Compartimos con todas y todos un artículo escrito por David Carrasco, titulado originalmente como: «Una larga marcha de 530 kilómetros en defensa de la dignidad» publicado en Bayano Digital. La historia de Aura María Escobar. El texto original se presenta a continuación:
El 25 de septiembre de 1971, cuando se debatía en Panamá la disyuntiva de ser soberanos o dependientes del poder militar extranjero, Aura María Escobar, una mujer menuda y decidida, alzó su voz en las fincas bananeras en el distrito de Barú, en la frontera con Costa Rica, y propuso iniciar una larga marcha de 530 kilómetros hasta la metrópoli para apoyar el proyecto de liberación nacional encabezado por el general Omar Torrijos.
Con más de 70 años de edad, una trayectoria de luchas y gran destreza para ejercer sus labores cotidianas, Escobar recordó a Bayano digital que hace 48 años obreros en las fincas bananeras administradas por las multinacionales estadounidenses vieron la posibilidad de alcanzar conquistas sociales a través de un modelo de desarrollo propio, para poner fin a la explotación secular en el cultivo de banano e izar allí la bandera panameña.
La activista, convertida hoy en productora independiente, señaló que en 1971 un grupo de valerosos trabajadores asumió la responsabilidad histórica de respaldar el naciente proyecto nacionalista encabezado por Torrijos, y se dirigió al Palacio Municipal en Barú para comunicar al alcalde de turno la decisión de marchar a la capital y contribuir a la lucha en defensa de los sectores productivos y la urgente transformación social.
Sin embargo, manifestó que, en vez de compartir su entusiasmo, el alcalde miró con ojos de incredulidad a los trabajadores y expresó reservas sobre la posibilidad de que llegasen sanos a salvos a su destino, debido al extenuante viaje. Asimismo, conminó a aquellos expedicionarios a realizar otras actividades menos riesgosas, en vez de internarse en riscos y recorrer terrenos duros, donde les faltaría agua, comida y apoyo.
Escobar inspiró a sus compañeros a respaldar a Torrijos, quien había convocado a la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y a los sindicatos para sumarse a las campañas de alfabetización, y daba pasos para aprobar un nuevo Código de Trabajo dirigido a elevar la dignidad de los trabajadores. “No nos desanimamos, y emprendimos la larga marcha hasta la capital, en cumplimiento del compromiso adquirido”, acotó.
Sostuvo que, con la bandera de Panamá en alto, los trabajadores bananeros marcharon a través de arroyos, laderas y vados, mientras coreaban consignas o cantaba canciones patrióticas. Ni el sol ni la lluvia obligaron a nadie a desistir. Pero, debido al agotamiento físico, algunos abandonaron la caminata. El grupo se abrió paso entre los matorrales hasta alcanzar la carretera, con la convicción de que sin sacrificio no hay victoria posible.
“Estábamos decididos a alcanzar el objetivo, y al llegar a la ciudad de Santiago de Veraguas (250 kilómetros al oeste de la ciudad capital), la gente nos aplaudió. Los habitantes en esa ciudad ya sabían lo que pretendíamos hacer y nos estaban esperando”, recordó la heroína de aquella gesta. En su relato, detalló que el jefe de la zona policial en Veraguas, leal al proyecto político, se percató de que todos los caminantes tenían los zapatos destrozados a causa del extenso recorrido a pie en el suelo agreste.
Sin que nadie se lo pidiese, aquel diligente oficial se ofreció para comprar a los obreros unas sandalias. Los trabajadores aceptaron, pero los calzados prometidos demoraban en llegar, así que se tomó la decisión de marchar descalzos. Aquel grupo estaba imbuido de sentimientos revolucionarios y enarboló la bandera panameña para proseguir la travesía y demostrar la fibra con la que están hechos hombres y mujeres del sector bananero.
En el trayecto, descubrieron con sumo agrado que los alumnos de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas habían hecho un camino de flores, para honrar esa caminata. Y sobre pétalos marcharon los obreros de la zona bananera de Barú, hasta que fueron contactados por el oficial que traía consigo el lote de calzados prometidos para reemprender la jornada.
Escobar apuntó que “al arribar al distrito de La Chorrera (38 kilómetros al oeste de la capital), el general Torrijos envió una limusina para buscarme, con un mensaje de que ya no tenía que demostrar absolutamente nada”. No obstante, sostuvo que ella rechazó ese gesto amable, simplemente porque quería recorrer esos últimos kilómetros en compañía del grupo de obreros que habían entretejido lazos de unidad haciendo trochas.
Recordó que, el 9 de octubre, al arribar a la urbe, los trabajadores fueron recibidos por el general Torrijos y el Estado Mayor de la Guardia Nacional. En ese encuentro cordial, el jefe militar aseveró que aquella marcha solidaria le había enseñado que la clase trabajadora tenía la determinación necesaria para profundizar las tareas de la liberación nacional, y que se sentía motivado para iniciar una Reforma Agraria justa y humana, así como la plena recuperación del Canal de Panamá en poder de Estados Unidos.
El 16 de diciembre de ese mismo año, Torrijos se dirigió a una multitud concentrada en la Plaza 5 de Mayo, para señalar:
“Yo quiero hablarles a ustedes, que hay 200.000 analfabetos panameños que esperan la redención del libro, la redención del maestro, para aprender a leer y escribir. Yo quiero hablarles a ustedes de los 45.000 panameños que están sin trabajo, a quienes antes de tres años les conseguiremos trabajo para que ganen su vida honestamente, como todo panameño quiere ganarla. Quiero hablarles a ustedes, que hay 50.000 agricultores panameños, que hay 50,000 panameños que se dedican a la actividad agropecuaria, cuyos ingresos no llegan siquiera a los cien Balboas al año. Ellos son nuestra inspiración y para ellos vamos a trabajar, cueste lo que cueste”.
Escobar rememora esos momentos, porque estuvo allí y fue protagonista de un movimiento decidido a revindicar los derechos de los trabajadores agroindustriales y el campesinado. En su testimonio, evocó la incorporación de obreros de las plantaciones al régimen de seguridad social, así como el difícil período de la Guerra del Banano, en la que Torrijos aplicó el impuesto de un dólar por caja exportada a empresas frutícolas estadounidenses para financiar el desarrollo agrario en Centroamérica. Para la figura central de esta historia, el ejemplo de lucha aún persiste en defensa de la soberanía nacional.
Tomado de: Bayano Digital
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