Compartimos con todas y todos un artículo escrito por Mirna Mendoza López (*), titulado «Las mujeres en la Policía Nacional». A continuación se presenta el texto original:
Fue el Frente Sandinista de Liberación Nacional quien abrió puertas espaciosas para participar en el quehacer del país. Quienes traspasaban las puertas eran hombres en su mayoría y las mujeres lo hacíamos por una ventana y así salimos de nuestras casas. Y es que una gigantesca mole de trabas, tabúes y marcas ideológicas profundas nos ataban al hogar: ese era nuestro espacio.
Pero si revisamos lo avanzado con una buena lupa, ahí estábamos las mujeres. Algunas veces invisibles, otras a la luz del día. A las pruebas me remito con algunos ejemplos vivientes: Doris María, Leticia, Olga, Gladys, Eleonora, Ana Julia, Ana Isabel y más, todas militantes históricas, hijas de este pueblo.
Doris María, sólo su nombre llena espacios: mujer policía, guardadora de secretos, madre, torturada salvajemente por el somocismo y nada la doblegó. Mantiene su temple, energía y las ganas de vivir en paz y armonía; es sandinista, es policía y de sus labios no sale una sola orden de odio; llama a la paz, a la solidaridad, la unidad y el entendimiento. Es un ejemplo.
Y es que la Revolución abrió campo a las mujeres que combatieron en el derrocamiento de la dictadura, también fundaron la naciente policía, pero no fue fácil. No es suficiente elevar el porcentaje de participación, muchas pasaron a ocupar cargos de servicio o administrativos: Conserjes, cocineras, secretarias, afanadores y muy pocas en el área operativa e investigativa, casi repetir lo que hacíamos en el hogar, aunque ser asalariadas era un pequeño avance. Hasta 1990, en la Policía Nacional éramos el 35 % mujeres.
En el artículo 23 del Estatuto Fundamental, decretado por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional el 20 de julio de 1979, disuelve la Guardia Nacional (GN), la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) y el Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
Se estableció el 5 de Septiembre como fecha de fundación de la Policía Nacional, pero fue instituida en el Decreto 559 de 1980.
Desde los primeros años del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, (1982–1988) todos los esfuerzos estuvieron dirigidos a la defensa militar, pues la contrarrevolución dirigida, financiada y amamantada por el imperio norteamericano, intentó dar continuidad al somocismo sin Somoza y fueron abandonando el espacio los que no estaban con el proyecto popular. Algunos se quedaron, pero pocos años después asumieron el camino de la traición.
Un cambio de gobierno intentó cerrar espacios
En 1990, el nuevo gobierno impuso los famosos planes de conversión, compactación y el impulso de querer destruir la Policía Sandinista, a la que además de cambiarle el nombre por Policía Nacional, quitar a su jefe, el Comandante René Vivas, por órdenes de los gringos, y cambiar el uniforme, el gobierno entrante –con una mujer como gobernante– tendió una gaza enorme y en pocos años las mujeres quedamos en un 15% y la institución de 15 mil integrantes fuimos reducidos a 5 mil. Además, con el congelamiento de salarios y de ingresos a la Policía, parecía que íbamos a desaparecer.
Pero no quebraron a la Policía: muchas fundadores/as, mordieron el leño. Fueron 17 años de resistencia.
En ese tiempo, para las mujeres policías fue necesario buscar aliados de mente fresca que estuvieran dispuestos a dar espacio a las mujeres. Porque las resistencias eran fuertes. Era común escuchar a los policías varones: «es que si voy al operativo con una mujer, me toca seguir al delincuente y cuidarla a ella».
Borrar ese mapa, esa construcción de pensamiento solo fue posible con muchos aliados/as y hasta persuadir a las mismas mujeres que asumían roles genéricos tradicionales, se resistían al cambio. Desmontar esa área doméstica que se atribuye a la mujer como natural, era la tarea para que la Institución Policial no quedara rala en su composición femenina.
Aprovechamos un pequeño espacio que se inició 1996 y un grupo de mujeres policías entre las que estábamos tres comandantes, seis subcomandantes y veinticinco capitanas, iniciamos la tarea de incorporar la visión de género en la institución: ingreso de mujeres, promoción de mujeres en cargos y grados, y principalmente prestar servicio a la demanda de la sociedad para atender la violencia intrafamiliar, para lo cual se crearon las Comisarías de la mujer.
Testimonian ese esfuerzo el Instruyo 011–96, creando el Consejo Consultivo de Género para: a) Análisis de la problemática que enfrentan las mujeres en la PN. b) Proponer Políticas de Recursos Humanos. c) Capacitación. d) Superación cultural. e) Igualdad de oportunidades en los cargos. f) Estimular la participación en la actividad operativa. g) Analizar problemática interna.
La disposición 050–97, reforma el Instruyo 011–96, creando instancias del Consejo Consultivo de Género a nivel de todas las estructuras, donde Jefes o Jefas, asumen la conducción, estos fueron los principales aliados para que la igualdad y equidad de género avanzara en la Institución.
Derrumbar prisiones mentales
«Las estructuras mentales constituyen Prisiones de larga duración», escribió Fernad Braudel, en su obra la Historia y las ciencias sociales.
Demandamos hasta cambios en el lenguaje escrito y verbal (Disposición 0213–2001) para hacer visibles a las mujeres, ya que estábamos ocultas en un lenguaje con mayor tendencia masculina. La Disposición 0280–2001, orienta la institucionalización del enfoque de género en el Proceso de Modernización de la Policía Nacional para una actuación policial más eficaz y sin discriminación.
Este esfuerzo de género traspasó fronteras, con Nicaragua a la cabeza en esa experiencia, la Comisión de Jefes y Jefas de Policía de Centro América y el Caribe abrieron paso al resto de instituciones para iniciar este Proyecto.
Durante el gobierno de la señora Chamorro, la Policía decreció: a 5 miembros, y solo el 15% eran mujeres; en 2005, gobierno de Bolaños, la fuerza policial era de 8,637 miembros, el 28% eran mujeres. En 15 años todos los esfuerzos habían logrado muy poco.
La voluntad del gobierno del FSLN, dirigido por el Comandante Daniel Ortega, mueve montañas y se preocupa por las instituciones. Hasta 2018, la Policía Nacional de Nicaragua, cuenta con 14,946 miembros, el 34% son mujeres, con lo cual ha recuperado los niveles de cuando el Comandante Daniel entregó el gobierno en 1990.
Es evidente que la lucha contra la discriminación tiene un sello de clase para entender la necesidad de incorporar mujeres a la Policía. Las instituciones policiales están consideradas un ámbito laboral destinado para hombres. En Nicaragua, en la Policía se abren espacios a las mujeres, que además se incorporan al desarrollo de la nación, participan en la atención a la violencia de género o en otras estructuras.
¡Vivan los heroicos Policías!, que dieron su vida en el combate contra el golpe de estado.
Teniente Zaira Julissa López, Inspectora Juana Francisca Aguilar: su ejemplo vivirá a las generaciones presentes y venideras en la lucha contra el crimen y la delincuencia y todo aquel que trate de alterar el orden Constitucional.
Tomado de: http://www.radiolaprimerisima.com
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