Compartimos con todas y todos un artículo escrito por la Compañera Margine Gutiérrez titulado: «La Insurrección de agosto del 78, en Matagalpa». A continuación se muestra el texto original:
«Aproximadamente estuvimos. cuatro días y los sentí como una eternidad, toda una vida . Es una cosa que nunca la olvidás.» Isabel Castillo.
Hace 4 años Alexa Lugo publicó en su página de facebook algunos de sus recuerdos de la Insurrección de Agosto del 78, en Matagalpa, y allí dice “lo hago, consciente de que cada esquina y cada compañero es dueño de su propia historia”, pero “esta es mi verdad”. Como la verdad de Alexa existen muchas otras porque dentro de este proceso insurreccional existieron distintos escenarios, cada uno con vida propia, en los que se desarrollaban las acciones con métodos, recursos y acciones definidas “in situ” que los hicieron singulares. En ninguno de estos frentes de guerra -Guanuca, Palo Alto, El Hotel Bermúdez, la Salida a Jinotega- las cosas se hicieron igual. Por eso cada quien cuenta cómo fue la insurrección de agosto con la visión de lo que les tocó vivir.
También Alexa dijo,
“quiero hacer énfasis en que esta insurrección no fue dirigida por nadie, ahí no hubo jefes, ni nada por el estilo, todos éramos compañeros, unos más fogueados que otros, pero en honor a la verdad no fue dirigida por nadie y menos apoyada por algún tipo de dirigente externo. La mayoría de los participantes estaban organizados en el FER, AES y células del FSLN”.
Y si bien es cierto, la Insurrección de Agosto del 78 tuvo un jefe que fue Crescencio Rosales, y detrás de él Bayardo Arce Castaño, Alexa tiene razón. Cada uno de ellos, de estos combatientes tan jóvenes, eran jefes a los que no les daban ordenes a cada rato para que actuaran. Tenían la línea general. La orientación del clandestino transmitida cuando se podía. Todos, o la mayoría, eran “Cuadros” y “Cuadritos” con capacidad de tomar las decisiones que se requerían en cada momento preciso. Unos estuvieron en una posición y otros en otra. No siempre se podían comunicar entre sí. Por eso es que cada quien es dueño de su propia historia y no siempre es conocida por el otro.
Lo cierto es que vale la pena seguir indagando, seguir profundizando en ella porque hechos como este, procesos tan ricos en inteligencia, valor, audacia, heroísmo no se dan dos veces en la historia y cuando se intentan repetir, terminan siendo una grotesca y terrorífica caricatura. La base de este relato es un documento que me legara Sadie María Rivas Reed donde ella, conjuntamente con Lucy González, relatan la Insurrección de Agosto del 78, en saludo al décimo aniversario de este histórico alzamiento. Tambien van aportes dados por Isabel Castillo, Alexa Lugo y notas que he ido recopilando en muchos años. Lástima que no pude contactarme con María Antonieta Gutiérrez, Ileana Morazán y Maritza Travers que también tuvieron un rol protagónico en la Insurrección de Agosto del 78. Queda pendiente integrar sus valiosos testimonio también.
Naturalmente que está incompleto y hace falta profundizar aún más en lo que sucedió en Guanuca, en la Salida a Jinotega o en la retirada. Contar todo para que las nuevas generaciones de sandinistas sepan cuanto le ha costado a nuestro pueblo su libertad, su soberanía y su independencia.
Antecedentes: la estructura había crecido y estábamos preparados militarmente
Desde mucho antes de la Insurrección de Agosto, en Matagalpa había un fuerte desarrollo organizativo del Frente Sandinista de Liberación Nacional cuya mayor expresión era el enorme crecimiento del movimiento estudiantil impulsado por el FSLN a través del Comité Ejecutivo del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) “Francisco Moreno”. Este Comité Ejecutivo estaba integrado por Sadie Rivas, María Antonieta Gutiérrez Büshting, Isabel Castillo, Ernesto Cabrera, Rodolfo Castillo (Payin), Marcos Largaespada, José González, Francisco Jarquín (Chico Plomo). Era el responsable del trabajo en el seno del movimiento estudiantil y también se proyectaba hacia los barrios y algunos sectores obreros.
