Escrito por: Ho Chi Minh (1958)
Desde el principio de su existencia, la humanidad ha tenido que luchar contra la naturaleza – las bestias salvajes, el tiempo, etc. – para poder sobrevivir. Para tener éxito en esta lucha cada individuo debe apoyarse en la fuerza de un gran número de personas, en lo colectivo, en la sociedad. Solo, no puede sacar lo mejor de la naturaleza y subsistir.
Para sobrevivir, el hombre también debe producir para obtener alimento y vestido. También la producción se debe apoyar en lo colectivo, en la sociedad. Solo, el individuo no puede producir.
Siendo nuestra era una era civilizada, revolucionaria, uno debe apoyarse todavía más en la fuerza de lo colectivo, de la sociedad para todas las empresas. Más que nunca el individuo no puede permanecer aparte, sino que debe unirse a lo colectivo, unirse a la sociedad.
Por ello, el individualismo va en contra del colectivismo; el colectivismo y el socialismo sin duda prevalecerán mientras que el individualismo seguro que desaparecerá.
El modo de producción y las fuerzas productivas se desarrollan y cambian incesantemente; por ello también lo hacen el pensamiento del hombre, los sistemas sociales, etc. Todos nosotros sabemos que del pasado al presente el modo de producción ha evolucionado, desde la utilización de ramas de árboles y hachas de piedra hasta las máquinas, la electricidad y la energía nuclear. Los sistemas sociales también se han desarrollado desde el comunismo primitivo a la esclavitud y el feudalismo hasta el capitalismo, y actualmente cerca de la mitad de la humanidad avanza hacia el socialismo y el comunismo.
Nadie puede detener este desarrollo y progreso.
Con el nacimiento de la propiedad privada, la sociedad ha quedado dividida en clases – clases explotadoras y clases explotadas – y de aquí la aparición de las contradicciones sociales y de lucha de clases. Cualquier persona pertenece necesariamente a una u otra clase y nadie queda fuera de ellas. Al mismo tiempo cada individuo representa la ideología de su propia clase.
En la vieja sociedad, los terratenientes feudales, los capitalistas e imperialistas oprimieron y explotaron despiadadamente a los demás estratos sociales, especialmente a los obreros y campesinos. Saquearon la propiedad común producida por la sociedad, la convirtieron en su propiedad privada y vivieron a lo grande. Pero continuaron sermoneando sobre <<la virtud>>. Pero continuaron sermoneando sobre <<la virtud>>, <<la liberación>>, <<la democracia>>.
Negándose a soportar para siempre esta opresión y explotación, los obreros, los campesinos y otras gentes trabajadoras se han levantado y han hecho la revolución para librarse a sí mismos y para transformar la perversa sociedad vieja en una magnífica sociedad nueva, en la que todo el pueblo trabajador viva feliz, y en la que la explotación del hombre por el hombre quedaría prohibida.
Para alcanzar el éxito, la revolución debe estar dirigida por la clase obrera – la clase más avanzada, consciente, resuelta, disciplinada y mejor organizada – con el partido proletario como su estado mayor. Esto ha quedado incuestionablemente confirmado por la revolución en la Unión Soviética y en los demás países socialistas.
Hacer la revolución, transformar la vieja sociedad en una nueva es una tarea muy gloriosa pero también muy pesada, una lucha compleja, prolongada y dura. Solamente un hombre fuerte puede viajar una distancia larga con una carga pesada sobre su espalda. Un revolucionario debe tener una base sólida de moral revolucionaria para cumplir su gloriosa tarea revolucionaria.
Habiendo nacido y crecido en la vieja sociedad, todos llevamos en nuestro interior, en diverso grado, restos de esa sociedad en nuestra pensamiento y nuestras costumbres. El peor y más peligroso vestigio de la vieja sociedad es el individualismo. El individualismo va en contra de la moral revolucionaria. La menor huella de él se desarrollará en la primera oportunidad, asfixiará las virtudes revolucionarias y evitará que luchemos de todo corazón por la causa revolucionaria.
