Carlos Emilio López Hurtado
Las máximas autoridades de la Iglesia Católica a lo largo del siglo XX dieron su respaldo por acción u omisión a todas las Dictaduras Militares, cruentas y sanguinarias, que fueron impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos y las oligarquías nacionales en la región, regímenes opresivos que dejaron como saldo cientos de miles de asesinatos, de niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres, trabajadores, obreros, campesinos, pobladores urbanos, indígenas o personas pertenecientes a los pueblos originarios y afrodescendientes y a un continente sumido en la pobreza y la injusticia social.
Afirmamos que es la dirigencia máxima de la Iglesia Católica, no el pueblo católico, no la feligresía católica que sigue las enseñanzas de Jesucristo de “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como así mismo”, no nuestros abuelos, abuelas, madres, padres que practicaban con fidelidad los mandamientos de las Sagradas Escrituras y con sencillez los principios del catecismo (muchos de ellos ahora son evangélicos), no los sacerdotes humildes que eran guiados por las bienaventuranzas del evangelio y están ligados al pueblo, sino la nomenclatura que está en la cúspide dirigiendo las estructuras religiosas.
Veamos algunos ejemplos:
En Guatemala
Efraín Ríos Montt quien fuera Jefe Militar en la década del 70 y en esa época participó en masacres donde se asesinaron a muchas personas campesinas y pertenecientes a pueblos originarios, llega al poder en Guatemala por medio de un golpe de Estado militar contra Fernando Romeo Lucas García y se forma un triunvirato gobierno conformado por tres militares, luego se deshace de dos de ellos y queda como Presidente de Facto entre 1982 y 1983, y desde ahí dirigió más de 250 aniquilamientos colectivos de pueblos originarios en donde se asesinaron a más de 25 mil personas. Fue diputado del Congreso desde 1994 hasta 2012, y asumió la Presidencia del Poder Legislativo.
El Vaticano jamás criticó a este Dictador Sanguinario que fue condenado en 2013 a 80 años por delitos de Genocidio y Lesa Humanidad, pero diez días después la Corte de Constitucionalidad anuló esta sentencia. Las máximas autoridades de la iglesia católica nunca alzaron la voz contra la impunidad que siempre rodeó a Ríos Montt considerado uno de los más grandes criminales en América Latina.
En Cuba
Fulgencio Batista, Jefe Militar estuvo en la Presidencia de Cuba, de forma dictatorial, anti democrática y entreguista, entre 1940 y 1944 y 1952 a 1959. Aunque en realidad había llegado a las esferas del poder desde 1933 cuando participó en un golpe de Estado y se formó un gobierno de pentarquía. En 1952 participó en un segundo golpe de Estado contra el Presidente Carlos Manuel Prío, después de esta acción inconstitucional se mantuvo en el poder hasta que fue derrotado por la Revolución.
Batista dirigió un «Régimen de terror y sangre» como le llamó el Comandante Fidel Castro, un sistema institucional de graves violaciones a los derechos humanos.
Los máximos guías de la iglesia católica nunca denunciaron o exhortaron con firmeza a este Dictador que convirtió a la Isla en un centro de explotación sexual y juegos de azar, el Gendarme tenía todo el respaldo de EUA y se burlaba de las leyes de Cuba y las normas internacionales de Derechos Humanos.
En Argentina
Jorge Rafael Videa, Dictador de Argentina, dirigió el golpe de Estado, contra María Elsa Martínez de Perón, gobernó con mano de hierro sobre sus opositores y todos los poderes de Estado de 1976 a 1981, llegó al poder como miembro de la Junta Militar de 1976 a 1978 y presidente de facto de 1976 a 1981, durante el autodenominado «Proceso de Reorganización Nacional», hizo desaparecer a miles de jóvenes y desarrolló una verdadera carnicería humana en el país del sur. Nunca fue cuestionando proféticamente por el poder eclesiástico.
En República Dominicana
Rafael Leónidas Trujillo Molina. Ocupó distintos cargos en el Ejército hasta llegar a ser Jefe del Estado Mayor, desde ahí lideró un golpe de Estado contra el Presidente Horacio Vásquez, llegó al poder en 1930 y permaneció ilegalmente ahí hasta 1961 año en que fue asesinado. Impuso una tiranía que dejó como resultado la eliminación de los partidos políticos de oposición, la vulneración de las libertades individuales, graves violaciones a los derechos humanos y asesinatos colectivos, resultando más de 50 mil personas que perdieron sus vidas en manos de la Dictadura.
El racismo era parte de su Política de Estado asesinando a unos 12.000 haitianos en la «masacre de Perejil» y un conjunto de prácticas xenofóbicas contra afrodescendientes, cubanos, venezolanos y otras nacionalidades de América Latina.
A pesar de la oscuridad y muerte que emanaba de esta dictadura perversa, la Luz del Evagelio jamás salió de los máximos jerarcas de la iglesia, ésta tiranía no recibió ninguna condena eclesiástica, sino más bien la indulgencia y benevolencia clerical.
En Chile
Augusto Pinochet, militar entrenado por los Estados Unidos igual que todos los jefes militares golpistas de América Latina, éste siendo Jefe del Ejército propinó un golpe de Estado en 1973 contra Salvador Allende que presidía un gobierno democrático, quien llegó a la Presidencia por el voto popular convirtiéndose en el primer presidente marxista de la historia, designado por el sufragio de las colectividades, dirigía un proyecto popular en favor de los intereses de las grandes mayorías.