El crecimiento de las células en el movimiento estudiantil era tan grande que fue necesario multiplicarse en Comité Centrales del FER. Había un Comité Central en el Instituto Nacional “Eliseo Picado”; otro para los colegios privados y otro para las escuelas de comercio.
Todo este trabajo era orientado por el Jefe Clandestino, Crescencio Rosales, responsable del Regional “Faustino Ruiz”. Para dirigir el trabajo estudiantil, Crescencio integró un equipo con el que se reunía periódicamente. Isabel Castillo Casco recuerda que ella fue llevada a participar de este grupo, cuando ya estaban Sadie María Rivas, Ma. Antonieta Gutiérrez B., Ernesto Cabrera, José González, Marcos Largaespada, entre otros. Hasta entonces ella era del FER. Allí inicia su militancia en el FSLN. Cada uno atendía una o dos células e Isabel dice que en una de ellas, estaban Ivania Gutiérrez y Reynaldo Mairena.
Debido al acelerado crecimiento organizativo en Matagalpa, el Regional Clandestino “Faustino Ruiz”, orientó separar el trabajo estudiantil del de los barrios. Para este sector, se creó una célula especial en la que estaban Maritza Travers, Lucy González, Bony Rivas, José Alfredo García, entre otros.
Para agosto del 78, habiendo recibido la orientación de crear las condiciones para un levantamiento popular, la mayoría de estos dirigentes, que ya habían sido entrenados militarmente, se dispusieron a la creación de escuelitas militares, en algunas casas, en finquitas, cuartos, donde fuera, con un plan de preparación intensivo dirigido a las células del FER y a las del FSLN, que estaban en el área de influencia de los dirigentes estudiantiles. En medio día se les entrenaba militarmente, básicamente en arme y desarme. Dentro de ese plan se incluyó dislocar a la célula del FSLN, que constituía el Comité Ejecutivo del FER, hacia lo que se suponía serían los principales frentes de lucha en la insurrección: Palo Alto, la zona del Progreso y de La Virgen.
Marcos Largaespada grafica el ascenso de la lucha en Matagalpa, de la siguiente manera: “Nosotros empezamos a estructurar escuadras en la ciudad, a preparar a chavalos del FER y a crear células clandestinas. Se hacía un trabajo conspirativo, preparando al pueblo, a la gente, para una guerra. Lo que sucedió es que en ese momento fue tanta la euforia, la efervescencia, que la gente no se pudo controlar, y tuvimos que ponernos a la cabeza de las masas, del pueblo. Pero, realmente eso ya estaba contemplado, nosotros íbamos hacia allí. Los estudiantes emboscábamos a los BECAT con bombas de contacto, nos volábamos bala con la Guardia en Matagalpa”. Por su parte, Isabel Castillo reafirma que “había un movimiento estudiantil fuerte, que era la cara pública del FSLN y que había venido desarrollando un trabajo organizativo, de protesta, que se confrontaba sin ambigüedades. Porque la misma situación de represión nos creaba la disyuntiva: o te escondías o luchabas”. Igualmente puntualiza que “en la insurrección de agosto, no solamente andaban los estudiantes, también obreros. El pueblo nos daba comida, información, las casas para dormir. No fue una actividad meramente estudiantil, sino de toda la población, y por eso es que agosto no es solamente de los estudiantes, es una efeméride de Matagalpa”.
Para Alexa Lugo, “abunda la historia en las calles de Matagalpa en esas fechas de 1977, 1978; a diario había algo por lo que protestar y hacer que la guardia saliera de su cuartel y esperarlos con piedras y bombas de contacto”.
Imprimirle el sello sandinista al Paro Nacional
Ya para agosto del 78, el propósito era bien claro: estar listos para la insurrección nacional que se avecinaba -ellos suponían que sería en septiembre- y para imprimirle un sello sandinista al Paro Nacional convocado, para esos días, por la “burguesía” que, ante el avance del FSLN, pretendían que la lucha desembocara en un somocismo sin Somoza.