El individualismo es algo muy engañoso y pérfido; hábilmente induce a la reincidencia. Y todos sabemos que es más fácil reincidir que progresar. Por eso es muy peligroso.
Para sacudirse de los vestigios negativos de la vieja sociedad, y para cultivar las virtudes revolucionarias, debemos estudiar seriamente, educarnos y reformarnos para progresar continuamente. De otro modo retrocederemos y finalmente seremos rechazados por la sociedad venidera.
No es solamente yendo a la escuela o asistiendo a los cursos de formación como podemos estudiar, educarnos y reformarnos a nosotros mismos. Lo podemos y debemos hacer en toda actividad revolucionaria. Las actividades revolucionarias clandestinas, la insurrección general, la guerra de resistencia, la actual construcción del socialismo en el Norte y la lucha por la reunificación nacional son escuelas muy buenas en donde podemos adquirir las virtudes revolucionarias.
La gente con virtudes revolucionarias no teme a las dificultades, a las privaciones, ni a los fracasos; tampoco flaquea ni retrocede. Por el bien de los intereses del Partido, de la Revolución, de la clase, de la nación y de la humanidad, nunca duda en sacrificar sus propios intereses, y si es necesario, incluso sus propias vidas. Esta es una expresión muy clara y noble de la moral revolucionaria.
En nuestro partido, los camaradas Tran Phu, Ngo Gia Tu, Le Hong Phong, Nguyen Van Cu, Hoang Van Thu, Nguyen Thi Minh Khai y muchos otros han dado sus vidas por el bien del pueblo y del partido, dando así magníficos ejemplos de dedicación total a los intereses públicos y de completo desinterés.
La gente con virtudes revolucionarias permanece siendo sencilla, modesta y dispuesta a afrontar nuevas privaciones, incluso cuando se encuentra condiciones favorables y obtiene éxitos. <<Preocuparse del trabajo ante los demás, pensar en el placer después de ellos>>. Debemos pensar en cómo cumplir mejor nuestra tarea, no en cómo conseguir la mayor recompensa. Debemos evitar presumir de los logros pasados y reclamar prerrogativas especiales, o consentir la burocracia, el engreimiento y la depravación. Esto también es una expresión de moral revolucionaria.
En resumen, la moral revolucionaria consiste en lo siguiente:
- Dedicar la propia vida a luchar por el Partido y la Revolución. Este es el punto más esencial.
- Trabajar duro por el Partido, observar la disciplina del Partido y llevar a la práctica la línea y política del Partido.
- Poner los intereses del Partido y del pueblo trabajador antes y por encima de los intereses propios. Servir al pueblo de corazón. Luchar desinteresadamente por el Partido y ser ejemplar en todos los aspectos.
- Esforzarse en estudiar el marxismo-leninismo y en utilizar constantemente la crítica y la autocrítica para elevar el nivel ideológico propio, mejorar el trabajo propio y progresar junto a los camaradas.
Cada revolucionario debe comprender en profundidad que nuestro Partido es la organización más avanzada y unida de la clase obrera, el dirigente de esta última y del pueblo trabajador en general. Actualmente, nuestra clase obrera, aunque no muy numerosa, se está desarrollando con cada día que pasa. En el futuro, las cooperativas agrícolas se organizarán en todas partes, la maquinaria se utilizará ampliamente en el campo y los campesinos se convertirán en obreros. Los intelectuales estarán bien familiarizados con el trabajo manual, y la diferencia entre trabajadores manuales e intelectuales desaparecerá gradualmente. La industria de nuestro país se desarrollará día a día. Por ello, los obreros serán cada vez más numerosos, su fuerza crecerá, y el futuro de la clase obrera es grande y glorioso. Reformará el mundo y también a sí misma.
El revolucionario debe comprender claramente esto y adherirse firmemente a la posición de la clase obrera para luchar de todo corazón por el socialismo y el comunismo, por la clase obrera y todo el pueblo trabajador. La moral revolucionaria consiste en la lealtad absoluta al Partido y al Pueblo.
