Compartimos con nuestros lectores un artículo de Manuel Espinoza, titulado «La guerra por el petróleo global y la intervención militar de USA contra Venzuela». A continuación se presenta el texto original:
Venezuela es desde hace años parte sustancial del agravamiento de la rivalidad geopolítica entre los EE. UU, China y Rusia. He asegurado desde hace mucho tiempo que, tarde o temprano, los EE. UU optarán por su última carta a jugar en sus planes de la destrucción de la revolución chavista. La intervención militar directa en alianza de varios países del cono sur como Brasil, Perú y Colombia y otros países vasallos de la región.
Y no es que el contenido ideológico de la revolución bolivariana sea lo que genera una amenaza a la seguridad nacional norteamericana, sino que son los 299,953,000,000 de barriles de petróleo en reservas aseguradas que posee Venezuela convirtiéndola en el país más rico en crudo a nivel mundial. Y sobre todo la proyección geopolítica anti-imperialista, que Venezuela puede emanar en el continente en contrapeso de la vulgar política yanqui del “patio trasero” y las “repúblicas bananeras”. Venezuela supera a Arabia Saudita que tiene unos 97,800,000,000 barriles de reserva asegurada.
Quien haya visto la cinta “Los 3 días del Cóndor” producida en 1975, recordará la escena principal, que explica la razón del porqué la CIA actuaba de esa forma criminal durante toda la película. El jefe de la estación de la CIA en Nueva York (Cliff Robertson), le explicaba al analista de la CIA (Robert Redford) que cuando el pueblo norteamericano pagara a más de un dólar por el galón de combustible y las calefacciones de sus hogares dejarán de funcionar el pueblo se levantaría contra el gobierno y este sería derrocado.
De ahí la lógica imperial del control sobre Arabia Saudita, Irak , Irán, Libia y Venezuela y sus recursos energéticos estratégicos como el gas y el petróleo ha representado para los EE.UU su supervivencia y a la vez su supremacía global. Para 1973 cabe señalar los EE.UU habían logrado superar el embargo por parte de Arabia Saudita y lograron armar toda una estrategia en que a cambio de petróleo los EE.UU garantizarían la seguridad de los sauditas de sus rivales internos y externos como Irán. Así lograron posesionar al dólar como moneda única para las transacciones globales del petróleo.
Pero hoy las cosas han cambiado mucho con el golpe asestado a la economía global producto de cuatro formas de guerra que ya se manifiestan en una sola situación internacional. Me refiero a la guerra comercial, la guerra financiera (y de divisas) entre el petro-dollar y el petro-Yuan, la guerra bacteriológica entre los EE.UU y China (Covid-19), y por último la guerra por los mercados del petróleo desatada entre Arabia Saudita y Rusia ponen a los EE.UU en una situación más difícil y compleja de lo que parece ser. Ni siquiera la reunión en línea de los líderes del G-20, del 26 de marzo no logró ningún acuerdo para mejorar la situación de los precios.
Es esta nueva guerra global del petróleo entre las grandes potencias productoras, que acentuada más con el brote y pánico del coronavirus y plasmada ya en la crisis actual alrededor de la demanda, volúmenes de producción, suministro y precios de comercialización del petróleo, el gas y otros hidrocarburos, que representan la justificación a la medida para atacar a Venezuela.
Si bien es cierto los planes militares de agresión y la razón del mercado de la política exterior USA hacia Venezuela han estado ahí a la espera de la tormenta perfecta en el sistema internacional, hoy producto de la falta de un acuerdo de reducción de la producción del crudo entre Arabia Saudita y Rusia en el marco de la cumbre de la OPEP en Viena del 5 al 6 de marzo del corriente año en tan solo los tres primeros meses los precios del petróleo colapsaron desde alrededor de $ 70.00 dólares por barril del tipo Brent hasta los $ 20.00 a fines de marzo, lo que está por debajo del nivel crítico de costos marginales a corto plazo para muchos productores globales como los EEUU.
- Primero, porque las estrategias que imperan actualmente en el mercado internacional del petróleo están basadas en las acciones que están tomando Arabia Saudita y Rusia y los EE.UU solo están tratando de lidiar con ellas y en función de la demanda actual del mercado, unos 100.73 millones de barriles por día o el incremento de la producción anunciada por Arabia Saudita (unos 12 millones de barriles por día) y sus aliados regionales o por Rusia (500.000 barriles por día) no pasan por la voluntad de Washington.
- Segundo. Mucho menos con más de la mitad de la población mundial unos 3.8 mil millones de personas guardadas en sus casas en todo el mundo, la caída en la demanda global en abril se estima en unos 16 a 20 millones de barriles por día (es decir, alrededor del 20% de la demanda mundial), Lo que desde ya generó una enorme y excesiva cantidad de la oferta petrolera sin nadie interesado en nuevos contratos. A esto se une la caída de los precios que tampoco no son regulables a lo inmediato por Arabia Saudita, EE.UU o Rusia.
- Tercero. Dependerá mucho de que tanto se mantenga la pandemia para que una mejor situación en el mercado aparezca y sobre todo como esta terminará afectando a los EE.UU que se encuentra en los mayores afectados.