Con este propósito, en agosto se intensificó el trabajo con labores de clarificación, tomas de los barrios, explosión de bombas. Desde hacía mucho tiempo se había pasado a niveles superiores en las actividades populares. Habían movilizaciones constantes y siempre se designaba una escuadrita encargada de contener a la guardia con bombas de contacto, como una forma de autodefensa de la población ante las embestidas de la guardia.
Isabel Castillo cuenta que era tanta la efervescencia en Matagalpa, que en una ocasión están reunidos con Crescencio en la casa de Guy Rourk, en el Barrio Guanuca frente donde era Raúl Aguirre, cuando de pronto pasa una movilización popular. Él les pregunta que qué es eso. Nadie sabe porque, así surgían de repente actividades por iniciativa de compañeros que trabajan con sectores populares que ya estaban presionando por un mayor empuje. Crescencio les ordena que se pongan al frente de todas estas acciones.
Sadie dice, que “hay que recordar que para estas fechas ya se ha dado el Asalto al Palacio. Eso creó un ambiente victorioso y de euforia porque demostró que la dictadura era vulnerable y ya había sido herida de muerte por el FSLN. Para Matagalpa, el Asalto al Palacio, fue algo muy significativo puesto que con el conjunto de los prisioneros políticos liberados, salieron algunos matagalpinos: Tomás Borge, Doris Tijerino, Margine Gutiérrez, Roberto McEwan, Rodolfo Amador”.
26 de agosto de 1978: el Barrio Palo Alto amanece tomado.
En cumplimiento de la orientación recibida de imprimirle al paro un sello sandinista y popular, un grupo de compañeros están en la casa de Harold Miranda Téllez, ubicada a la entrada del Barrio Palo Alto, imprimiendo las moscas y volantes con las que convocarían a la población a sumarse al paro. El barrio estaba tomado y Harold sería asesinado dos días después en el Hotel Soza.
La guardia irrumpe en Palo Alto. Se escuchan disparos y gritos de la gente en las calles. Sócrates Baldizón, Clarence Silva, Bony Rivas y Pancho López, integraban una Escuadra a la que se le denominaba “Los Palestinos”. Empiezan a dispararle a la guardia con pistolitas. Era la primera vez que estas salían a relucir. Antes, siempre fue con bombas de contacto. Hasta ahora se usaban armas de fuego. La guardia no entra al barrio y retrocede. La población se lanza a las calles a celebrar que se había contenido a la guardia. Empiezan a salir más armas, las que la gente tenía en sus casas y los muchachos ya cuentan con una 45, una 38 corta, una 22 y una 3-57 con las que se enfrentan a la guardia.
Empiezan a hacer barricadas en toda la zona de Palo Alto. También en el Barrio Guanuca se vive una situación similar. Una parte de los muchachos se va a reforzar Guanuca. Ese 26 de agosto, se dieron combates en Palo Alto y Guanuca.
Crescencio Rosales fue el jefe de la Insurrección de Agosto
La guardia estaba reconcentrada en el cuartel. Prácticamente todos los barrios habían sido tomados, excepto el de la Salida a Jinotega y El Tule que era una zona alejada del centro de la ciudad. Durante todo el día hubo intentos de la guardia de penetrar a los barrios pero la hacían retroceder. En palabras de Sadie Rivas, fue como un “estira y encoge”.
Crescencio Rosales se contacta con algunos de los dirigentes, analiza la situación y empieza a dar orientaciones. Lo principal era no creer que con estas acciones, la guerra finalizaba y se caía la dictadura. Crescencio se moviliza por algunos lugares con mucha discreción, con la cara tapada, a puntualizar detalles.