Nuestro partido no persigue ningún otro interés que el de la clase obrera y del pueblo trabajador. Por ello, su objetivo inmediato es luchar por la construcción gradual del socialismo en el Norte y la reunificación del país.
Bajo el liderazgo del Partido, nuestro pueblo ha combatido heroicamente; ha derrocado la dominación feudal y colonial y ha liberado por completo el norte de nuestro país. Éste fue un gran triunfo. Pero la Revolución todavía no es totalmente victoriosa, y el propósito actual del Partido es luchar por la reunificación nacional para construir un Vietnam en paz, reunificado, independiente, democrático y próspero, eliminar la explotación del hombre por el hombre en todo el país y construir una nueva sociedad con felicidad y abundancia para todos.
Sin embargo, nuestra industria está todavía retrasada. Gracias a la devota ayuda de los países hermanos, en primer lugar, de la Unión Soviética y China, se está desarrollando. Para que nuestro esfuerzo tenga éxito, nuestros obreros deben rivalizar los unos con los otros y luchar para producir cada vez más deprisa, mejor y más económicamente, observar la disciplina en el trabajo y participar activamente en la gestión de sus empresas; debemos oponernos al despilfarro y a la malversación, y nuestros cuadros deben ser auténticamente laboriosos, ahorrativos, honestos y rectos y unirse a los obreros en el trabajo.
La tierra ha sido asignada a nuestros campesinos, cuya vida ha mejorado parcialmente. Pero el modo de producción todavía es disperso y retrasado; por ello, el rendimiento de la tierra no ha aumentado demasiado y las condiciones de vida han mejorado sólo ligeramente. El movimiento para crear equipos de intercambio de trabajo y cooperativas en nuestros campos debe ampliarse y avanzar con firmeza para producir un firme incremento de la producción; solamente entonces nuestros campesinos podrán escapar de la pobreza y mejorar sus condiciones.
Por ello, la moral revolucionaria consiste en esforzarse por alcanzar el objetivo del Partido, sirviendo fielmente a la clase obrera y al pueblo trabajador y no vacilar nunca.
La mayoría de los miembros del Partido y de la Unión de Jóvenes Obreros y la mayoría de los cuadros lo han hecho así, pero otros no. De manera equivocada piensan que ahora que los colonialistas y feudalistas han sido eliminados en el Norte, la Revolución se ha completado con éxito. Así es como dejan que el individualismo se desarrolle en su interior, piden placer y descanso, y quieren escoger su propio trabajo en vez de cumplir con las tareas que su organización les encomienda. Quieren posiciones más elevadas, pero eluden las responsabilidades. Su combatividad y energía se debilita gradualmente, lo mismo que su coraje revolucionario y sus nobles virtudes. Se olvidan de que el primer criterio de un revolucionario es su determinación para luchar toda su vida por el Partido y la Revolución.
Debemos darnos cuenta de que los éxitos que hemos logrado hasta ahora son solamente los primeros pasos de una carretera de mil leguas. Debemos avanzar más lejos, la Revolución debe hacer nuevos progresos. De otro modo retrocederemos y los éxitos que hemos logrado no se podrán consolidar y desarrollar.
Para avanzar hacia el socialismo debemos librar una lucha larga y dura. Debemos tener revolucionarios porque todavía existen enemigos que se oponen a la Revolución.
Hay tres clases de enemigos,
El Capitalismo y el imperialismo son enemigos muy peligrosos. Las costumbres y tradiciones atrasadas también son grandes enemigos: insidiosamente dificultan el proceso de la Revolución. Sin embargo, no podemos reprimirlas, sino que debemos buscar corregirlas con precaución, perseverancia y a lo largo de un período largo de tiempo.
El tercer enemigo es el individualismo, la mentalidad pequeñoburguesa que todavía acecha en cada uno de nosotros. Está esperando una oportunidad – ya sea un éxito o un fracaso – para levantar la cabeza. Es la aliada de las dos categorías anteriores.