El Dictador Pinochet puso fin a las esperanzas del pueblo y se instaló en el poder desde 1973 hasta inicios de 1990 y luego se mantuvo como comandante en Jefe del Ejército hasta el 10 de marzo de 1998.
Este Dictador además que violó los derechos individuales, civiles y políticos, también violento los derechos económicos y sociales por medio de medidas liberales y neoliberales como el favorecimineto arancelario de las grandes empresas, la prohibición de los sindicatos, la privatización del seguro social, la educación y la salud y las empresas estatales. La Constitución Política de Pinochet, la que no reconoce muchos Derechos Humanos y privilegia a las grandes empresas aún sigue viva en Chile.
Pinochet al igual que sus pares dictadores de los otros países de América Latina persiguió, torturó y asesinó a militantes de partidos marxistas, socialistas o de izquierda.
Sobre el número de asesinatos no hay consenso van desde 1,000 hasta 5 mil, en cuanto a detención se habla de 80 mil y personas torturadas decenas de miles. Además de miles de desapariciones y ejecuciones forzadas.
Este dictador igual que los demás de su misma especie amasó una suma millonaria en bienes personales producto de los actos de corrupción de robos del erario público.
Jamás las autoridades católicas romanas se enfrentaron al Dictador Pinochet, a sus monstruosos actos cometidos, a las barbaries implementadas que sacrificaron la vida individual y colectiva del pueblo chileno.
En Nicaragua
La Dictadura de los Somoza, quienes pisotearon, saquearon, torturaron y asesinaron al pueblo de Nicaragua desde 1934 hasta Julio de 1979, que triunfó la Revolución Popular Sandinista. Esta Dictadura Dinástica oprimió a los sectores populares con vara de hierro, por medio de Anastasio Somoza García (Padre), Luis Somoza Debayle (hijo) y Anastasio Somoza Debayle (hijo).
El Primer Somoza, Marine Norteamericano, instrumento del imperio, como Jefe de la Guardia Nacional, ordenó en 1934 el magnicidio contra el General Augusto C. Sandino, Padre de la Revolución Sandinista.
El primer Somoza dio golpe de Estado el 6 de junio de 1936 al Presidente Juan Bautista Sacasa, desde entonces los Somoza se apoderaron de la nación hasta su derrocamiento en 1979 por el pueblo y su vanguardia el FSLN como dijimos antes.
Durante la Dictadura se dio un proceso de persecución a la juventud, se concentró la tierra en pocas manos, despojando a los campesinos de sus propiedades, se violentaron masivamente los derechos humanos de la niñez, las mujeres, los pueblos originarios, los obreros y sindicatos no podían ejercer derechos, se vulneraron los derechos sociales y económicos del pueblo a la salud, la educación, el trabajo, salario digno, los niveles de pobreza, analfabetismo, desnutrición, eran escandalosos e innombrables.
Por las calles de Managua y de muchas ciudades país corrían ríos de sangre, se cometieron asesinatos y masacres colectivas dejando como resultado 50 mil asesinatos.
En el campo también se reprimía, perseguía y asesinada a los campesinos, por ser «sospechos» de colaborar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y por negarse a entregar sus tierras.
La cantidad de personas encarceladas por razones políticas, torturadas y desaparecidas en realidad no se sabe con exactitud.
Esta maligna Dictadura, al igual que las otras no fue sujeta por parte de la Conferencia Episcopal de señalamientos de estar enfermos mentalmente o de incumplir la palabra de Dios o de violar los Derechos constitucionales o irrespetar las leyes nacionales o las convenciones y tratados internacionales de Derechos Humanos.
Igual podríamos hablar de las dictaduras de Alfredo Stroessner (1954-1989) en #Paraguay, Hugo Banzer (1971-1978) en #Bolivia, François Duvalier (1957-1977) en Haití y de Carlos Castillo Armas (1954-1957) en #Guatemala
En el siglo pasado los que estaban en la cabeza de la Iglesia Católica llamados a ser, según nuestro Señor Jesucristo «Luz del mundo (Mateo 5:14-16), «Sal de la tierra» (Mateo 5:13, Marcos 9:50) y «Fermento en la masa» (Mateo 13:33), no cumplieron esa misión frente a las dictaduras ya que siempre guardaron un silencio cómplice, no denunciaron la oscuridad ni lucharon contra ella al lado del pueblo en sus procesos de liberación, no dieron sabor a las esperanzas de personas torturadas y víctimas y sus familiares, ni fueron Fermento que leudaran las masas sociales, su opción nunca fue por los pobres siempre optaron por los ricos, y los poderosos de la tierra.
En America Latina Común denominador de la Jefatura de Iglesia Católica
En todos estos países dominados y oprimidos por las dictaduras inicuas se podía observar a muchos de los obispos y arzobispos de la época celebrando misas relacionadas a bautismos, casamientos, comuniones, y otras celebraciones religiosas con los dictadores y familiares cercanos. Había una imbricación entre jerarquía eclesial y jerarquía político militar, los primeros participaban bendiciendo pomposamente los actos públicos y oficiales, y los segundos participaban con «actitud piadosa» en los actos religiosos más divulgados de esos tiempos.
Además los clérigos participaban animadamente en fiestas, convivios y actividades privadas de los dictadores. También se encuentran muchas coincidencias en esos años entre los discursos de los dictadores, los mensajes de los gobernantes norteamericanos y las homilías del máximo prelado, legitimando así la represión que sufrieron los pueblos del continente, en una especie de nueva crucifixión al inocente.