Crescencio Rosales llegó a Matagalpa en 1977 a hacerse cargo del Regional Clandestino “Faustino Ruiz”. Venía revestido de la autoridad y la experiencia que da la vida guerrillera en la montaña, donde estuvo muchos años en la mítica Brigada Pablo Úbeda (BPU). Fue trasladado a Matagalpa por que tenía epilepsia y había adquirido leishmaniasis en la montaña. Para esa generación de sandinistas era un maestro, un formador. No dejaba pasar nada y siempre estaba pendiente de los detalles. Se sentaba a amarrar los trabajos obligando a pensar a los muchachos que estaban bajo su responsabilidad. No les hacía el trabajo sino que los estimulaba y acompañaba a tomar las mejores decisiones. Estas sesiones por lo general duraban desde las siete de la noche hasta las cuatro de la mañana. Era de los que estaba en las tareas más grandes y en las más concretas. Siempre era el más informado. Sabía de los movimientos de la burguesía y también de lo que hacía la militancia. En las tensas madrugadas de trabajo, a veces se quedaba dormido porque las pastillas para la epilepsia le provocaban sueño. Se levantaba, se iba a mojar la cara y ya regresaba como nuevo.
Lucy González Picado lo recuerda siempre trabajando. “era incansable. Nosotros no le conocimos un momento en que no estuviera hablando de trabajo, proponiendo otra reunión en la madrugada. Se sentaba con nosotros durante horas a hablarnos de la unidad contra la dictadura somocista”.
Al caer la noche del 26 de agosto, da la orden de retirarse de los barrios por falta de armas y porque hay que esperar que se levanten las otras ciudades. Aún no ha llegado el momento de la insurrección. A eso de las 11 de la noche se comienza a cumplir la orden dada por Crescencio Rosales y empiezan a salir de los barrios.
27 de agosto: el pueblo se enardece con el asesinato de Alberto Chavarría
Después de que se retiran los muchachos, en la madrugada la guardia empieza a limpiar los barrios con una pala mecánica.
En el sector del Parque Darío estaban un grupo de compañeros a los que parece que no les llegó la orientación de retirada o ellos decidieron quedarse porque había todo un ambiente de lucha con la gente lanzada a las calles. Seguramente no quisieron dejarlos solos. Cuando llegó la pala mecánica a limpiar la barricada, Alberto Chavarría le tira una bomba, que no estalla, desde el Parque Darío. Luego se corre hacia la Colonia El Mazo, la guardia lo persigue y lo mata. La gente se enardece y se lanzan a las calles de Matagalpa. Con el cadáver de Alberto, colocado después en una camilla, empiezan a recorrer la ciudad. Pasan por la Iglesia Catedral, frente al Parque Morazán, en cuya parte este se encuentra el cuartel de la guardia somocista.
Alberto Chavarría era militante del FER de procedencia obrera. Vivía en la zona de tierra caliente. Estudiaba en el Instituto Nacional Eliseo Picado e integraba una célula con Abilio Flores Francisco Calvo, Byron Muñoz, entre otros, todos estudiantes de la nocturna del INEP.
En todos los barrios se instalan puestos de fabricación de bombas
La guardia empezó a disparar, se armó un alboroto, los muchachos volvieron a tomarse los barrios, se levantaron barricadas por todos lados y es cuando estalla la insurrección de agosto, la Insurrección de los muchachos, como es conocida. En todos los barrios se instalaron puestos de fabricación de bombas de contacto y “molotov”. Un grupo se dedicaban a hacerlas y a abastecer a los combatientes.
El centro de la agitación era Palo Alto, un barrio bien combativo, que tenía todas las condiciones para constituirse como un centro estratégico desde donde los combatientes se comunicaban con Guanuca, con el Barrio La Virgen y también ofrecía la posibilidad de retirada hacia los cerros.