Por ello, la moral Revolucionaria consiste – cualesquiera que sean las circunstancias – en luchar resueltamente contra todos los enemigos, manteniendo la vigilancia, estando dispuesto a combatir, y negándose a rendirse, a inclinar la cabeza. Solamente haciéndolo así podemos derrotar al enemigo y cumplir nuestras tareas Revolucionarias.
Debido a su política correcta y a su liderazgo unificado, nuestro Partido puede conducir a la clase obrera y a todo el pueblo hacia el socialismo. Este liderazgo unificado nace de la unidad de pensamiento y de acción de todos sus miembros.
Sin esta unidad seríamos como una orquesta en la que los tambores suenan por un lado y los instrumentos de viento por otro. No nos sería posible conducir a las masas y hacer la Revolución.
Los dichos y hechos de los miembros del Partido están muy relacionados con la Revolución porque ellos ejercen mucha influencia sobre las masas. Por ejemplo: la actual política de nuestro partido y gobierno es, en general y concreto, organizar equipos de intercambio de trabajo y cooperativas para desarrollar la cooperación agrícola.
Pero un cierto número de miembros del Partido y de la Unión de Jóvenes obreros no se unen a ellos, o habiéndolo hecho, no contribuyen activamente a su construcción y consolidación. El individualismo es el que ha conducido a estos camaradas a hacer lo que ellos quieren e ir en contra de la organización y disciplina del partido. Deliberadamente o no, sus acciones afectan al prestigio del Partido, dificultan su trabajo e impiden el avance de la Revolución.
Todas las resoluciones y políticas del Partido apuntan a servir a los intereses del pueblo. Por ello, para un miembro del Partido, la moral Revolucionaria consiste en llevarlas a la práctica con resolución, al margen de las dificultades, y dando ejemplo a las masas. Cada miembro del Partido debe elevar su sentido de responsabilidad para con el pueblo y el Partido. Debe guardarse contra el individualismo y oponerse a él con resolución.
Nuestro Partido representa los intereses comunes de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador, no los intereses privados de cualquier grupo o individuo. Esto lo sabe todo el mundo.
La clase obrera lucha no sólo por liberarse a sí misma, sino también para liberar a la humanidad de la opresión y la explotación. Por ello, sus intereses y los del pueblo son los mismos.
El miembro del Partido, en nombre del Partido, representa los intereses de la clase obrera y del pueblo trabajador. Por ello, sus intereses propios se encuentran dentro, no fuera, de los intereses del Partido y de la clase. El éxito y la victoria para el Partido y para la clase significan el éxito y la victoria para el militante. Separado del Partido y de la clase, ningún individuo por mucho talento que tenga, puede llegar a nada.
Para un miembro del Partido, la moral Revolucionaria consiste en poner los intereses del Partido por encima de cualquier cosa, en todas las circunstancias. Si los intereses del Partido están en contradicción con los del individuo, este último debe dejar paso por completo al primero.
Algunos miembros del Partido que no se han librado del individualismo todavía alardean de <<sus servicios al Partido>>, por los que exigen la <<gratitud>> de éste. Quieren disfrutar de los favores, el honor, rango y privilegio. Si sus deseos no se satisfacen, guardan resentimiento contra el Partido quejándose de que no tienen <<ningún futuro>> y de que son <<sacrificados>>.
Gradualmente se alejan de él; peor aún, sabotean su política y su disciplina.
Muchos cuadros y combatientes en el período de la lucha clandestina y de la guerra de resistencia han dado heroicamente sus vidas; muchos héroes del trabajo y muchos trabajadores de élite han hecho todo lo posible por aumentar la producción. Esos camaradas nunca han pedido rangos y honores, nunca han exigido el agradecimiento del Partido.
Nuestro partido tiene carácter de masas y cientos de miles de miembros. Debido a la situación en nuestro país, el grueso de los miembros del Partido procede de la pequeña burguesía No hay nada sorprendente en ello. Al comienzo, bajo la influencia de la ideología burguesa, la posición de algunos miembros del Partido puede carecer de firmeza, su perspectiva puede ser confusa y su pensamiento no del todo correcto, pero debido al hecho de que han sido templados en la Revolución y en la guerra de resistencia, los miembros de nuestro Partido son en general buenos militantes, fieles al Partido y a la Revolución.
