Jeremy Cerna || Berlín, 12.07.2023
Fue en julio que resucitaron nuestros muertos,
un 19 de julio para ser exactos.
Resucitaron esos muertos que no conocían la muerte
porque el inconsciente colectivo
o la convicción de las masas los mantiene vivos.
Esos muertos inmortalizados, llenos de gran moral,
equilibrio sobrehumano entre lo terrenal y lo astral.
Ellos nunca pidieron nada,
sin embargo, cual profecía de poeta guerrillero, heredaron la luna
y desde ahí nos ven.
Cada vez que un pueblo, un caserío, un barrio eran liberados,
nuestros muertos a la vida terrenal gritaban de jubilo
y para que supiéramos que seguían entre nosotros
nos mandaban señales divinas,
ondas hertzianas:
“Aquí Radio Sandino.
Voz oficial del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Transmitiendo desde algún lugar de Nicaragua.”
Eran tiempos insurreccionales y se estaba gestando la revolución:
las ondas divinas nos transmitían alegría, jubilo y esperanza,
mensajes codificados que sabíamos decodificar porque eran nuestra voces,
nuestros pensamientos, sabiduría ancestral
convertida en canto, poema, copla, canción, mural, pinta, santo y seña.
A lo interno de nuestro ser:
cada palabra, cada acción revolucionaria era un resurgir
a nuestra tradición de rebeldía.
Éramos indios ataviados de plumas.
Éramos negros, mestizos, hombres rojos y azules.
Éramos niños nacidos a la luz del fuego guerrillero,
Éramos niños empuñando fusiles, levantando barricadas, lanzando bombas de contacto.
Fue nuestra niñez, la niñez de los santos:
ayunábamos cuando queríamos y cuando no queríamos también,
caminábamos descalzos, o mejor dicho descalzados,
nuestros cuerpos estaban flagelados de tanto sufrir,
martirizados por la opresión.
Mirábamos el rojo de la sangre por todos lados
y al cerrar los ojos o mirar nuestra piel nos vimos negros,
rojo y negro.
El camino estaba trazado y teníamos que seguir andando
y sin pretenderlo, cada paso que dábamos, cada acción de libertad
nos acercaba más a la diestra de Dios padre, cual Cristo obrero,
para hacernos inmortales sin pedirlo.
Estábamos convencidos de la victoria, convertida en revolución
y ella llegó
y habitó entre nosotros
como proceso de esperanzas.
Ella nos puso semillas en la manos y fusiles en los hombros
para sembrar amaneceres y defenderla el azul de la patria,
roja y negra, hasta la muerte.
44/19 No pudieron ni podrán.
Como toda Revolución Verdadera, la de Sandino Siempre estuvo inspirada por profundos sentimientos de Amor. Era el pueblo amado el que combatía, eran los hombres, las mujeres y los niños que empuñaban el fusil para alcanzar su liberación,.para librarse del yugo del yanqui.
La liberación fue siempre «el sur», el Amor el instrumento; y el ejemplo del Che, fue siempre el suero para la transfusión de VIDA.
NICARAGUA, AMADA NICARAGUA.