En medio de la insurrección conmemoran la Jornada Heroica de Pancasán
Alexa Lugo escribe que “el día 27 de agosto conmemoramos en Guanuca la Jornada Heroica de Pancasán. De donde la doctora Rizo dos cuadras al norte, en la calle Santa Ana. Había como cien personas. Como a las cuatro de la tarde Los BECAT llegaron y nos atacaron. Nos dispersamos todos”. Juan Francisco Rodríguez recuerda esto: “Nos reunimos en la cancha del Colegio Santa Teresita y de allí salimos hacia Guanuca para celebrar la Jornada Heroica de Pancasán. Con las piedras canteras con que estaban construyendo la casa de Cabrerita se hizo una barricada. La guardia llegó y salimos en desbandada hacia el cerro. Carlos Torrez, Néstor López (Catala) y yo nos metimos en la segunda casa que está ya subiendo hacia el cerro. La casa no tenía salida. Llegó la guardia y empezo a golpear la puerta y Mario Alaniz desde el techo de la casa les empezó a tirar bombas de contacto. La guardia se retiró. Luego la guardia empezó a tirar bombas de mostaza. Nos metimos a un molino pero no pudimos cruzar la tapia. De allí, junto con Ivania Gutiérrez, salimos para Palo Alto donde ya estaba Sadie Rivas armada con un pistola”.
28 de agosto: se quema la casa del somocista Juan Palacios
La salida a Jinotega es tomada, por fin. Allí se ubican Rodolfo Castillo, Lucy González con otros compañeros. En algunos lugares la guardia empieza a catear algunas casas pero siempre fue repelida por los combatientes y obligada a retirarse.
En previsión de que le llegaran refuerzos a la GN, se reforzó con combatientes el puente de la entrada de Managua pensando que por aquí llegarían y se descuidó el de la Salida a Jinotega. La guardia los desalojó de esta zona y entró con una fuerte ofensiva por aquí, hiriendo a algunos combatientes. La EEBI se acantonó en este lugar.
Este día, La casa del jefe político del somocismo, Juan Palacios, es quemada. Los francotiradores que allí estaban salieron corriendo. En previsión de que el fuego se extendiera a las casas vecinas, los muchachos llaman a los bomberos.
Matagalpa estaba insurreccionada
Eran centenares de combatientes lanzados a la calle con alguna armita o aunque fuera una bomba de contacto “porque quien anda una bomba de contacto siente que anda con la mejor arma” piensa Sadie Rivas Reed. Y según Ivania Gutiérrez, hasta con huleras. Las puertas de las casas nunca se cerraron y la gente salía a darles café, galletas, comida, lo que tuvieran a mano. Sadie Rivas recuerda como anécdota que en algún momento en que iban corriendo por la calle del cementerio, a inutilizar la pala mecánica y a sacar a unos francotiradores que estaban en el cerro, un viejito los paró y les dijo: miren muchachos, yo no tengo nada que darles, solo mi apoyo, pero talvez les sirve este tiro 38”. El tiro estaba martillado, pero es una expresión de que el pueblo quería participar de alguna manera y les apoyaba resueltamente.
29 de agosto: la EEBI entra con todos los hierros
La guardia entra al pueblo con una tanqueta y empieza a bombardear los alrededores de la ciudad con el propósito de atemorizar a la población. Instalaron francotiradores en los cerros a los que llevaron en helicópteros. La situación se torna muy difícil, se complican las comunicaciones entre uno y otro barrio. La tarea inmediata es neutralizar la tanqueta. Primera vez que los muchachos van a enfrentarse a una tanqueta. Como medidas iniciales hicieron trincheras y colocaron francotiradores en algunos lugares altos golpear a los guardias que iban alrededor de la tanqueta, pero a esta no lograron hacerle nada. Era imposible. Los muchachos prácticamente contaban solamente con los recursos morales, políticos y militares que tenía Matagalpa pues no fueron reforzados por otras ciudades ni tampoco les llegaron armas para mejorar su poder de fuego. Armas buenas eran como tres o cuatro. Alguna carabina, rifles 22, pistolas y bombas de contacto. Cada vez tenían menos tiros
Algunos grupos de la población se refugian en la Iglesia San José, especialmente mujeres y niños. Otras personas comienzan a abandonar la ciudad porque la situación ya era insostenible. No se dieron evacuaciones masivas. La gente en ningún momento dejó solo a los muchachos y los que se iban, llegaban a las trincheras a dejarles algo a los que combatían.