Esos camaradas saben que esos miembros del Partido que cometen errores conducirán a las masas al error; por ello, están listos para corregir cualquier equivocación que puedan cometer, en cada momento, y no permiten que se acumulen pequeños errores para convertirse en grandes errores. Practican con sinceridad la crítica y la autocrítica, lo que les hace posible el progresar juntos.
Esto se ajusta a la moral Revolucionaria. Durante sus muchos años de actividad clandestina, nuestro partido, aunque duramente reprimido por los colonialistas, y encontrándose con numerosas dificultades y peligros, se desarrollo y se volvió más fuerte con cada día que pasaba, y condujo a la Revolución y a la guerra de resistencia a la victoria. Esto es debido a su utilización eficaz de esta afilada arma: la crítica y la autocrítica.
Sin embargo, todavía quedan algunos miembros del Partido quienes, incapaces de desprenderse del individualismo, se vuelven arrogantes y presuntuosos y hacen alarde de sus méritos. Mientras critican a otros, no les gusta que se les critique; evitan la autocrítica o la practican sin sinceridad y seriedad. Temen poder perder imagen y prestigio. No prestan atención a la opinión de las masas e ignoran a los cuadros que no pertenecen al Partido. No se dan cuenta de que es difícil no cometer errores en el propio trabajo. Nosotros no tenemos a los posibles errores, sino al fracaso en corregirlos resueltamente. Para afrontarlos, debemos prestar atención a las críticas de las masas y practicar una autocrítica sincera, de otro modo nos quedaremos rezagados y retrocederemos, lo que nos llevará a ser dejados de lado por las masas. Esta es la consecuencia inevitable del individualismo.
Las fuerzas de la clase obrera y del pueblo trabajador son inmensas, sin límites. Pero deben estar conducidas por el Partido si quieren vencer. Al mismo tiempo, el Partido debe permanecer junto a las masas y organizarlas y dirigirlas con habilidad para que la Revolución pueda triunfar.
La moral Revolucionaria consiste en unirse con las masas en un solo cuerpo, confiando en ellas y prestando atención a sus opiniones. A sus dichos y hechos. Los miembros y cuadros del Partido y de la Unión de Jóvenes Obreros se ganan la confianza del pueblo, su respeto y amor, lo unen estrechamente alrededor del Partido, la organización, educan y lo movilizan de manera que con entusiasmo llevarán a la práctica las políticas y resoluciones del Partido.
Esto lo hemos hecho durante la Revolución y la guerra de resistencia. Pero actualmente, el individualismo está rondando a cierto número de nuestros camaradas. Afirmando ser más listos en todo, se extravían de las masas, se niegan a aprender de ellas y solamente quieren ser sus maestros. Son reluctantes a ocuparse del trabajo de organización, propaganda y educación entre las masas. Se ven infectados por el burocratismo y el comandismo. Como resultado, las masas ni confían en ellos, ni les respetan, mucho menos los quieren. Finalmente, no pueden hacer nada bueno.
El norte de nuestro país está avanzando hacia el socialismo. Esta es la urgente aspiración de millones de trabajadores. Esta es la empresa colectiva de las masas trabajadoras bajo el liderazgo de nuestro partido. El individualismo es un gran obstáculo para la construcción del socialismo. Por ello, el éxito del socialismo no puede separarse de la lucha por la eliminación del individualismo.
Luchar contra el individualismo no es <<pisotear los intereses individuales>>. Cada persona tiene su propio carácter, su fortaleza, su vida privada y la de su familia. No hay ningún daño cuando los intereses del individuo no van en contra de los de la colectividad. Pero uno debe darse cuenta de que sólo bajó el régimen socialista cada persona puede mejorar su vida privada y desarrollar su personalidad y sus puntos fuertes.