- Cuarto. Aunque los productores de petróleo norteamericanos puedan equilibrar rápidamente su producción reduciendo las nuevas operaciones de perforación y fracturación hidráulica, para estar al ritmo de la demanda global, el problema es que las leyes antimonopolio USA no permiten que las numerosas compañías se coordinen entre ellas para hacerle frente a la reducción de precios.
Recordemos que, en los últimos diez años, el mayor aumento en la producción de petróleo en el mundo se debió a «revolución del esquisto» de los Estados Unidos y tras de su recuperación en el 2016, y en base al acuerdo de la OPEP en 2017, la producción de petróleo de EE. UU creció en 4 millones de barriles por día acaparando todo el aumento incremental de la demanda mundial de petróleo.
Pero hoy día ya es muy compleja la situación de los productores N.A, tras que Arabia Saudita anunciará que usará su capacidad de producción libre, (de 3 a 12 millones de barriles de petróleo por día) y que ofrecería grandes descuentos en los precios a sus compradores de petróleo. Además, el otro lado flaco del asunto es que Arabia Saudita está demostrando al mundo su independencia de los EEUU en la comercialización del crudo anunciando así, el comienzo de la separación de cualquier alianzas anterior con los EE.UU al generar un enorme excedente de oferta en el mercado.
Esta situación de guerra actual de todos contra todos en el mercado del petróleo (Arabia Saudita, EEUU y Rusia principalmente) solo es posible entenderla;
- Si vemos cuanto históricamente Arabia Saudita ha colaborado en el ritmo de precios del crudo internacionalmente para que los EE.UU se lograrán insertar en el mercado mundial como uno de los grandes productores de petróleo e hidrocarburos. Desde la OPEP Arabia Saudita promovía acuerdos de reducción en la producción para mantener los precios a un nivel que le permitiera a los fabricantes estadounidenses permanecer en el mercado y expandir su participación.
- Cuanto necesita Arabia Saudita superar su gigantesco déficit presupuestario que amenaza a un linchamiento interno a lo revolución francesa si esta inicia la reducción de sus programas sociales o las políticas públicas a lo interno.
- Si la estrategia saudita de reducción de producción y baja de precios se alarga conducirá a los EE. UU a un cercano colapso generalizado entre las compañías de petróleo y gas y otros sectores incluidos en las cadenas de valor asociadas, lo que provocará despidos y desempleo y por ende pérdida en su capacidad de suministro al mercado internacional.
Y es que el panorama en general no se ha mostrado nada alentador para todos. Estamos ante la reducción de la demanda más grande de petróleo en este siglo. Es cierto, que los EE. UU entre el 2014 y principios de 2016, lograron recuperarse rápidamente de una situación de reducción de los precios del crudo un tanto similar a la de hoy día, porque la «mano invisible» del mercado obligó a Estados Unidos a asumir la carga principal de equilibrar la oferta, es decir, el ritmo de producción y las inversiones. Pero si los precios del petróleo se mantienen más bajo de los 30 dólares la estrategia de arabia saudita podría tener mayores éxitos contra la naciente infraestructura petrolera norteamericana.
Los saudíes saben, que en los últimos años la cara de las capacidades de comercialización del petróleo N.A no son del todo lo mejor. Las compañías de esquisto bituminoso, han crecido en términos de producción, pero no han demostrado su rentabilidad a niveles deseables aun con precios promedio del petróleo superiores a $ 60 en el mercado internacional. Con grandes inversiones de $ 400 mil millones, su situación financiera era ya grave. Muchas empresas han quebrado y las otras se resisten a hacerlo incluso antes de que cayeran los precios en tiempos del coronavirus.
Las extensiones de líneas de crédito y muchos fondos de inversión ahora se restringen y prohíben completamente en compañías tradicionales de energía de hidrocarburos. Si antes tras la bancarrota de los productores de esquisto bituminoso alguien más podría adquirir sus activos y obtener un nuevo financiamiento, hoy día con el dilema de la economía USA bajo el tiempo del COVID-19 se torna muy difícil.
Según la valoración de la inteligencia económica/energética rusa, lo que buscaban los sauditas con su propuesta de reducción de producción de 1,5 millones de barriles por día en la reunión de la OPEC en marzo pasado era sencilla “golpear a sus competidores principales con la reducción de la producción que obligara a los productores de alto costo a reducir drásticamente la producción y conducir a aumentos de precios.
Posteriormente los sauditas aumentarán el volumen de la venta del crudo a bajo precio durante todo el año, acaparando así a la mayor cantidad de compradores del crudo”, por eso Rusia no aceptó su propuesta obligando a los sauditas como en un juego de ajedrez chino a accionar con rigurosidad contra los intereses N.A en el mercado del petróleo creando serias fisuras en su alianza política.
Ya se percibía que la política saudita había comenzado a cambiar desde diciembre del año pasado y había dado señales que se estaban preparando para apostar por el crecimiento de su cuota de mercado para tratar de solucionar sus necesidades presupuestarias y maximizar las ganancias. Muestra de eso es la firma reciente con Kuwait sobre la producción de petróleo en la llamada «zona neutral» en la frontera entre ambos, que aumentará la producción en 0,5 millones de barriles por día.