La masacre del Hotel Soza
En medio de esta situación que ya se estaba tornando difícil, Isabel Castillo, Sadie Ma. Rivas Reed. se encuentran en la zona del Hotel Bermúdez, que es una de las entradas al Barrio Palo Alto. En ese sector permanecieron siempre Sadie Rivas, Isabel Castillo, Ileana Morazán, Alexa Lugo, Absalón Gutiérrez entre otros. Isabel Castillo Casco recuerda que estando ella con Sadie al final de la calle de los bancos, desde el hotel Bermúdez de repente vieron que viene caminando, desde el cuartel, Monseñor Miguel Obando y Bravo con una bandera blanca en alto. Se encuentra con ellas, quienes aceptan conversar con él. La plática se realizó en la casa del Ingeniero Mario Amador quien estuvo presente. Obando les propone que depongan, que abandonen las armas y se vayan a sus casas. La contrapropuesta de las muchachas es una tregua de tres días, tiempo durante el cual ninguna de las partes abriría fuego. Ellas hacen esa propuesta de la tregua porque la orden de retirada ya había sido dada por Crescencio Rosales. La idea es darse tiempo, para realizarla de la mejor forma. Ellas ya sabían que esa noche se iban de Matagalpa y querían despistar a la guardia, hacerle creer que la retirada sería al finalizar la tregua.
La guardia responde que abandonen las posiciones tomadas por los combatientes y que se entreguen las armas. Que no habría ningún tipo de represalias. Los combatientes no aceptan. Era rendirse prácticamente.
Mientras están en esta plática, que Isabel Castillo de forma enfática considera que no fue ninguna negociación, la guardia se mete al Hotel Soza y asesinan a todas las personas que en ese momento allí se encontraban. Cometen una masacre con gente indefensa y desarmada.
Los combatientes sandinistas entraban y salían del Hotel Soza al igual que lo hacían de muchas otras casas que usaban como refugio o para avanzar hacia otras posiciones. Este hotel, ubicado en la zona central, tenía salida hacia la calle del río, una posición privilegiada que seguramente los muchachos aprovechaban, máxime que sus dueños y otros familiares estaban vinculados al FSLN y una de las hijas de sus propietarios, andaba combatiendo en la insurrección.
La calle del hotel era una de las más peleadas. La guardia sacaba a los muchachos, ellos volvían a meterse y así estuvieron mientras duró la insurrección. Frente al hotel vivía Rigoberto Delgado Méndez, Jefe Político de Matagalpa. En uno de los momentos en que la guardia se posesionó de la calle, él les dice que los “subversivos” están en el Hotel Soza, cuando allí no había ni un solo combatiente. La guardia entra disparando y asesinan a Doña Tina Aráuz de Soza, hermana de la mamá de Fabio Martínez; a Luis Alfredo Lacayo, originario de El Tuma, que por razones laborales se hospedaba en el Hotel; a Nubia Montenegro, de 16 años que allí trabajaba; a Harold Miranda Téllez -casado con Nidia Soza, hija de doña Tina- en cuya casa estuvieron tres días antes elaborando e imprimiendo material de agitación.
Alexa Lugo describe lo del Hotel Soza así: “ Oscar Darío Sáenz y Bony Rivas me proponen ir a hostigar una guardia que estaba en la casa de Rigoberto Delgado, el que fungió como jefe político en esa fecha, y nos fuimos los tres (…) Cuando llegamos por donde doña Irma Mantilla nos dimos cuenta que estábamos encerrados Oscar Darío y yo. (…) En la esquina de la Farmacia González habían dos BECAT llenos de guardias y otros dos en la esquina de la Ferretería El Serrucho y más guardias en la casa de Rigoberto Delgado”. Alexa dice que Bony no pudo entrar. Se quedó en la esquina de donde Las Vegas y luego se regresó al Parque Darío. Alexa y Oscar Darío se cruzan disparando hacia la acera de enfrente cuando “de repente miré a Oscar subirse al poste de luz que está en el Hotel Soza (…) en fracciones de segundos entró al hotel y me abrió la puerta de abajo”. Alexa dice que en el hotel no se detuvieron en ningún momento. Solamente la usaron para salir al río. Cuando ellos llegaron al Parque Darío ya había ocurrido la Masacre del Hotel Soza.
