Escrito por: Carlos Fonseca Terán
Si a pesar de ser un país subdesarrollado, a pesar del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos desde hace 60 años, y a pesar del derrumbe de la Unión Soviética hace 30 años, Cuba es hoy uno de los países del mundo con la mayor expectativa de vida en su población, con el menor índice de mortalidad infantil, con uno de los mayores niveles de escolaridad, con uno de los menores índices de desigualdad social y de desempleo, sin un solo niño sin ir a la escuela, sin un solo joven sin poder ir a la Universidad teniendo las condiciones intelectuales y la vocación para hacerlo, sin mendicidad, con uno de los sistemas de salud más eficientes y de calidad del mundo; si ha sido capaz de producir varias vacunas anti-COVID y la primera con certificación internacional en América Latina, casi todas con más del 90% de efectividad, entre otros muchos logros que sólo son posibles por la Revolución, por el socialismo, ¿se imaginan cuánto habría logrado Cuba sin bloqueo económico, que además es rechazado por la verdadera comunidad internacional, o sea la inmensa mayoría de países del mundo?, (y no esa «comunidad internacional» a la que se refieren los medios de desinformación de la derecha cuando Estados Unidos y la Unión Europea imponen «sanciones» que en realidad son agresiones).
Todos esos logros de la Revolución Cubana, todos esos logros del socialismo en Cuba, dejan muy claro que los problemas de Cuba, las escaseces, las limitaciones materiales, no los causa su sistema ni su gobierno, que han demostrado ser lo mejor para el pueblo de Cuba; todos esos logros dejan muy claro que esos problemas son causados por el criminal bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y que le impide a Cuba desarrollarse como podría hacerlo y le impide al pueblo de Cuba en determinados momentos, acceso a productos necesarios e incluso, a medicamentos; problemas que ciertamente son grandes, y sobre todo son injustos, porque son impuestos desde afuera por Estados Unidos, haciendo uso de la gran ventaja que tiene como potencia económica y militar; sin embargo, también es cierto que esos problemas no son comparables con los problemas mucho mayores que padecen las grandes mayorías en la mayor parte del mundo bajo el capitalismo dependiente y la dominación imperialista, e incluso los que padecen millones de pobres en los propios países capitalistas desarrollados, incluyendo Estados Unidos, ni son comparables con los problemas que padecía el propio pueblo de Cuba antes de la Revolución, y esto se debe a la gran protección que es el socialismo para el pueblo de Cuba, cuyo alto nivel de conciencia le permite saber que por tanto, esos problemas sólo se podrán resolver con la Revolución en pie, con el socialismo rigiendo los destinos del país.
El bloqueo de Estados Unidos a Cuba, su guerra económica contra Venezuela, sus agresiones económicas a Nicaragua, demuestran la preocupación del imperialismo, de que al quedar en evidencia que el rumbo revolucionario de nuestros países es lo mejor para los pueblos, los demás sigan nuestro ejemplo y se liberen de su dominación, con lo que Estados Unidos no podría seguirse enriqueciendo del saqueo a todos esos pueblos.
El colmo del cinismo es que quienes imponen y quienes apoyan el bloqueo contra Cuba, han andado en una supuesta «campaña humanitaria» en apoyo al pueblo cubano por los problemas que el mismo bloqueo causa.
El bloqueo y todas esas agresiones que causan tanto daño para después pretender que nuestros pueblos culpen por ello a sus gobiernos revolucionarios, es como si alguien afirmara que cierta persona con muy buena salud está enferma, y para demostrarlo le enterrara un cuchillo, pero que aun así el acuchillado siguiera vivo y fuerte, capaz de enfrentar muchas cuchilladas más. Así de porfiados son los pueblos que deciden ser libres para siempre, como lo decidió hace más de medio siglo el pueblo cubano, como lo decidió el pueblo nicaragüense y como lo decidió el pueblo venezolano. Porque el pleito de los gringos no es con nuestros gobiernos, sino con nuestros pueblos, con nuestros países, con esa Gran Nación Continental que es Nuestra América Latinocaribeña, que más temprano que tarde se librará del yugo imperialista y obtendrá su segunda y definitiva independiencia.