Ningún régimen iguala al socialismo y al comunismo en mostrar respeto por el hombre, en prestar debida atención a sus legítimos intereses individuales y en asegurar que puedan ser satisfechos. En una sociedad gobernada por la clase explotadora, sólo se satisfacen los intereses individuales de unas cuantas personas pertenecientes a esa clase, mientras que los de las masas trabajadoras quedan pisoteados bajo sus pies. Pero en los sistemas socialistas y comunistas, en los que el pueblo trabajador es el amo, cada hombre es parte del colectivo, desempeña un papel definido en él y contribuye con su parte a la sociedad. Ésta es la razón por la que los intereses del individuo se encuentran dentro de la colectividad y son parte de ella. Solamente cuando se aseguran estos últimos se pueden satisfacer los primeros.
Los intereses del individuo están estrechamente ligados a los de la colectividad. Si hay alguna contradicción entre ellos, la moral Revolucionaria exige que los primeros se rindan frente a los últimos. La Revolución progresa sin cesar. Lo mismo hace el Partido. Y lo mismo debe hacer el Revolucionario.
El movimiento Revolucionario implica a cientos de millones de personas. El trabajo Revolucionario implica miles de tareas extremadamente complejas y difíciles. Para ser capaz de valorar situaciones complejas, ver con claridad las contradicciones y resolver correctamente los diferentes problemas, debemos esforzarnos en estudiar el marxismo – leninismo.
Solamente haciéndolo así podemos consolidar nuestra moral Revolucionaria, mantener con firmeza nuestra posición, elevar nuestro nivel teórico y político y cumplir las tareas que nos confía el Partido.
Estudiar marxismo – leninismo es aprender el espíritu con el que uno debe abordar las cosas, a otra gente y a uno mismo. Significa estudiar las verdades universales del marxismo – leninismo para aplicarlas creativamente a las condiciones prácticas de nuestro país. Debemos estudiar con vistas a la acción. La teoría debe ir de la mano con la práctica.
Pero algunos camaradas solamente aprenden de memoria unos cuantos libros de marxismo – leninismo. Piensan que entienden el marxismo – leninismo mejor que cualquiera. Sin embargo, cuando se enfrentan a problemas prácticos, o bien actúan de manera mecánica, o se ven sumidos en la confusión. Sus hechos no se corresponden con sus palabras. Estudian libros de marxismo – leninismo, pero no buscan adquirir el espíritu marxista – leninista. Solamente quieren demostrar su conocimiento, no aplicarlo a la acción revolucionaria. Esto también es individualismo.
El individualismo genera cientos de peligrosos males: burocratismo, comandismo, sectarismo, subjetividad, corrupción, despilfarro […]. Alta y ciega a sus víctimas para que todas sus acciones estén guiadas por su deseo de honor y posición, no por la preocupación por los intereses de la clase y del pueblo.
El individualismo es un enemigo cruel del socialismo. El Revolucionario debe eliminarlo.
Actualmente, la tarea de nuestro Partido y nuestro Pueblo es esforzarse en aumentar la producción y practicar el ahorro para levantar el norte, llevarlo gradualmente al socialismo y convertirlo en una sólida base para la reunificación del país. Esta es una tarea extremadamente gloriosa. Que todos los miembros del Partido y de la Unión de Jóvenes Obreros, que todos los cuadros de dentro y fuera del Partido estén resueltos a dedicar sus vidas a servir al Partido y al Pueblo. Esta es la noble virtud del Revolucionario, ésta es la moral Revolucionaria, el espíritu del Partido y de la clase que asegura la victoria para el Partido, la clase y el pueblo.
La moral Revolucionaria no cae del cielo. Se desarrolla y consolida mediante perseverancia en la lucha y el esfuerzo diario. Como el jade, cuanto más se pule, más brilla. Como el oro, se vuelve cada vez más puro cuando se le mete en el crisol.
¡Qué mayor fuente de felicidad y gloria que cultivar la propia moral Revolucionaria de manera que produzca una digna contribución a la construcción del Socialismo y a la liberación de la humanidad!
Espero de todo corazón que todos los miembros del Partido y de la Unión de la Juventud Obrera, y que todos los cuadros dentro y fuera del Partido, se esforzarán mucho y progresarán.