Después de la masacre del Hotel Soza, los muchachos recuperaron la calle. Así supieron del crimen perpetrado por la guardia. Había sangre por todos lados y sesos esparcidos por las paredes. Intentaron tomarse la casa de Rigoberto Delgado Méndez, que estaba super protegida. Le tiraron bombas de contacto.
A esas alturas la UDEL, en un intento por neutralizar la efervescencia generada, esta planteando transformar el Paro Nacional, en un movimiento de manos caídas sin ningún tipo de movilización política. Bayardo Arce orienta que en ningún momento el FSLN iba a sumarse a medidas mediatizadoras. Que el pueblo, ya con una gran conciencia antisomocista, estaba exigiendo un salto cualitativo en la agitación política militar.
En la tarde de ese día, se bajó la orden de retirada. No había municiones. La situación ya era insostenible. Empezaron a abandonar la ciudad a como pudieron. Las últimas personas que quedaron en las barricadas fueron Ileana Morazán, Alexa Lugo e Isabel Castillo. Salieron en dirección sur, sin saber hacia dónde. Solo pensaban que debían correr lo más que pudieran.
En esa retirada, Róger Venerio salió hacia San Ramón. Allí fue capturado, lo amarraron a un caballo que lo arrastró por todo San Ramón y finalmente lo encontraron muerto en un basurero. Róger Venerio es otro mártir de la Insurrección de Agosto cuya dolorosa y sádica muerte solo testimonia la criminalidad y brutalidad de la dictadura somocista. Mario Zúniga Urbina también recuerda que un franco tirador asesinó a Dámaso Blandón, en plena insurrección, cuando éste iba subiendo las gradas de la casa de la MamaBecha, al sur de Matagalpa.
Sadie Rivas, afirmó que
“después de la insurrección, la mayoría se quedaron semiclandestinos en labor de recontactación y llegó un momento en la que la guardia no pudo hacer nada porque ante cualquier actividad de represión hacían pintas, las huelgas de hambre, los paros. No nos quedábamos de brazos cruzados. Por cada acción que ellos hacían nosotros se las devolvíamos con agitación”.
Para terminar, hago mía las palabras de Alexa Lugo en su escrito publicado en Facebook el 27 de agosto del 2015:
“Con esta nota quiero abrazar a mis hermanos que me acompañaron en esta valiente insurrección: Ernesto Cabrera, Reynaldo Mairena , Oscar Lugo, Denis Gutiérrez, Naney, Chico Calvo, José Abraham Castillo, Bony Rivas, Eliodoro Peña; que en donde se encuentren reciba mi abrazo de luz; y a los que aún están en este plano de vida: Ileana Morazán , Isabel Castillo , Ivania Gutiérrez, María Mercedes Tijerino, Gloria Gutiérrez, Leana Montes , Dora Vidaure, Auxiliadora Larios , Jaime López, Clarence Silva , Edwin Silva , Marcos Largaespada, Juan Carlos Blandón, José Elías Largaespada, Absalón Gutiérrez , Víctor Guevara, Néstor López Fernández , Néstor López Frech, Marvin Galeano , Oscar Darío Sáenz , Allan Vivas, Emilio Montes , Jaime Alfaro, Ramiro Tijerino, La Waika (Ronald Montenegro, Melvin)”.
Nota final de la autora: La mayoría de las fotos que van en este documento fueron aportadas por Mario Zúniga Urbina, a quien hice pequeñas consultas. Tambien me proporcionó fotos Isabel Castillo y Alexa Lugo. Tanto Isabel como Alexa siempre han sido mis fuentes cercanas para conocer y comprender mejor esa insurrección y ya no se diga Sadie María Rivas y Lucy González, que teníamos como uno de nuestros temas favoritos hablar de la insurrección. El esqueleto de esta narración se armó sobre la base del Documento “Exposición Histórica sobre la insurrección de Matagalpa de agosto de 1978. Sadie Rivas y Lucy González. 1988. X Aniversario”. Ivania Gutiérrez y Abilio Flores también me hicieron aportes.
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