Los sauditas entienden los problemas estructurales de la cadena de costos de producción de Rusia y los EE.UU y en tiempo de supervivencia han tenido que darle de una forma “ evidente” la espalda a su aliado estratégico obligándolo al final a no distanciarse tanto en una situación que augura nubarrones negros para economía global. Arabia Saudita al final no puede permitir que su hegemon salga del cerco de intereses y dependencia de las ganancias mutuas derivadas del petróleo y la balanza de poder regional que significa en el Medio Oriente, también por que la situación de déficit interno saudita es profundamente amenazante a su estabilidad interna.
En general Arabia Saudita necesita que un barril de petróleo cueste entre unos 83,6 y 85 dólares estadounidenses para mantener un presupuesto libre de déficit (unos 50 billones de dólares) En la actualidad esto es soñar despierto y explica el viraje radical saudí contra sus competidores rusos y norteamericanos. Comparado con el 4.7% de su déficit presupuestario en relación a su PIB en el 2019 este año a pesar que se había vaticinado un crecimiento negativo de un 6.5% para todo el 2020, este para mayor pesadilla subirá unos 15% y más (unos 75 billones de dólares).
Pero la influencia USA, y la estrategia de golpear a Rusia, Irán y Venezuela los ha obligado a mantener un precio por debajo de este nivel, lo que ha obligado al reino saudita a gastar enormes cantidades de reservas de divisas, casi 500 mil millones en los últimos cinco años para financiar el déficit presupuestario lo que ha significado el rápido agotamiento de las reservas de oro y divisas, desde 2014. Es caro el costo que pagan por la obediencia de las elites sauditas a la política exterior norteamericana y ya ni se diga en endeudamiento obligatorio ante ellos por la compra de armamento norteamericano.
Es en este contexto internacional por la lucha por el mercado internacional del petróleo, y el desafío saudita y ruso, los vaivenes del precio y la demanda que hacen urgir a los EE.UU en atacar militarmente a Venezuela. Su voracidad energética se vislumbra más por su propia sobrevivencia actual y a futuro en un mundo que entra en recesión, que como parte de la razón del Estado, que le procure hegemonía, supremacía y control global. Esta es la única salida de una vez por toda para arrebatar la joya de la corona de las reservas aseguradas del petróleo a nivel mundial. Hoy más que nunca, pues su decline es inminente y los fantasmas de la depresión y la recesión global tocan ya a sus puertas.
Hoy día el precio del galón es de 0.88 centavos dólar en EE. UU y sin duda la población estadounidense están que brincan de felicidad. Para la economía USA significa una circulación asegurada de suministro del crudo nacional sin que se agudice la reducción de la demanda interna de no ser por la inmovilización de la gente por un periodo mayor.
Pero la reducción de los precios y la enorme caída de la demanda del petróleo en el mercado internacional están generando enormes problemas para las compañías productoras norteamericanas ahora que el país se ha convertido en un exportador y competidor neto de petróleo. De mantenerse por mucho tiempo debajo de los 30 dólares todos los principales productores norteamericanos del crudo perderán.
Los Estados Unidos y China siguen siendo el mayor consumidor de petróleo y productos derivados del petróleo en el mundo y para ambos, los bajos precios del petróleo son una oportunidad favorable. Hay un gran volumen de exceso de petróleo, solo en el primer trimestre, ascendió a alrededor de 4 millones de barriles por día, aproximadamente el 4% de la producción mundial. Estos volúmenes se pueden verter parcialmente en reservas y el gobierno de EE. UU. Ya está comprando 77 millones de barriles de petróleo.
Para China, que no compite en la venta del petróleo como los EE.UU. es muy ventajoso. Además, no se apura pues ya cuenta con el petróleo venezolano, ruso y el iraní y entiende las intenciones y los porqués de la inminente intervención militar USA en Venezuela.
¿Logrará el Pentágono arrancar a Venezuela del perímetro geopolítico con China y Rusia? La redistribución violenta a lo norteamericano por el mercado mundial del petróleo toma una carrera rápida y peligrosa con consecuencias fatales para el cazador y la presa mas no por ahora para los terceros actores que son China Rusia.
Al final los norteamericanos enfrentan la necesidad de intervenir ahora o nunca para salvar su déficit estructural energético en base al despojo de los recursos de Venezuela. Para Trump es de urgencia electoral, pues un presidente en guerra con otro país nunca pierde en la reelección. ¿Pero es la guerra contra Venezuela lo que lo sacará del atolladero o la que lo hundirá más y más en este periodo de pandemia y posterior? La respuesta al final está basada en que el pueblo valiente de Venezuela resista hasta el final. Y dos en que tanto China y Rusia lo permitirán.
Parece que el pánico global sobre el Covid-19 es la cortina perfecta para que la intervención militar USA contra ese hermano país se lleve a cabo sin que al planeta entero le interesé un carajo como diría el Cmte. Hugo Chávez Frías
Fuente: https://redvolucion.net/
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