De la calumnia a la verdad en Nicaragua

Escrito por Germán Van de Velde (15/03/2023)

En los años 80, durante la primera etapa de la Revolución, el gobierno de Ronald Reagan financió la contrarrevolución nicaragüense con armamento y dinero proveniente del narcotráfico. En el año 2018, el gobierno de Donald Trump organizó, financió y ejecutó un intento fallido de golpe de estado que, además de provocar pérdidas humanas, generó graves afectaciones a la economía. El gobierno de Estados Unidos es responsable de organizar y financiar el terrorismo que desembocó en más de 38 mil nicaragüenses muertos en los años 80´s y en 199 nicaragüenses muertos en el año 2018.

Desde que triunfó la Revolución Popular Sandinista, el Pueblo de Nicaragua es víctima de agresiones de guerra, económica-financiera y psicológica, todo porque el gobierno de Nicaragua no se alinea a los intereses del gobierno de Estados Unidos.

Para validar su postura injerencista, la narrativa imperial se multiplica y trasciende desde el púlpito de los organismos internacionales, donde voceros mafiosos publican informes manipulados, falsos, y tergiversados de DDHH, que no muestran la verdad de Nicaragua. Tanto el informe de la OEA, como el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos confirman una falta de verificación de la información, omiten hechos, y hacen uso altamente selectivo de las fuentes de información disponible[1].

Esta versión distorsionada de la realidad se traslada hasta los medios de información internacionales que se encargan de escribir y divulgar la calumnia imperial por todo el mundo. A esto, se le suman opiniones de gobernantes de “izquierda” y derecha que por falta de conciencia social contribuyen a la agresión contra Nicaragua.

La narrativa imperial no escatima oportunidad para agredir al gobierno nicaragüense y, de esta forma, crear una imagen negativa de sus líderes. Con su incomparable aparato de influencia mediática y de lavado cerebral, el gobierno de Estados Unidos prepara psicológicamente al mundo para que acepte agresiones contra el Pueblo de Nicaragua.

Pero, ante esto, ¿Qué hacer? ¿Cuál es la verdad en Nicaragua?

Para que los Pueblos del mundo conozcan, a conciencia, sobre lo que verdaderamente ocurre en Nicaragua, es necesario desprenderse de la narrativa imperial y trascender en la búsqueda constante de la verdad. Para un/a revolucionario/a debe estar claro el planteamiento de que “no se puede confiar en el imperialismo ni un poquito… nada”.

“La división es el recurso de los imperialistas para mantenernos subyugados y explotados. La unión de nuestros Pueblos es la fuerza insuperable para alcanzar y consolidar nuestra definitiva independencia” (Fidel Castro[2], 1975)

La verdad de los Pueblos se encuentra en la esencia de las naciones, la cual involucra la histórica lucha de rebeldía, fuente de sapiencia y conciencia del SER. Conocer la narrativa popular nicaragüense es profundizar en sus raíces, es empaparse de su historia. Nicaragua es un Pueblo históricamente agredido e intervenido por el gobierno de Estados Unidos; que sufrió una de las dictaduras más sangrientas de América Latina; que luchó por su liberación definitiva después de más de cuatro décadas.

La Revolución Popular Sandinista, además de sepultar al somocismo, vino a construir, organizar y defender el derecho conquistado por el Pueblo a ser feliz; la Revolución es el camino y el horizonte para la restitución de los derechos humanos fundamentales: educación inclusiva, gratuita y de calidad, salud gratuita, vivienda digna, luz, agua, seguridad ciudadana, derecho a la libre circulación, hambre cero, derecho al emprendimiento socio-económico asistido y acompañado, derecho a la Paz… derecho a vivir con Dignidad. De las raíces más profundas de conciencia social, esta nación lucha por defender su derecho a la libertad e independencia.

Actualmente, la narrativa imperial acusa al Pueblo de Nicaragua de violentar los “derechos humanos” de delincuentes desterrados. Los organismos internacionales y los medios de información occidental jamás se preocuparon por investigar lo que estos terroristas ocasionaron, cuánto luto y cuánto dolor dejaron en Nicaragua; no les preocupó la violación de los derechos humanos del Pueblo. Critican al Pueblo de Nicaragua por violentar “derechos humanos”, dejando de lado los horrorosos crímenes que estos cometieron.

A los/as terroristas desterrados se les dio la oportunidad de rectificar su camino por medio de una Ley de Amnistía, sin embargo, siguieron practicando el terrorismo. Esta postura deja claro que los que aman la libertad en Nicaragua castigan, pero no odian; los que aman la libertad no castigan con la pena de muerte, tal y como sí lo establece la Constitución Política de Estados Unidos cuando un ciudadano es acusado y condenado por traición a la Patria.

En Nicaragua se ama el derecho a la libertad, se defiende el derecho a la vida, el derecho más sagrado del hombre y la mujer y por esta razón la Constitución y la Ley castiga ejemplarmente a los que no respetan el derecho a la vida de sus hermanos/as, a los que no respetaron los derechos humanos y las libertades de sus conciudadanos, a los que intentaron agredir la Soberanía, la Autodeterminación y la Paz.

La calumniosa narrativa imperial debería desaparecer, sin embargo se concreta diariamente en las acciones imperialistas y sus aliados. De una vez por todas, el gobierno de Estados Unidos debe dejar de utilizar sus actuales instrumentos de agresión en contra de gobiernos que luchan por vencer la pobreza heredada de gobiernos neoliberales. Los gobiernos pro imperialistas deben renunciar a recibir órdenes, enarbolar la bandera de la Dignidad, respetar el derecho internacional y dejar de inmiscuirse en los asuntos internos que solo le conciernen a los/as nicaragüenses.

Que digan ellos su mentira, ¡que nosotros diremos nuestra verdad! ¡La verdad prevalecerá! Nuestros pueblos de América Latina y del Caribe se hermanarán cada vez más.

¡Que la verdad prevalezca por encima de la mezquindad y las mentiras con que el imperialismo engaña y confunde a los pueblos! (Fidel Castro[3], 2010)