Fonseca es el ideólogo, forjador del Frente Sandinista y Jefe de la Revolución; y Daniel Ortega es el estratega y líder del sandinismo triunfante, primero como parte de su dirigencia en la lucha contra el somocismo, luego como principal dirigente frente a la agresión imperialista en la primera etapa de la Revolución, y finalmente como líder máximo, primero en el enfrentamiento al neoliberalismo impuesto por la derecha desde el gobierno, luego al frente de la restitución de derechos del pueblo en la segunda etapa de la Revolución, después en el enfrentamiento a los intentos de la derecha vendepatria y golpista de recuperar el poder a la fuerza y bajo el amparo de las agresiones de siempre del imperialismo, y finalmente al frente de la defensa de la paz, la estabilidad y la continuidad en las rutas de la reconciliación, la unidad, la restitución de derechos y la prosperidad con justicia social.
Carlos Fonseca es el continuador de Sandino; Daniel Ortega es el continuador de Carlos Fonseca; y nosotros, todos los militantes sandinistas unidos, organizados y conscientes, somos la garantía de la continuidad histórica del sandinismo, lograda por Carlos Fonseca al forjar la vanguardia revolucionaria que hoy desde el gobierno y desde cada barrio, comunidad y centro de trabajo, sigue al frente de la lucha del pueblo nicaragüense por una Nicaragua mejor, bajo el liderazgo del Comandante Daniel Ortega y el indispensable e invaluable aporte de la Compañera Rosario Murillo.
El máximo orgullo de todos los nicaragüenses dignos es Sandino, el principal de nuestros héroes y el más grande patriota de Nicaragua, y los nicaragüenses que seguimos las ideas revolucionarias y antimperialistas de Sandino, que lo hacen trascender épocas como personalidad histórica cuya acción y pensamiento siguen vigentes, somos los sandinistas. Sandino es nuestro mayor orgullo como nicaragüenses, y por eso EL MAYOR ORGULLO DE UN NICARAGÜENSE ES SER SANDINISTA.
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