Compartimos con nuestras/os lectores un artículo de Carlos Fonseca Terán, titulado por Cuaderno Sandinista como «Nicaragua: El negocio de la empresa privada en tiempos de Covid-19». A continuación se presenta el texto original:
La gran empresa privada en Nicaragua quiere su tajada del gran negocio en que se ha convertido la actual pandemia para las grandes empresas a nivel mundial, lucrándose de la venta de artículos necesarios para enfrentar el virus, pero mal manejados producto de conductas muchas veces inducidas de forma interesada.
Por ejemplo, las mascarillas no son para protegerse del virus, sino para proteger a los demás, al quedar las partículas de saliva dentro de la mascarilla al toser y al hablar, pero si una partícula infectada hace contacto con la mascarilla desde afuera, el virus pasa hacia la nariz o la boca, ya que los diminutos orificios de los materiales con los que están hechas, son mucho más grandes que el virus, tan pequeño que no se puede ver con microscopios ordinarios.
El uso generalizado de mascarillas se vuelve útil sólo cuando el virus ya se ha diseminado masivamente (que obviamente, no es nuestro caso), ya que en esas circunstancias hay muchas personas que están contagiadas y no lo saben, contagiando así a las demás sin percatarse, debido a que desde el contagio hasta la aparición de síntomas transcurren entre 2 y hasta 15 días aproximadamente.
Seguimos sólo con dos casos y cero contagio interno, pero para estar seguros de que no ha habido contagio debe transcurrir el máximo de tiempo de incubación que tiene el virus.
Usar mascarilla en este momento no es necesario, no es efectivo, salvo en ciertas circunstancias, como por ejemplo en el caso de las personas recién venidas del exterior, por el peligro de estar contagiados y no saberlo. Las mascarillas son indispensables en cambio, para personas que tienen otros padecimientos, como algunos pacientes con cáncer bajo tratamiento de quimioterapia y que ahora no las encuentran o las tienen que comprar a precios altísimos por la falta de escrúpulos de los grandes empresarios. Y la verdad, es poca la gente que está usándolas por la pandemia; por tanto, el problema es el acaparamiento.
Otro producto que además de estar siendo acaparado, se usa más de lo necesario es el gel de mano. Lo importante es el lavado de manos con agua y jabón, ya que protege muchísimo más que el gel, el cual debe utilizarse sólo si no tenemos el acceso al agua y el jabón en un momento dado, por ejemplo cuando andamos en la calle, ya sea trabajando o haciendo cualquier tipo de diligencias.
En Nicaragua estamos en alerta epidemiológica, no en emergencia y menos aún en crisis, aunque la derecha lo maneje así para crear pánico e histeria, sus estados mentales favoritos, pero además los empresarios están usando este asunto como coartada para despedir trabajadores, lo cual no es legalmente válido, ya que no pueden alegar una emergencia que oficialmente no existe, como tampoco existe en nuestra realidad, salvo que sea la realidad virtual.
El otro gran negocio que está haciendo la gran empresa privada con la pandemia es la cuarentena para eliminar la competencia de la pequeña y micro empresa popular (principalmente en el sector comercial), así como del comercio informal, medio de sobrevivencia de muchos desempleados, sobre todo en los países pobres. Esto no quiere decir que la cuarentena no sea necesaria en determinadas circunstancias (que no son las nuestras y esperamos no lo sean nunca), así como el cierre de fronteras, lo que está en dependencia de varios factores, entre ellos el nivel de propagación interna de la pandemia y las características socioeconómicas de cada país.
La verdadera clave para evitar el contagio es cumplir a cabalidad las normas de precaución, a las que ya me he referido en otro momento, sobre todo evitar contacto físico innecesario con otras personas, practicar el lavado de manos constantemente o en su defecto usar gel de mano (pero sólo si no podemos lavarnos las manos en el momento), si tosemos cubrirnos la boca con el brazo y no hacerlo encima de las demás personas, y algo de suma importancia: no tocarnos la boca, la nariz ni lo ojos, y en caso de que sea imposible evitarlo, hacerlo con los nudillos o la parte externa de la mano, que por lo general está más limpia, por ser menos utilizada.
En un país como Nicaragua, donde la mayoría del pueblo se gana la vida como pequeños comerciantes, microempresarios o trabajadores por cuenta propia, pedir a la gente que se quede en casa porque hay dos personas contagiadas en el país, es ofensivo y hasta ridículo, pero sobre todo es irresponsable e inhumano, pues de ser escuchado ese mensaje, mucha gente perdería su sustento diario, ya que aunque salieran a vender o a atender sus pequeños negocios, no habría compradores o consumidores. Por suerte, los nicaragüenses estamos haciendo caso omiso a esos llamados, cuyo único objetivo es sembrar el pánico y provocar histeria colectiva, ya sabemos con qué objetivo.
A cuidarnos pues, cuidar a los demás, mantener la calma y seguir con nuestras vidas, sin hacer caso a chismes en redes, atendamos sólo los informes oficiales y acudamos a las fuentes confiables, pero sobre todo estemos pendientes de las orientaciones que nos vayan dando las autoridades correspondientes a través de los medios o mediante las visitas de las brigadas en defensa de la vida, que tan buen efecto han tenido no sólo en el control y prevención, sino en el ánimo de la ciudadanía, porque si algo necesita el ser humano en momentos de peligro o amenaza es sentir que no está solo. Y en Nicaragua nadie estará solo ni desprotegido frente a la amenaza de la pandemia que nos acecha desde afuera, porque para eso hay un pueblo consciente y organizado, un gobierno que se preocupa por él y una vanguardia revolucionaria al frente de la defensa de la vida y el bienestar de los nicaragüenses, con una militancia sandinista dispuesta a dar la batalla siempre, al servicio del pueblo, de la Patria y de la Revolución.
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